Al despertar se encontró en el brazo una especie de código de barras, la fiesta y parranda la noche anterior había estado tan buena que no se acordaba en qué momento había salido de local, donde seguramente habían marcado el dibujo algo ilegible.
Cuando iba a llamar a su mejor amigo, se dió cuenta que no sabía dónde estaba, ni cómo se llamaba y que él no iba a fiestas desde la secundaria.
La rebelión había comenzado.
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Microcuentos
Short StoryCaían las macetas como meteoritos, los cables bailaban la danza del vientre, el ruido del terremoto 8,8 era ciego, sordo y mudo.