Uno más

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Como bailaba, como si fuera una con el ritmo. Sus caderas se movian lentamente y esa mirada juguetona no dejaba de mirarme. Esa sonrisa traviesa que tenía en su cara mientras me insinuaba a ir con ella. Y fui con ella.
...

Me gustaba la seguridad que me transmitía, sabía que había más de una razón para dejar de besarnos, que su novio podría enterarse y no necesitaba más problemas, pero sus besos en mi piel hacían que me olvidará de todo lo que nos rodeaba.

Me enfoqué solo en ella. En nosotros. Y empecé a disfrutar el momento.

Ella siguió besando mis labios, sus manos me tomaban del mentón para pegarme más, una de mis manos recorría toda su columna vertebral mientras que la otra acariciaba su pierna y la apretaba más a mi.

Podía sentirla.

Me hacia sentir escalofríos, me contagiaba de su adrenalina, de su pasión, de su lujuria.

Hubieron momentos más intensos que nos cortaban la respiración, una cercanía; la intimidad mezclada con la emoción de que alguien nos descubriera creo la sensación más indescriptible.
...

Los días pasaban, ella y yo eramos inseparables.

No había un momento en que no dejáramos de hablar por mensaje, ratos en que estábamos juntos platicando sobre lo que sea.

Fiestas, tareas, películas, salidas, comidas. Etc.

Todo venía incluído con besos, abrazos y caricias. Cada día la conocía más y cada día dejaba que me conociera más.

Sentía que por fin había encontrado a esa persona que me comprendería en la más mínima bobada que saliera de mi boca. Y lo hacía. Y ella sentía lo mismo. Y me lo decía.

Y entonces pasó, nos dimos cuenta de que habíamos sido solo un instante. Unos meses en que solo existimos ella y yo.

Los suficientes como para que cuando llego el momento en que ella se marchó, me doliera.

No puedes parar lo inevitable, así como no pudimos evitar tener un comienzo tampoco pudimos evitar el final.

Escogió.

Claramente todos saben cual fue la decisión.

Creo que tuvimos que dejarlo en lo que fue realmente.

Un simple desliz de borrachera.

Ya saben, la típica historia de ellos, se conocen en la secundaria, el chico popular, ella también. El es tonto como una piedra, ella no.

Y no pude hacer nada. Como siempre. Un fantasma más que se subía a mis hombros.

Una Hoja De PapelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora