Esperando

Rendición

¿Es demasiado tarde ya? No, nunca lo es, o eso es lo que piensa en estos momentos, cuando se encuentra viajando en aquel avión hacia Japón.

Esta vez es definitivo, ya no le queda nada mas que seguir con su vida como la ha aceptado.

Y a pesar de que lo piensa de aquella forma, sabe en un lugar de su corazón, oscuro y solitario, que esta perdido, porque si, para él ya es tarde.

Pero solo para él.

Yuri esta vez está en Rusia, odiándolo como nunca antes, entrenando con la fuerza de siempre y sabe que no lo seguirá, nunca mas lo hará. Ese pequeño chico...

Sus dedos tamborilean sobre una de sus rodillas y su vista se enfoca en las nubes, en el horizonte, en Yuuri esperándole en Hasetsu. Su beta, si, su beta...

Él era Viktor Nikiforov, la leyenda viviente, el Alfa de hielo, solitario, enmascarado en una sonrisa radiante, vivido, ameno... Y Yuuri, su Yuuri le conocía así ¿Por qué cambiarlo ahora?

- Ah, Yuuri...

Sus pies al fin estaban en suelo japonés y no podía sentir mas alivio, no porque le hubiera molestado el vuelo, estaba acostumbrado a ellos, si no mas bien porque era su modo de escape, de su vida, de su pasado, de todo lo que se podía decir de él en Rusia.

De dejar de escuchar a aquellos que le recordaban que no había un omega para él en esta vida.

Era como cargar una cruz inmensa, incluso sabía que el pequeño gatito enojón sería un gran alfa y encontraría a alguien, si que lo haría, porque este dolor debía vivirlo solo él, así estaba destinado.

Es por lo mismo que agradeció a aquel chico japonés cuando lo conoció, lo sacó del poso, lo elevó, lo llenó de un sentimiento que pensó no vivir jamás. Su Yuuri, su beta.

Nada le importaba que se hablara de ellos, bien se había encargado de demostrar a todos en cada competencia o a cada lugar que visitaban, que no necesitaba nada mas que a él, que un alfa y un beta podrían vivir de la forma en la que cualquiera, que era feliz, muy feliz con él a su lado.

Si solo Yuri le entendiera y le dejara partir sin molestarse.

¿Cómo podría explicarle a aquel chico que fue durante años su compañero, su amigo, su confidente... Que se sentía solo, que necesitaba amor? ¿Por qué Yuri no podía entenderlo? Aquello le dolía, pero sabía que era su karma por haber hecho mal las cosas desde un principio. Por haberlo abandonado sin cumplir su promesa, por haberlo dejado partir solo sin siquiera un adiós, cuando le siguió en su primer viaje a Japón, cuando no se interesó ni por él ni por su carrera.

Y si que estaba podrido, Yuri estaba bastante podrido como para decirle que lo prefería muerto, que no le quería volver a ver en la vida, que se jodiera, que nunca pensó que preferiría un culo a una amistad. Y muchas cosas mas...

Aunque fue una de ellas la que mas le dolió, incluso el recordarlo le hacía sentir como si le clavaran un cuchillo en el pecho, en el lugar donde se encuentra su corazón.

"Ya verás, Viktor, seré mejor que tu en todo y lo podría apostar. Romperé cada uno de tus records, cada uno e incluso te ganaré en aquello que tu nunca jamás podrás ganar. Seré un alfa como tu, si, pero tendré a mi omega, porque aquí el único que está destinado para estar solo eres tu, ese cerdo nunca te podrá satisfacer como un omega, como el omega que jamás vas a tener... "

En sus ojos había visto el odio. El rencor con el que escupía cada palabra, el hecho de que hubiera querido decirle todo aquello en un lugar tan intimo, que lo hubiera apartado de todos y de todo para poder decírselo, porque sabía que le heriría, lo sabía muy bien.