Heartlines

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Just keep following the heartlines on your head


-¿Dónde estás, Sam? Hace diez minutos que estoy parado en la entrada esperando a que llegues.


-La avenida por la que estoy yendo es un infierno caótico de autos. Avanzo un metro cada cinco minutos, y a este paso voy a llegar al salón para cuando todos se hayan ido. - Steve maldijo la elección de Sam por haber decidido ir en autos separados; si hubiese viajado con él, ahora estarían adentro tomando unas bebidas y Steve hubiese estado mucho más calmado.- Pero creo que tengo una salida a unos 200 metros así que voy tomarla y en veinte minutos estaré por ahí. -Steve cerró los ojos y suspiró.


-Okay, Sam. Mientras que estés aquí. - Pudo sentir cómo Sam sonreía.


-Tranquilo, amigo. Aguanta sólo veinte minutos y llegaré a tu rescate. - Ambos dijeron adiós y cortaron.


Steve guardó su celular en sus pantalones y posó su mirada en los escalones de marfil, decorados en las barandillas con cintas blancas y violetas, y en la gran puerta de madera que se encontraba al final. Estaba abierta y se podía escuchar música que sonaba en su interior, junto con las voces que charlaban allí dentro. Ver todo eso lo hacía preguntarse si de verdad debía entrar a la fiesta.


Claro que sí, idiota. Escuchó a su voz interior. Es la fiesta de casamiento de tus mejores amigos. Si no entras, te convertirás en el peor amigo del mundo. Natasha te mataría si supiera que no estuviste presente por culpa de una estúpida persona.


Eso era verdad. Natasha lo mataría. Supo que tenía que estar ahí para brindarle apoyo y mostrarle su felicidad por su casamiento con Clint. Y no era que no estaba feliz por ellos, claro que no. Ellos se merecían lo mejor de lo mejor. Se habían conocido años atrás en la universidad y habían estado meses sin parar de coquetear pero sin ninguno de los dos dando el primer movimiento para invitar al otro a salir. Steve había estado harto de escuchar "Natasha dijo esto..." y de "Clint hizo lo otro..." y un día los sentó a ambos en su departamento y les dijo que si no empezaban a salir, él dejaría de ser el amigo de ambos. Clint y Natasha habían sonreído, se habían levantado de la mesa y se habían ido juntos a un café. Steve nunca había estado tan orgulloso de haberlos impulsado a hacer eso.


Ahora, cuatro años después de esa tarde, Steve se encontraba usando un traje elegante negro, una camisa blanca y una corbata azul y dudaba de su asistencia a uno de los hechos más importantes de sus amigos porque él estaba siendo un estúpido cobarde.


¿Qué era lo peor que podía pasar? ¿Ver a su ex-mejor amigo y no poder disfrutar plenamente de una de las mejores noches de la vida de sus mejores amigos porque ya no eran amigos? ¿Verlo y no poder reír juntos al ver a las personas borrachas hacer el ridículo en la pista de baile? ¿Verlo y no poder bailar con él porque seguramente iba a bailar con una mujer hermosa o coquetear con un hombre? ¿Verlo y no poder abrazarlo como antes lo hacía? ¿Verlo y no poder decirle cuanto lo extrañaba? ¿Verlo y no poder hacer volver el tiempo atrás?


Bueno, sí. Todo eso era lo peor que podía pasar y seguramente otras cosas peores. Sólo tenía que pasar un par de horas en el mismo lugar y evitar cualquier contacto mínimo.

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⏰ Última actualización: Feb 08, 2017 ⏰

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