Prólogo

33 1 0
                                    

"Esto es malo, muy malo"- pensaba un viejo mago mientras corría por su vida, a la salida... aún a sabiendas de que no lo lograría.

Su pierna izquierda estaba esquinzada y el brazo derecho lo tenía roto, y, si a eso le sumamos que había perdido su báculo, su piedra protectora y su animal espiritual no contestaba sus llamados, era obvio que estaba en problemas. Sus compañeros se habían sacrificado por él, muriendo a manos de los devoradores, dándole la oportunidad de huir con la piedra originaria.

Aun así sabía que no sería suficiente, iba a morir, pero por lo menos no dejaría que se hicieran con ella.

Dobló por un pasadizo a su derecha, y al llegar a unas escaleras uso el aire para impulsarse, en vez de subir lentamente a pie, pésima idea.

Siguió por el pasillo pobremente iluminado por antorchas y el piso lleno de agujeros, aunque el anciano los conocía tan bien que para él eso no era problema alguno. Sin contar que podía verlos gracias a la magia que le proporcionaba el éter.

Siguió medio corriendo, medio rengueando a través del pasadizo sin permitirse descansar al menos un momento y más aún cuando escuchó espantosos rugidos en algún pasillo cercano, detrás de él. Era una suerte que fueran ciegos.

Llegando al final del pasillo sintió temblores ocasionando que piedra y polvo cayeran del techo, hecho que lo urgió a tratar de ir más rápido de lo que podía.

Ya empezando a ver la pared del final pasillo quedó horrorizado al ver a sus compañeros magos, algunos muertos, otros luchando en las ultimas, unos pocos terriblemente heridos y un par en "buen" estado, aun así siguió andando, la razón era que ellos le estaban dando tiempo pues defendían la salida.

Pero no logró ser suficientemente rápido.

Una masa informe carmesí salió del oscuro pasillo y lo golpeó mandándolo contra la pared, rompiéndole un par de costillas y derrumbando una parte de esta y el techo sobre el mago, que inmovilizado por el dolor no pudo hacer nada por evitarlo. Sin embargo la avalancha de rocas nuca llegó, en su lugar solo calló un montón de polvo que desconcertó al mago y al monstruo.

Aprovechándose del momento el anciano trató de ponerse de pie y echar a correr, sin embargo la bestia reponiéndose también, saco una viscosa y chorreante garra, con la que atrapó al anciano empezando a estrujarlo rompiéndole otra costilla para después lanzarlo al piso donde quedó esperando el golpe final, mas este nunca llegó.

El repugnante ser con un rugido de indignación desapareció a través del oscuro pasillo como si un gancho invisible lo hubiese jalado desde la obscuridad.

Al mismo tiempo el mago fue jalado por una cuerda, envuelta en una extraña aura verde cerrándole las heridas y quitándole el dolor, cuando se detuvo estaba con los otros magos, bastante más jóvenes que él.

-gra...gracias- logró farfullar tratando de ponerse de pie

-de nada –contestó el que lo había llevado a la salida- ¿la tienes?

-sí, si –de su uniforme sacó un trozo de tela que servía como envoltura para la gema- tómala y llévatela, entrégala a la Orden con tu grupo.

El otro mago tomó el envoltorio como si fuera radioactivo y salió corriendo, mientras su silueta en la oscuridad se perdía el anciano de nombre José suspiró "es lo mejor" pensaba, sabía que no podría llegar más lejos que donde estaba ahora.

En eso el ser que antes había dejado atrás en el pasillo apareció nuevamente, rugiendo de cólera junto a una docena más de sus compañeros.

Los magos colocándose en posición de lucha esperaron la muerte. Acertando tristemente.

Nadie salió con vida, a pesar de que lucharon con todo lo que tenían, solo lograron acabar con la mitad.

Sin embargo el mago hizo una promesa, terminaría lo que no logró completar, aun si era después de la muerte.

Un año más tarde nació Joaquín Rodríguez un niño que sin saberlo tendríaque dejarlo todo y enfrentarse a la muerte muchas veces.

espero les guste esta nueva historia, la actualizare cuando pueda

la vida ¿o muerte? de un magoWhere stories live. Discover now