La vida en Texas pasaba frente a Mary Anne como si fuese una estrella fugaz de esas que ves y desaparecen al instante, si, rápido, demasiado para su gusto. Tenía todo lo que quería, una casa bonita con mayordomos, cocineros y mucamas, hasta estaba Robbie, encargado de bañar y peinar al puddle rosa chillón de Mary(su color se debía a un extraño comportamiento de Mary, donde decidió pintar todo de rosa, y luego se arrepintió, pero el pobre animal sufrió las consecuencias de todas maneras).
Sus dieciseis años hacían que su vida fuese un tanto ''caótica'' odiaba tener que ir a eventos dónde la fotografiaran o le preguntaran algo, por lo que en esos momentos trataba de mantener la calma para no matar al primer entrevistador que le preguntara si ella iba a seguir el futuro que sus padres le tenían preparado.
Y la respuesta era un rotundo: NO. Solamente quería dedicarse a hacer algo más que contar dinero por solo vender cosas, (la mafia, por así decirlo, se aplicaba también, no era que sus padres habían matado a alguien, pero la empresa no era de lo más ''limpia'') Y seguramente se hartaría de su entorno para así volverse loca y terminar en un internado. Quizá no tanto.
Lo que el dinero pudiese comprar, ella lo conseguía, la palabra ''rogar'' no estaba en su vocabulario, no tuvo que hacer ningún berrinche para conseguir sus cosas. Sus padres, empresarios completamente exitosos creían que si le daban a Mary todo lo que quería, no notaría su ausencia, pero si que lo había hecho. Todas las noches esperaba hasta las 12:00pm a que Betty, su madre, le diera un beso antes de dormir, nunca pasó, pero aún así ella lo hacía. O tambien levantarse a eso de las 7:00am,solo para ver a su padre, Bob, aunque al final de cuentas él estaba con ella solo quince minutos y luego salía disparado al trabajo.
Estudiaba en su casa, una institutriz venía de lunes a viernes a la residencia García(eran españoles, de ahí el apellido)y le daba clases particulares, cosa que Mary Anne odiaba, no le apetecía la idea de no salir de su costoso ''hogar''( no lo era, sus padres no estaban, solo ella y los empleados, no era un hogar definitivamente. )Sabía inglés, francés, español e italiano, aunque estudiara en casa eso no le impedía ser toda una buena niña, que sabe comunicarse con todos.
Siempre atrapada en esa habitación, claro, tenía su laptop, iPad, iPod, si, le parecía tonto tenerlos, ya que con uno hubiese sido suficiente, pero así lo habían querido sus padres en uno de sus tantos viajes a New York, y ella no podía hacer nada. Contaba con su iPhone de última generación, color blanco, y con más de 50 fundas a su disposición, sin exagerar.
Un 4 de febrero,día de no mucho frío, pero tampoco calor, Mary Anne se levantó de su cama, maldiciendo al idiota que habría abierto las cortinas del gran ventanal que dejaba a los rayos del sol adentrarse por su habitación, ups, ella misma lo había hecho en un intento de ver si el rojo era igual al bordeau, ya que le obsequiaron retazos de tela para que se decidiera el color y textura de sus cortinas, que según ella, estaban viejas y sucias, lo cual era una mentira de aqui a la China, ella solamente quería agregar algo más a la agenda muy ocupada de sus padres.
Se dirigió al baño y al no encontrar sus pantuflas de conejo traídas de Inglaterra, no pensó ni dos segundos en gritarle a Angelica descortésmente y hacer una rabieta de aquellas.
-¡ANGELICA! SI NO ENCUENTRO LAS PUTAS PANTUFLAS CUANDO ME LEVANTO ES SINÓNIMO DE QUE SE TE DIÓ POR ENTRAR AQUÍ, Y MÁS TERRIBLE TODAVÍA ATREVERTE A TOCAR ALGUNA DE MIS PERTENENCIAS, VEN INMEDIATAMENTE. -Gritó con toda la fuerza que se puede tener un martes a las 10:00am.
-Lo siento señorita Mary Anne, pero su madre me ha pedido que las lave, si quiere le digo a Albert que salga a comprar otro par- Respondió asustada Angelica, Mary Anne podía ser una niña de 16 años pero su porte y manera de hablar insipiraban miedo.
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Nada es casualidad.
RomanceMary Anne, Joe, Zoe y Peter no creen en el amor, o simplemente no lo han experimentado. Padres millonarios pero vidas distintas y ni siquiera se conocen, pero un lazo fuerte los une, más de lo que ellos hubiesen querido. Y yo, estoy aqui para contar...