Corría a toda prisa, sin mirar hacia atrás, no sabia a donde ir, que es lo que tenia que hacer, estaba muy nervioso, tengo que calmarme un poco. Me adentre en el bosque, yo vivía en un lugar demasiado apartado de la civilización, encima de una colina, sin casas alrededor, lo único eran arboles y mas arboles, era muy triste vivir así. Me acuerdo cuando me aburría y mi hermano el dormilón dormía, me ponía a jugar con los trabajadores de la casa, podía ser muy pesado, ellos me decían que estaban trabajando pero a mi me daba igual, ellos eran como mis amigos, amigos de mas de treinta años...El chef era como un gran amigo que yo tenia, el siempre tenia tiempo para mi, me lo pasaba muy bien con el, me daba pena el no haberme podido despedir de el, espero volver a verlo algún día. Mis años de adolescencia es la típica de niño rico que no puede salir a la calle por miedo a que le hagan daño y tiene todo lo que quiere solo que me di cuenta tarde de que ni tengo todo lo que quiero ni estoy a salvo en mi propia casa.Por fin una carretera, sonreí, estaba cansado pero tenia que darme prisa para llegar a un pueblo o ciudad y buscar un lugar para pasar la noche mientras veía la carpeta con mas tranquilidad y comiendo algo porque tengo mucha hambre, coloque mejor mi mochila y corrí lo mas rápido que pude, empezaba a agotarme, iba cuesta abajo por toda la carretera y no veía nada nuevo solo carretera, arboles, monte pero nada de un pueblo o una ciudad, ni siquiera una casa pero un ruido inesperado me sorprendió por la espalda, era un coche, pare y me puse enfrente impidiéndole continuar con su marcha.
- ¡Eh!, ¿que estas haciendo ahí?, apártate. - Me grito un hombre mayor con malas pulgas, vestía un peto azul, mayor de unos cuarenta años, no era un coche, era un camión y transportaba algo quizás iba al pueblo y me podría acercar.
- Por favor, necesito ayuda – Susurre agotado, me faltaba la respiración, tuve que alzar la voz porque me dijo que repitiera lo que había dicho, no me escuchaba pero tampoco daba mas de mi, como echaba de menos mi habitación, mi cama.
- Sube, te llevo a donde quieras ir, ¿necesitas que te lleven no? - Saco la cabeza por la ventana y al verme cambio su rostro, la furia se desvaneció, saco una sonrisa.
- Si
Subí al camión y le dije que me llevara al pueblo o a la ciudad lo que estuviera mas cerca, me miro con el ceño fruncido y yo me limite a sonreír nerviosamente pero no me dijo nada, arranco y me relaje.
- ¿Tienes hora? - Pregunte.
- Si, son las tres y media de la tarde.
Miraba por la ventana, esos arboles que iban desapareciendo y iban volviendo así una y otra vez, esos arboles me habían dejado pensativo, cerré los ojos, donde estaría mi hermano, mi hermano es una de las personas mas fuertes que conozco, se que estará bien, lo conozco, le quiero mucho, se lo he dicho en varias ocasiones, el nunca me lo ha dicho a mi, nunca me ha dicho nada bonito, no suele expresar sus sentimientos y lo entiendo, cada persona es diferente.
- ¿Me escuchas? - Mierda...¿llevaba hablándome todo el rato?
- ¿Si?
- Te estaba preguntando que como te llamabas
- Me llamo Elian y usted?
- Puedes tratarme de tu, ¿tan viejo te parezco?
- No, claro que no – realmente si, me parecía algo mayor, como dije antes de unos cuarenta años, un hombre pelado, musculoso, en su hombro llevaba un tatuaje grande era una serpiente, también tenia una en el cuello pero mas pequeña, eso me pareció curioso, me sonaba de a ver visto ese tatuaje en una de las puertas de mi casa, mi padre nunca me dejo pasar por....por...realmente debo decir que es idéntico. Una puerta gigante y unos hombres que tenían la misma serpiente, si, recuerdo que también habían hombres que lo llevaban, lo recuerdo perfectamente, era como un sello y estaba completamente seguro de que era el mismo, solo que el dibujo de la serpiente de la puerta y de esos hombres eran de color verde así que a respirar porque creo que el de este señor es azul, voy a mirarlo otra vez sin que lo note, ¡lo sabia!, es...es verde. muy bien, ¿y ahora yo que hago?