Capítulo 2: Recuerdos En Piedra.

5 0 0
                                    

"Donovan... Hijo, despierta..."
Me decía una voz femenina un tanto familiar, una voz que ya había escuchado antes.
Cuando abrí mis ojos, note que no estaba sobre la cama que recordaba, realmente estaba acostado sobre un frio y oscuro suelo; rápidamente me levante y mirando a mí alrededor, note nuevamente que sobre mí, brillaba la Luna. Era extraño, era como estar dentro de una oscura habitación, sin embargo, la brillante Luna sobre mí me hacía sentir en el exterior.
Un resplandor muy fuerte comenzó a acercarse detrás mío, al girarme, note que era la mujer de aquel extraño sueño años atrás, cuando mis padres aun vivían, lo raro radica en que, en aquel sueño yo no podía hacer nada; moverme o hablar me era imposible, sin embargo, ahora podía hacer todo normalmente, así que simplemente espere a que la mujer llegara hasta mí.
-Hola... Quien quiera que seas.
-Ja, ja, ja, no hace falta ser tan irrespetuoso Donovan, después de todo, yo fui quien te "creo".
–Susurro mientras se acercaba a mí, tocando mi mejilla-.
-¿A qué te refieres con "crearme"? No entiendo.
-Veras, en pocas y simples palabras, yo soy tu madre, sin embargo, no hay un padre de por medio; no eres alguien... sino algo. No sé muy bien cómo explicártelo sin confundirte más de lo que ya pareces estar... Mira, yo soy tu madre y aquello que brilla sobre ti, soy yo también.

En ese momento mire de nuevo hacia arriba, al mirar la Luna y posteriormente mirar de nuevo a la mujer a quien se me ocurrió llamar "Doncella Blanca" por su enorme vestido blanco y su resplandor, note que sus ojos tenían el mismo brillo blanquecino de la Luna, era como si hubiera dos de ellas en sus ojos.
Por alguna extraña razón, la Doncella me recordaba mucho a la Reina Christine, al verla sonreír de esa forma tan linda, pude ver sobrepuesto el rostro de la Reina sobre el de ella, sin haberme dado cuenta a tiempo, la Doncella había notado que mi rostro se había tornado un tanto rojizo por lo que había imaginado.
-Vaya, quien lo diría, mi hijo enamorándose a primera vista.
-¿¡De que hablas!? Yo no estoy "enamorado" de nadie.
-No te alteres Donovan, no hay porque ponerse así por algo tan normal, sabes, incluso yo lo estoy, je...

En ese momento hubo un pequeño e incómodo silencio, en ese momento me dio algo de curiosidad ver si tenía mis armas conmigo, por lo que busque mi Crescent en mi espalda, despegándola del sujetador que diseñe.
-Oh, por cierto, no pude felicitarte antes porque la verdad me es algo difícil comunicarme contigo, requiere de mucha Energía... Pero felicidades por convertirte en un guerrero muy habilidoso, mi Dono.
-Enserio... ¿Quién eres, Doncella?
-¿E-eh? Ja, ja, ja... No me llames así, es... incomodo, solo llámame "madre" o "Luna", si así lo prefiere, pero de Doncella, nada.
-Está bien, Luna... Pero enserio ¿Quién eres? ¿Cómo sabes de mi éxito en la Academia?
-Te lo he dicho cerca de 2 o 3 veces hace unos minutos, pero nuevamente, yo soy tu madre, la Luna es tu madre, yo soy la Luna y así también, tú eres parte de ella, pues eres parte de mí. Sabes, creo que solamente te estoy confundiendo más de lo que trato de hacerte entender, así que simplemente dejémoslo en que tú eres mi hijo, así de simple ¿De acuerdo?
Y bueno, a lo que realmente venia era para dos cosas; la primera de ellas era felicitarte por tu grandioso éxito en esa Academia, todas las noches pude ver que nunca te diste por vencido aun cuando al inicio te era algo difícil poder combatir. Y la segunda es para contarte del porque tenías que encontrar tu Sol... Veras ¿Recuerdas que hace unos momentos dije que yo también estaba enamorada de alguien, no? Bueno, ese alguien es... El Sol, al igual que yo, era un Guardián de Coracene, antiguamente en este mundo existían pocos seres con Energía Elemental, por lo que fuimos conocidos como Los Guardianes; antes de que toda su civilización se formase, nosotros tuvimos que librar una Guerra con los pocos caminantes "humanos" que éramos, Coracene simplemente contaba con simplemente 7 guerreros para librar dicha Guerra, sin embargo, logramos derrotar a lo que nosotros conocemos como "La Caja". Tal vez nunca hayas escuchado esta historia, pues realmente nadie en lo absoluto la conoce, pues fue antes de que ustedes, los humanos existieran.
Cuando la Guerra termino, los Guardianes decidimos dar una parte de nuestra Energía para crearlos a ustedes, los humanos y de esa forma darle a Coracene un próspero futuro, pues nosotros 7 no podríamos hacer nada en caso de que otra cosa similar pasara. Fue así que decidimos convertirnos en lo que ustedes conocen los Elementos Naturales, así como mi amado se convirtió en el Sol y yo, al no querer dejarlo en completa soledad en el exterior de Coracene, decidí convertirme en la Luna, aceptando ser la pequeña pero amigable luz de aquellos que disfrutan de la oscuridad. Pues bien, hace 40 años exactamente, el envió a su hija a Coracene para detener una guerra que, de no haber interferido, hubiera arrasado con brutalidad toda la paz. Así que me quede pensando durante varios años y llegue a la conclusión de que una manera de demostrarle mi eterno amor a él, era enviando un "protector" para su hija, así que te envié a ti, para que protegieses a su amada retoña, aquella que porta el mismo poder y calor del Sol... No te daré muchos detalles de quien es, pues es cuestión de tiempo que te des cuenta tú mismo, solo recuerda que, al igual que mi Luz no es propia, sino que viene del reflejo de la Luz del Sol, tu tampoco podrás brillar sin tenerla a ella a tu lado. Ustedes dos serán los representantes de nuestro amor, los representantes de toda la fuerza que Coracene tiene.
Y bueno mi Donovan, tengo que marcharme, espero reunir Energía rápidamente para visitarte lo más pronto posible, te quiero mucho, pequeño enamorado, je, je, je.
–Susurro, dándome un pequeño y suave beso en la frente, dándose media vuelta mientras se desvanecía poco a poco entre la oscuridad de lo que fuera que me rodeaba-.

Buscando El AmanecerWhere stories live. Discover now