Había llegado a mi casa, lo único que quería era encerrarme en mi habitación y no salir más, había sido un mal día para mi, mi primer día de clases y que pésimo día!
Me quede envuelta en mis pensamientos, pensando en aquel chico que me arrojó mi vaso de jugo (que patan) pero aunque dijera todo esto había algo extraño en mi, desde que lo vi, aunque no fue de forma bonita ni nada por el estilo, pero no dejaba de pensar en aquel hombre, Dios, si ni siquiera sé su nombre –no Ema, no, deja de estar pensando cosas que no son, no puedo sentir nada y menos por un patan como ese tipo, debe de ser un mujeriego al igual que todos los del instituto –me dije a mi misma.
—Pero Dios, prometí que iba a cambiar y en verdad lo quiero hacer si de verdad quiero a alguien en mi vida –dije en tono un poco bajo, pero escuchable para cualquier persona.
De un momento a otro se me metió algo en la cabeza y era que si quería dejar mi horrendo carácter por donde iba empezar era por pedirle una disculpa a aquel muchacho que ni siquiera conozco, –si, mañana a primera hora hablaría con el.
Después de pensar todas aquellas cosas, me quede profundamente dormida.
~*~
Desperté cuando escuche mi jodido despertador sonar, marcaba las 7:20, me quedaban 40 minutos exactamente para estar lista.
Me metí a la ducha, tomé un relajado baño, no sé que me pasaba, pero hoy estaba feliz, creo que hoy sería un grandioso día.
Salí de mi baño luego de cepillar mis dientes, abrí mi closet y tomé de el una blusa tipo top negra con blanca, cubría mis brazos hasta la mitad, con unos jeans y una bufanda azul cielo, de calzados tomé unos converse blancos, si, me encantaba andar con tenis sobre todo estar súper cómoda, a pesar de mi largo closet y todas las inmensidades de ropas que habían en el.
Me cambie, alise mi pelo dejándolo completamente ondulado, no maquille mi rostro (fui sencilla), me mire en el espejo y si que estaba linda, bueno, al menos yo me veía así.
Bajé a desayunar luego de escuchar a mi mamá pegarle a la puerta de mi habitación y decirme que me apurara.
Desayuné un riquísimo sándwich y el jugo que nunca se quedaba, mi favorito, jugo de cranberry.
—Adiós mamá –dije casi en la salida de mi casa.
—Qué tengas un buen día de clases mi pequeña –escuché decir a mi madre.
Si, así me decía mi madre, a pesar de que ya tenía 17 años.
Tomé mi auto y me dirigí camino hacia el instituto, iba relajada, pero no dejaba de pensar en aquel chico, Dios, no se me salía de mi bendita cabeza.
En el poco y malísimo momento que pasé con el, cuando le grite todas las groserías que se me ocurrieron decirle, me fijé poco en el, estaba echa una furia, como podía fijarme tanto?
No recuerdo muy bien cómo era.
Llegue al instituto, estacione mi auto y salí de el, hoy estaba dispuesta a que este día no fuera tan malo para mi, de eso me encargaría precisamente yo.
Desde que entre lo primero que hice fue revisar mi horario y mi primera clase era de historia, bueno aún no conocía a este profesor, veré qué tal me va –pensé.
Fui a la clase con la imagen de aquel chico aún grabada en mi mente y aún sin saber su nombre, todavía no lo había visto por ningún lado.
Al entrar al aula estaba todo el mundo conversando. Tomé asiento en el primer pupitre que encontré desocupado. Ningunos de los estudiantes me dirigieron la mirada, y cómo no, si con el carácter que tenía, nadie lo hacía, ya esto no era una novedad para mi. Sentada en silencio observaba hacia mi alrededor. Me fijé en las chicas que tenían una voz aguda y desquiciante (como me molestaba aquello), pero iba a guardar la calma.
Al sonar la campana, todos acudieron a sus perspectivos e, instantes después, apareció el maestro
—Hola. Para el que no lo sepa mi nombre es Thomas Dent, y seré su tutor y profesor de historias –se presentó.
Pero todos ignoraron el profesor cuando posaron su atención en el chico desaliñado que había entrado. Su pelo rojizo estaba completamente echo un asco y solo bostezaba y se rascaba la cabeza. Caminó sin pronunciar palabras hasta el asiento y, sin decir nada, se puso a dormir.
Las clases transcurrieron, por fortuna, rápidamente. Y yo no podía sacarme de la cabeza aquel chico al cuál debía de pedirle una disculpa por la exagerada forma en que lo insulte, debía de explicarle que tenía un mal carácter, que casi nadie entendía y explicarle que me conllevo a dicha cosa.
Pero no sé porque quería darle explicaciones, si el no era nada mío, no lo conocía y sin embargo quería hacerlo, quería explicarle las cosas y que todo esto se arreglara...
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Este es el tercer capítulo de "Desde que te conocí". Como les dije, es un poco más largo que los anteriores, en el próximo seguirá la continuación de este, espero que les guste.
Gracias, gracias por leerme!❤
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•Desde Que Te Conocí•
Teen Fiction~Ella era un misterio que nadie se molestaba en resolver. Ema Williams, una de las más populares de la secundaria, es decir para una chica de 17 años, castaña, ojos marrones preciosos, de un carácter que muy pocos comprenden y a la que la mayoria d...