XIV

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P.O.V;J.Ariana

-Esto es incómodo- susurré.

-Lo es ¿corremos?- respondió Jess.

-¿No se vería muy obvio?

-No lo sé, no creo- siguió susurrando- no hay más alternativa.

-¡Chicas! ¿¡Por qué susurran!?

El increíblemente disimulado grito de Frida hizo que la parejita frente a nosotras dejara de comerse, y ahora nos observaban.

-¡Por un demonio Frida! ¿Por qué siempre gritas?- Jess estaba roja del coraje o ¿era vergüenza?

-Me encanta joderles la existencia- sonrío maliciosa.

Jess solo suspiró sonoramente mientras yo reía. Frida siempre nos molestaba, solo para sacarnos de nuestras casillas, lo cual lograba muy a menudo y sin ningún esfuerzo. La mencionada caminó hasta nosotras sentándose a nuestro lado y con una sonrisa en su rostro preguntó:

-Acaso Melani y Mark las tienen incómodas con su sección de besos- subió y bajó sus cejas.

Jess le dio una mirada fulminante mientras yo solo seguía riendo.

-Vete a freír espárragos Frida- se levantó y se fue.

Frida rió.

-Tu prima es una persona con poca paciencia.

-Si así es.

-Me gusta, creo que será a la única que joderé durante el fin de semana-río maliciosa- Por cierto, hay fiesta en la cabaña de en frente en la noche, estamos cordialmente invitados. Así que a las ocho todos aquí enfrente.

-De acuerdo, iré a avisarle a los demás- avisé.

Entré a la casa, ignorando olímpicamente la atenta mirada de dientes de conejo y caminé hasta la cocina encontrándome a los demás.

-Fiesta, en la noche, en la cabaña del vecino de enfrente. A las ocho todos en la entrada listos- sonreí.

Jeiry me observó.

-¿Podrías hablar con oraciones completas? Y ¿al menos sabes de quién es la cabaña?- preguntó con tono autoritario.

-Hablo como quiero y no mamá, no sé de quién es la cabaña- sonreí hipócrita.

-Nunca piensas en los riesgos Jong Ariana. Y si...

-Hay por amor a Dios Jeiry, solo es una fiesta, ¿que podría pasar? Vive la vida mujer, terminarás arrugada antes de los cincuenta- interrumpió Nany.

-Yo solo les advierto.

-Si, si, si. Entonces hermanita, ¿A las ocho listos?- me preguntó Nany.

~🥂~

-Júralo, júrenme que mi maestro de música es el dueño de esta cabaña- río Nany.

-¿Min Yoongi?- preguntó Jess.

-Sip

-¿A quien le importa de quién sea la casa? Es una fiesta y aún mejor, ¡nuestros padres no están!

-Pero estoy yo- habló Jeiry

-¿Y?- respondimos al unísono.

-Frida tiene razón- concordó Tae- ¡vamos a embriagarnos!

Y así todos fueron desapareciendo dentro de la casa. Unos en la pista de baile, otros en la barra improvisada y los demás pues, solo Dios sabe dónde están en estos momentos.

Yo mientras pues estoy aquí al lado de dientes de conejo, sentada, ya que el señorito aquí mencionado no quiere bailar y realmente ya me estoy aburriendo, no puedo hacer nada, ¡hasta para ir al baño me persiguió!

-Debo salir- no aguanté más.

-¿Que? ¿A dónde vas?- preguntó incrédulo.

-A dar una vuelta Jungkook, estoy jodidamente aburrida aquí.

-Entonces voy contigo.

-No, quiero estar sola, no quiero aburrirme más.

Salí de allí, me quité mis sandalias y comencé a caminar por la orilla del lago. Esto me relaja, me ayuda a pensar en mi y en nadie más, ni en mi noviazgo forzado, ni en los problemas, nada.

Me senté en la orilla, estirando mis piernas para mojarlas y cerré mis ojos, disfrutando más el momento.

-¿Disfrutando la fiesta?

Abrí mis ojos y miré hacia el lado encontrándome a Hyung Sik con una pequeña sonrisa en sus labios, haciendo que yo sonriera también.

-La verdad me gusta más lo tranquilo.

-Si, siempre has sido así- susurró perdiéndose en sus pensamientos.

-Si, siempre peleábamos por eso.

-Yo quería música...

-Y yo quería silencio- interrumpí recordando nuestras tontas peleas.

Hubo un silencio de varios minutos hasta que el lo rompió.

-Siempre me gustaste- tragué grueso- Desde la primera vez que te vi con tu vestido rosa y dos coletas entrando a mi casa. -sonrío- Me gustaste aún más cuando se te cayó un diente, te veías tan adorable. Y ahora me gustas más. Te has vuelto toda una hermosa mujer- se acercó- Que me encantaría poder besarte y tenerte conmigo todos los días desde que volví.

Tragué grueso. ¿Qué se supone que le diría? Dios de la Santa papaya ayúdame.

-Me gustaría ser ese principe azul que siempre anhelaste de pequeña- habló cerca, muy, cerca.

-Es una pena, ya tiene uno y créeme es muy celoso.

Dios era que me salvaras no que me enviaras un conejo.

Million Dollar Man|| J.JkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora