Capítulo 4

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Niall:

Acababa de colgar con Robert cuando Melissa llegó entusiasmada a mi oficina. No pude evitar sonreír estúpidamente cuando la vi entrar. Reí un poco y lamí mis labios. Se había puesto un vestido blanco, totalmente ajustado a su cuerpo que le quedaba espectacular. Me sonrió y se abalanzó contra mí para besar mis labios con dulzura. La acurruqué tiernamente contra mi regazo y le regalé unos cuantos besos en el cuello para después separarnos y mirar su hermoso rostro.

– ¿Qué tal el trabajo, mi amor? – preguntó mientras jugueteaba con el nudo de mi corbata.

– Se ha alegrado en cuanto entraste. – le coqueteé.

Ella rió y me enseñó una de sus mejores sonrisas para acabar con un beso rápido pero tierno.

– Te amo.

– También lo hago, Mel. – dije sintiendo un fuerte golpe al estómago. Prohibí que las imágenes de ______ irrumpieran en mi mente besando a Mel con suavidad pero fogosidad.

– ¿Harás algo ésta noche? – me preguntó mientras ponía su trasero muy cerca de mi miembro.

– Pensaba invitar a mi novia a cenar, pero podemos salir tú y yo esta noche, no creo que se dé cuenta que estoy contigo. – la incité con tono coqueto mientras acariciaba su espalda y una de mis manos se posaba en su cadera.

– Me parece buena idea. Joder, eres malo, pero claro... pasa por mí a las ocho. – me dijo con voz sensual y tentadora. Lamió mi labio inferior y lo mordió con sutileza mientras desataba el nudo de mi corbata y poco a poco se deshacía de los botones de mi camisa.

Le sobé el trasero, luego lo pellizqué y la acerqué aún más a mí sin dejar de besarla y probar la delicia de su piel.

– Ahora, tengo que ir al trabajo. – se levantó de mis piernas y movió su trasero frente a mí mientras se dirigía a la puerta. La miré de arriba abajo mientras me concentraba en el meneo de sus caderas al caminar.

Abrió la puerta de mi nueva oficina y salió sensualmente de ella desapareciendo frente a mí. Solté un respingo y luego me despeiné un poco el cabello. Ésta mujer me traía loco y me había aceptado a pesar de los monstruos de mi pasado. Estaba planeando algo grande esa noche, estaba planeando darle la mejor noche de toda su vida, aunque no fuese la mía, pero sabía que no había nadie allá afuera que me amara tanto como ella, tenía que aceptar que la quería de una manera asombrosa y que quería estar a su lado todas las mañanas.

– Jefe. – llamó la voz masculina de alguien en la puerta.

– Pasa.

George, uno de mis trabajadores entró con cautela a mi oficina y se paró frente a mi escritorio.

– El señor Bradley está esperando en la línea.

– Gracias, George.

El muchacho salió de la oficina con una reverencia. Descolgué el teléfono y contesté con voz gruesa.

– Señor Bradley. – exclamé.

– Horan, ¿cómo estás? – preguntó la voz de mi colega al otro lado de la bocina.

– Joder, muy bien. El partido de los Broncos le trajo problemas a mi billetera. – anuncié riendo un poco.

– ¿Le ibas a los broncos realmente?

– Nah. – bufé. – Solo te tomo del pelo, Brad. ¿Qué pasa? – entré al tema de los negocios.

– Quería recordarte la cita que tenemos el viernes por la noche. – dijo un poco más serio.

Sex Instructor IIWhere stories live. Discover now