PROLOGO:
Caminaba por la cuneta del camino sin mirar a los transeúntes con los que se cruzaba. Sin devolver las miradas de los que reparaban en que iba cubierto de sangre ya seca, y con profundos cortes en torso y brazos.
Víctor acababa de enfrentarse a uno de esos seres que se esconden en lugares lejanos, de esos de los que gusta a la gente hablar pero que nadie ve.
Una Arpía, una de esas mujeres de aspecto encantador que se alimenta de los niños que roba en las comarcas y pueblos. La había seguido desde Melfas hasta el pequeño pueblo de Etïum, pero llego tarde su hermano ya estaba muerto cuando encontró la cueva en la que vivía aquella criatura, lo único que pudo hacer fue vengarse dando muerte a la arpía.
Ya podía imaginarse a su dulce y tierna madre rota por el dolor de la pérdida, la veía: su cara desencajada, sus ojos verdes anegados en lágrimas, oía sus gritos de dolor y la sentía temblar entre sus brazos; también podía ver a su padre con su amable rostro despojado de toda emoción, vacío como el castillo sin las carreras del pequeño Cosme, sin las risas de su hermano.
El mismo sentía morir una parte de el, era consciente de que una parte de su corazón había dejado de moverse para siempre junto a Cosme, una parte muy grande. También podía sentir el viento contra su cara y las heridas que lo cubrían casi por completo, sentía las miradas y oía los cuchicheos pero no le importaban nada.
Víctor era alto y fuerte, de ojos verdes y cabello oscuro, de porte elegante y sencillo, era atractivo. Pero nada de eso le importaba ya, había perdido a su hermano a manos de una arpía, a la joven a la que amaba por culpa de un leprechaun, a su mejor amigo engañado por los encantos de una ninfa, y sin duda su madre no tardaría en irse tras la pérdida de su hijo menor.
Estaba más vacío que nunca, más hundido que en toda su vida, era hora de un cambio y lo iniciaría el si era necesario....
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Relatos Cortos «Criaturas Insólitas».
FantasyColección de historias sobre todo tipo de criaturas mitológicas y fantásticas, desde las más dulces y compasivas, a las más oscuras.