Las ilusiones te van a devorar.

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Thomas estaba escribiendo mientras escuchaba música, cuando de repente su mano empezó a temblar y sus oídos dejaron de funcionar... El muchacho no sabía qué pasaba, todo lo que sostenía cayó al suelo pero no oyó ese estrépito, estaba alejándose del mundo real. De repente su campo de visión se volvió negro, y sintió unos dedos arrancándole un ojo. Gritó y gritó, pero esa dimensión paralela estaba enmudecida respecto a su dolor. Chorreando sangre por la parte izquierda de su rostro, despegó con esfuerzo las pestañas de su ojo restante. Prefirió haberse quedado ciego antes que ver lo que había frente a él. Un 'ser' sostenía su globo ocular en una lengua que parecía seccionarse en dos, lamiéndolo. Su boca no tenía labios, era piel muerta de la que directamente salían trozos de diente largos y afilados, cubiertos de sangre, el chico no sabía si esa sangre le pertenecía a él o al propio espécimen que se hallaba ante él. Este cerró las fauces extrañas y el ojo explotó salpicando sangre por todos lados, tras ello rompió el cuello de su víctima, pero para desgracia de Thomas no murió y quedó con la cabeza desencajada mientras unas uñas extrañas de color del fango rompían su camisa y procedían a rasgarle el abdomen en dos. Más gritos. Se sentían más de dos voces, cada vez más fuertes, pero de la garganta rasgada del muchacho no salió ruido alguno. El monstruo introdujo su extremidad hasta el fondo del agujero en el cuerpo, y tiró del esternón para metérselo en la boca y sorberlo como un spaghetti. En el suelo teñido de rojo no paraba de caer más líquido corporal y ríos carmesí.
—Por qué no muero, por qué...—intentaba balbucear la víctima.
El fenómeno rugió y formó lo que aparentaba ser una sonrisa para después agarrarle del pelo y poner su cara frente a la suya. Sus ojos eran dos llamas azules crepitantes, que empezaban a chamuscar la piel de Thomas. Siseó.
—Porque tú eres yo ahora mismo, necesito tu cuerpo, estás atrapado en mi ilusión, ahora te dejaré ir...—
Tras las últimas palabras sintió un tirón y con sorpresa miró a su alrededor, pensando que todo había sido una horrible pesadilla, pero había goterones de sangre resbalando por las paredes, y su familia yacía a sus pies con sus abdómenes abiertos con marcas de dientes rodeándolos; con las cuencas de los ojos vaciadas. Sintió una arcada y su cuerpo convulsionó. De repente una figura le llamó la atención... Su propio cuerpo estaba colgado de una cuerda atada en el techo. Un ahorcamiento. Pero eso no era lo peor, su cara lucía una sonrisa de oreja a oreja, y sus ojos estaban en blanco.
—Satanás te ama...—susurró repentinamente su propio cadáver, tras esto varios dientes le cayeron y el espíritu del adolescente sintió desmayarse.
Cuando abrió los ojos, estaba al aire libre, al lado de un mausoleo, y cuando reparó en las inscripciones lo recordó todo. Todos muertos... Sin querer sonrió y algo dentro de él cambió.
—Satán, he plantado mis células en este cuerpo y ahora es de los nuestros.—susurró antes de mirar su mano.
Abrió y cerró la palma.
Tras ello, repentinamente, se la arrancó de un mordisco y echó la cabeza hacia atrás con un ataque de risa mientras intentaba masticar.
Donde anteriormente estaba su mano creció una masa negra exactamente igual a la del ser que le había poseído.
Su cuerpo empezó a mutar y una garra salió de la tierra y tiró de él con una risita. El último pensamiento racional y 'humano' del joven fue: —Debo dejar de leer a Stephen King antes de irme a dormir.

La parte prohibida de mi imaginación Donde viven las historias. Descúbrelo ahora