Capítulo 0: El Día 0.

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Coracene, año 540.

Coracene, el mundo que ha visto su final un par de veces desde el inicio de las civilizaciones, tuvo un encuentro con el final una vez más, siendo esta vez los Reinos de Soulyeth y Nirmus; estos 2 Reinos habían tenido rivalidades tanto económicas como políticas, razones que los llevaron a más de 1 encuentro fuerte, sin embargo, la situación se tornó más violenta, pues entre ambos había explotado una lucha que más temprano que tarde, termino por convertirse en una carnicería, trayendo consigo solo más dolor y angustia a la gente que, sin importar si estaban o no comprometidos con las milicias de ambos Reinos, terminaban por perder toda tranquilidad y paz que podían tener.

En algún punto crítico de la Guerra, la cual se conoció como La Guerra Negra, ambos bandos ya parecían haber dado hasta lo último de su gente para la victoria; la gente estaba cansada, los niños que vivieron esos días no recordaban lo que era salir de su Reino con calma, sin pensar que en cualquier momento podrían ser asesinados o inclusive peor, ser rehenes del Reino contrario.
Incluso Reinos vecinos de ambos intentaron cesar la Guerra, intentaron negociar durante años, logrando absolutamente nada al respecto, incluso esos Reinos brindaron protección y un hogar a aquella gente que estaba desesperada por encontrar un lugar donde vivir tranquilamente.

Sin embargo, un día ocurría un suceso que, para fortuna de ambos Reinos y de Coracene totalmente, cesaría la Guerra...
Cerca del año 558, ocurriría un hecho al que se le conoció como "El Día 0"; en este día, el Comandante de la Milicia de Nirmus había ordenado adentrarse en el Palacio del Reino de Soulyeth como última acción para terminar la Guerra, teniendo como objetivo principal terminar el Reino desde su núcleo, los Reyes y su Palacio.
Por otro lado, los Reyes de Soulyeth habían recibido dicha noticia como información filtrada por sus soldados, mandando así a toda su Milicia a defender el Reino, a si también, el mismo Rey había preparado su armadura y armas para la que pudo haber sido su última batalla.
Con casco puesto y la espada firmemente en sus manos, el Rey se dispuso a salir de su trono para combatir junto a su gente, sin embargo, al salir de su Palacio para ir a dar un último discurso de aliento a su pueblo, un objeto inusual pero curioso freno su camino justo al frente de las puertas de su Castillo; una canasta con una niña en su interior. El Rey, curioso por lo ocurrido, levanto a la niña, quedando totalmente asombrado por la hermosura de la pequeña, además, algo un tanto rígido se encontraba dentro de las ropas que cubrían a la pequeña, el cual era una pequeña hoja de papel con el siguiente texto en ella...
"Sus guerras han consumido su tierra, sus gritos han ensordecido a su gente, sus armas han matado a gente desarmada... La última oportunidad de detener su Guerra yace en la hija del Sol, en tu hija..."

El Rey quedo en shock tras leer el mensaje que la niña traía consigo en la canasta; un mar de pensamientos inundó su cabeza, sin embargo, el tiempo se acababa y la armada de Nirmus estaba cada segundo más cerca del Palacio.
Como último método para evitar la caída y posible destrucción de su Palacio y del Reino, el hombre dejo a la pequeña a cuidado de su amada esposa, y sin quitarse su armadura pero también sin la compañía de sus caballeros, se dirigió a la entrada principal de su Reino, esperando con total nerviosismo y miedo a sus rivales. Cuando la armada de Nirmus arribo a Soulyeth, encontraron al Rey totalmente solo, el Comandante tomo la delantera para ver qué pasaba y, sin creer lo que sus ojos le dejaban ver, simplemente lo acepto; el Rey había tirado su espada a los pies del Comandante, entregando sus manos para ser arrestado, sin embargo, pidiendo que lo llevaran hasta el Rey de Nirmus, pues tenía una última cosa que pedir antes de lo que él sabía que Albus, el Rey de Nirmus, le hiciera después de ver que este se entregaría de esa forma.

Las horas pasaron y finalmente, Klingth, el Rey de Soulyeth, estaba frente a frente con Albus, la atmosfera se sentía helada y pesada, ambos hombres habían iniciado una guerra en donde miles de personas, inocentes e involucrados, habían perdido sus vidas en nombre de ambos hombres, sin embargo, ellos jamás habían pisado el campo de batalla, mucho menos se habían visto el uno al otro durante 18 largos años de Guerra.
Albus no sentía ningún tipo de remordimiento, sin embargo, Klingth había comenzado a sentir un gran pesar desde el momento en el que leyó aquella nota.
Se arrodillo ante el Rey Albus y poco a poco comenzó a despojarse de su armadura, dejando al contrario totalmente atónito y confundido por su repentina acción; para cuando bajo las escaleras, se había percatado que Klingth tenía su rostro inundado en lágrimas, en su rostro se notaba un gran dolor, un gran y profundo dolor ajeno a su cuerpo; sus lágrimas llevaban el nombre de toda la gente que había perecido no solo de su Reino, sino del de Nirmus también.
Albus no comprendía en lo absoluto a lo que Klingth se refería.
Finalmente, el Rey Klingth le conto el suceso a las puertas de su Palacio horas atrás...
Todo Coracene conocía el problema que el Reino de Soulyeth tenía con sus Reyes, puesto que la Reyna había sufrido un malestar años atrás, el cual la dejaría infértil por el resto de su vida, esto traería consigo la búsqueda de un Rey o Reina fuera de la línea sanguínea de los Reyes.
Con esto bien sabido, Albus comenzaba poco a poco entender lo que ocurría: Klingth estaba dispuesto a entregarse a sí mismo, tal como lo que la información que había sido filtrada revelaba sobre la toma del Palacio, a cambio de que dejara finalmente en paz a su Reino y terminase la guerra sin más muertes.
Por alguna razón, Albus no terminaba de comprender lo que pasaba, sin embargo, algo dentro de él lo hacía no matar al que había sido su rival más odiado durante la Guerra.
Finalmente, tras un largo rato de pensar y pensar sobre la situación que ocurría en la sala, Albus se levantó de su trono, recogió el casco de su contrario y lo coloco en su cabeza, levantando para pactar finalmente una tregua entre ambos Reinos.
Los Reyes pasaron el resto del día conversando sobre lo que estaba por venir a Coracene, pues, casualidad o hecho, la niña y la extraña nota habían sido de gran relevancia para el final de la Guerra.

Tras terminar el pacto para la tregua, el Rey volvió a su Reino, siendo recibido entre lágrimas de felicidad por volverlo a ver con vida, de parte de su esposa, quien tenía en sus brazos a la pequeña.
Para finalizar el día, el Rey presento a la pequeña a todo su pueblo, la noticia fue de tan gran impacto, que incluso los Reyes de los otros 7 Reinos, incluyendo a Nirmus, asistieron a la presentación de la nueva Princesa de Soulyeth.
Al llegar la noche, un gran número de gente estaba en la plaza principal del Reino, incluso gente desde las afueras del Reino miraba el espectáculo sentado sobre los muros delimitantes.
Finalmente el Rey dio a conocer a la pequeña, dejando bien en claro, que de no ser por su extraña y casual aparición a sus pie antes de partir a la batalla, el no estaría vivo y muy probablemente, Nirmus hubiese tomado el Reino de Soulyeth en su nombre; así también, el Rey dio a conocer que el nombre de la pequeña seria Christine, tal y como su esposa había soñado con llamar a la que pudo haber sido su hija de sangre.

Finalmente, luego de años de guerra y dolor, por fin la gente de ambos Reinos podrían respirar la paz y la tranquilidad de vivir sin miedo a morir o ver morir a alguien más.
A todos los que murieron se les recordó en futuras juntas del Reino, fueron muchas, y mucho tiempo, pero al menos era lo que el Rey podía hacer por su gente, por mostrar algo de respeto hacia ellos.

Con respecto a Christine, la pequeña Princesa creció bajo los cálidos cuidados de sus padres adoptivos, convirtiéndose en una amorosa Princesa que viviría preocupada por todo su Reino, siendo incluso vista como un "Ángel". Muchos años después, Christine estaría próxima a convertirse en Reina, muchos problemas surgieron tras esto, pues Christine había creado un extraño amor hacia su pueblo, al punto de decir y creer que su amor debería ser tal, que el buscar a un Príncipe para convertirse en Reina seria traicionar a su pueblo, sin embargo, su pueblo querían verla feliz, querían que ella se convirtiera en su próxima Reina, pues era adorada como tal aun sin serlo.
Fue así como Soulyeth, en el año 598, en el 40 aniversario de Christine, esta se convertiría en su nueva Reina, tomando el poder junto al Príncipe Arthur, quien ahora era el nuevo Rey de Soulyeth.

Quizá Christine fue la "heroína" de Coracene, sin embargo, aún queda mucho de ese pequeño y misterioso Mundo por ver. Pronto, Coracene tendrá que afrontar algo mucho más fuerte que una simple Guerra entre su misma gente...

Buscando El AmanecerWhere stories live. Discover now