#4

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—Pasa, por favor.

Entré a la casa de Paul y sonreí al ver lo rústica que era. Todo estaba amueblado aún al estilo de los 50's y el penetrante olor a madera inundaba mis fosas nasales.

—¿Pino? —Pregunté, animándome a dar un pequeño paseo por la sala de estar.

—Algo así—Se rió de mí y se colocó a mi lado.

—¿Cómo?

—Ya sabes... madera noruega.

Asentí en silencio y vi como su rostro se enrojecía un poco al confesar que se trataba de un pino bastante barato. No tenía porque avergonzarse, yo no lo veía mal.

—¿Vives solo entonces? —Pregunté nervioso.

—Sí.

Una sonrisa pícara se formó en mi rostro y agradecí que Paul hubiera dicho eso. Nunca había hablado de su vida privada en lo que llevaba de conocerlo, así que me alivie.

—Genial —Lo tomé de la mano e intenté darle un beso en los labios, pero él ladeó el rostro de forma coqueta y comenzó a caminar rumbo a las escaleras.

—Vamos a mi habitación.

Muchas escenas indecorosas se formaron en mi mente, pero decidí controlarme y seguirlo hasta su habitación. Cuando llegamos, me di cuenta de que estaba prácticamente vacía. Sólo había una cama en el centro y una alfombra frente a ella.

—¿No tienes alguna silla? —Pregunté como quien no quiere la cosa, esperando que me ofreciera sentarme en la cama, pero me decepcioné al ver que simplemente se alzó de hombros y salió de la habitación.

—Diablos —Susurré sentándome en la alfombra. Paul regresó a los pocos minutos con una botella de vino en una mano y dos copas de cristal finas en la otra.

—¿Te gusta el vino tinto?

—Por supuesto —Respondí nuevamente animado, pensando que la oportunidad de pasar la noche con él aun estaba vigente. Paul vertió el delicioso líquido en ambas copas y me tendió una.

—Es una noche fría, ¿no crees? —Me dijo con voz suave mientras daba una pequeña probada a su copa. Yo lo imité y sonreí.

—Bueno, podemos calentarla —Dije con doble intención y le guiñé un ojo.

—Eres un cerdo, Lennon.

Reímos bajito con los labios pegados al filo de las copas y bebimos nuevamente. Era un vino muy bueno. Él se sentó al borde de la cama y yo continué en la alfombra.

—¿Por qué tan vacía tu habitación, Paul?

—Me gusta ser sencillo.

Yo sabía que era mentira, pero lo dejé pasar. No quería arruinar la noche que tanto había ansiado ya desde hacia un par de meses. Paul me traía loco, y él lo sabía, pero nunca dejaba que yo llevara las cosas a otro nivel.

Quizás aquella noche tendría suerte.

Continuamos hablando de cosas triviales y (otras no tanto) hasta eso de las dos de la mañana. Paul había llevado otras dos botellas en el transcurso de la plática y lamentablemente ya nos habíamos terminado dos de las tres. Podía notar que Paul comenzaba a estar ebrio, pero yo lo dejé para sacar más provecho, así que tomé por fin la tercera botella para abrirla y pasar una noche todavía mejor, pero él me detuvo.

—Basta, es hora de ir a la cama.

Era mi momento. Me levanté y me senté a su lado, tomé su mano con delicadeza y lo besé. Él correspondió al principio y yo festejé en mi interior, pero segundos más tarde me dio un ligero empujón en el pecho y se alejó.

—Trabajo mañana por la mañana —Me dijo riendo.

—Pero yo no —Contesté algo irritado por no poder seguir con lo mío. Paul continuó burlándose de mí y yo lo miré como idiota, pero al ver que esa noche no sería como lo había planeado, me fui a gatas hasta el baño ya que no podía andar más de pie y me recosté dentro de la bañera.

Estaba furioso.

***

El canto de un gallo a lo lejos me despertó. Salí adolorido de la bañera y caminé rumbo a la habitación de Paul, pero ya no había rastro de él.

Estaba completamente solo.

No podía creer lo idiota que había sido por humillarme en su propia casa. Lo único que quería en esos momentos era romper lo que tenía a mi alcance, pero para mi mala suerte aún continuaban allí la cama vacía y la alfombra.

Salí de su habitación y bajé a tropezones las escaleras, y en cuanto puse un pie en la sala de estar, el olor a madera casi me hizo caer.

El olor a esa maldita madera noruega.

—¡Es un estúpido! —Grité con todas mis fuerzas y tiré un televisor que tenía sobre una repisa, el aparato se hizo pedazos y yo continué tirando más cosas. El olor de la madera me estaba matando y yo ya no podía resistir más.

Debía acabar con eso.

Subí nuevamente a su habitación y lo maldije por última vez... antes de sacar un encendedor de mi chaqueta y prenderle fuego a su cama. Las llamas comenzaron a consumir las sábanas y la alfombra, pero lo mejor vino después: La madera de las paredes comenzó a prenderse también.

El fuego se expandió por toda la habitación y mejor salí corriendo de ahí para evitar salir lastimado. Me detuve a unos cuantos metros lejos de la casa y observé el escenario que hizo que mi interior experimentara un sinfín de emociones inexplicables.

Toda la casa se estaba incendiando y eso me hacía sentir muy bien. Quizás no había obtenido lo que quería, pero al menos había hecho justicia.

¿Acaso no era bonito?

Madera noruega.

~°~°~°~°~°~°~°~

Disculpen la publicación anterior, no sé que me pasó :'v

One-Shots McLennonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora