1. El Tigre y el Rey

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Era una noche demasiado ajetreada en el antro. Iba por su cuarto shot y la gente parecía llegar a
raudales. Cambió rápidamente el disco en la tornamesa y mezcló varios sonidos que había
practicado en casa y que, al parecer, a la multitud de esa noche le gustaba.

Varios sostenes y tangas con números escritos estaban sobre su tornamesa y varios más caían cerca de sus pies. Se había acostumbrado a esas atenciones de las chicas, algunas incluso lo esperaban a altas horas de la madrugada. Había sido un poco incómodo al principio pero supo cómo rechazarlas de una forma amable. Una de ellas, pelirroja y de ojos azul profundo era la más persistente y, como cada viernes, estaba presente pero esta vez no estaba sola como tantas veces. Un chico alto con el mismo corte de cabello que él la acompañaba. El hombre era alto y de ojos azules o tal vez grises, su voz sobresalía entre los demás con gran altanería proclamándose a sí mismo como "El Rey", a su lado estaba otro chico rubio con expresión arisca. El rubio vestía con animal print y su cabello estaba atado en una coleta. Sólo alcanzó a ver como aquel chico rubio fruncía aún más el ceño por algún comentario de la pelirroja.

Sin despegar la mirada de aquel trío continúo con su labor de DJ. Casi era su hora de salida así que
luego de varios remix y un par de servilletas con números de chicos o chicas inscritos en el papel
corrugado dio su mejor esfuerzo para dar por terminada esa noche.

Dejó la tornamesa y cedió su lugar a su compañero Seung-Gil. Entró al cuarto de empleados, tomó
las llaves de su motocicleta, su chaqueta de cuero negra y una botella de agua. Estaba tan cansado
que llegaría a su departamento y caería directamente en la cama. Ya a la mañana siguiente se preocuparía por las deudas y quehaceres domésticos.

Suspiró y salió de la habitación encontrándose con la pelirroja. Diablos que la mujer era atractiva y
su cuerpo era hermoso pero Otabek la había rechazado en varias ocasiones y esa vez no sería la
excepción.

—¿Te vas tan rápido, Ota? —dijo la chica con un puchero y la mirada nublada, estaba borracha—
¿Por qué no me invitas un trago?—

—Disculpa, estoy ocupado esta noche.—

—Vamos —la pelirroja dio pasos temblorosos hacia Otabek. Cuando estuvo a su altura, acomodó un
mechón tras la oreja del Kazajo—, sólo será un Martini y después podemos comprobar algo que se
rumora.

—¿Ah sí? —Otabek se removió incómodo y la chica soltó una risita— ¿Qué se dice de mí?

—Que te llaman "El Guerrero" por ser feroz en la cama.—

Arqueó una ceja y una chispa de alerta recorrió a Otabek de pies a cabeza. La mujer frente a él no lo
dejaba pensar coherentemente. La chica coló una de sus manos por debajo de la chaqueta y se dio
su tiempo para acariciar el paquete de seis en el abdomen de Otabek. El hombre olvidó lo cansado
que estaba con esa caricia y la chica aprovechó esa reacción a favor. No perdió la oportunidad y se
acercó a besar los labios del contrario.

✖✖✖


La música era amortiguada por el húmedo de sus labios al juntarse creando una danza donde
sus lenguas se mezclaban en sintonía. Sus pálidas manos recorrieron todos los músculos que tenía a
su alcance, con la zurda rodeó el cuello de su acompañante y con la diestra se dedicó a acariciar el tatuaje en el brazo.

Los tatuajes de su pareja lo volvían loco aunque no lo admitiría frente a nadie. Le encantaban las
sensaciones que los brazos del mayor producían al posarse alrededor de su cintura y cómo su ávida
lengua recorría toda la piel de su cuello. Amaba a JJ y cada comentario narcisista que provenía de él,
pero también amaba esas muestras de afecto que le daba cuando los demás se descuidaban. Amaba
cuando lo adulaba por la ropa que usaba y jugaba con sus largos cabellos rubios.

Yuri Plisetsky estaba enamorado de Jean-Jacques Leroy. Pero dentro de todo ese revoltijo de
sentimientos que tenía hacia el canadiense existía algo que no lo dejaba tranquilo. Había una
pequeña parte de él que le gritaba que todo aquello que hacía era incorrecto.
Las manos del pelinegro bajaron hacia los tonificados muslos, acariciándolos de arriba abajo
mientras que con su antebrazo tenía al rubio sujeto por la cintura. Yuri salió del revoltijo de
pensamientos cuándo su espalda tocó el frío azulejo del lavamanos. Se dio cuenta que por muy
poco, su amada camisa de estampado de tigre era retirada.

—Aquí no —murmuró el rubio con sus labios hinchados.

—¿No sientes esa excitación de ser descubiertos?—JJ besaba con anhelo el cuello del menor—
Además... Estoy caliente

—Pero... m-me si-siento mal—mintió, tenía que encontrar una excusa para frenar aquel acto—. No
me siento preparado aún.—

JJ se separó de Yuri con una inminente molestia en sus pantalones y, a pesar del dolor, le ofreció una
radiante sonrisa a Yuri. Lo tomó de la mano mientras que con la otra acomodaba su camisa. Eran esos pequeños detalles los que hacían que Yuri dudara sobre negarse a hacer el amor con su pareja.

—Vamos por Mila—dijo aún sonriendo.

—Vamos por la bruja—contestó el joven Ruso.

El camino para llegar hasta su amiga no fue tan difícil. Ambos chicos sabían que ésta estaba detrás
de aquél serio DJ. Yuri no le dio importancia, el chico no tenía nada sobresaliente en él. Lo único
atractivo era su expresión siempre seria y dura así como también el corte de cabello, pero claro, JJ
también tenía ese corte.

—Vámonos de aquí.—

Reconoció la voz de su amiga y rodó los ojos con fastidio. Sólo esperaba que no fuera tan estúpida y
que por primera vez usara su cerebro para evitar acostarse con ese tipo.

—Mila, es hora de irnos—

Escuchó como su novio hablaba con diversión ante los insultos que provenían de la joven rusa.
Varios minutos después salió arreglándose el vestido y con la chaqueta de su novio, seguido de ellos, aquel hombre hizo acto de presencia restregando sus labios con un pañuelo que cada vez se teñía de carmín.

—Otabek ellos son mis amigos—dijo Mila con una sonrisa y señaló a ambos—, JJ o "El Rey" y él es
Yuri "El Tigre".

El joven extendió su diestra y saludó a ambos, aunque con Yuri detuvo su mirada y lo analizó, como si buscara algo en él.

—Si te acuestas con ella—dijo Yuri—, usa condón. No quiero saber qué Mila tiene alguna ETS—soltó
con tono molesto.

El DJ abrió los ojos como platos y sus labios se curvaron sólo un poco, casi imperceptiblemente. Yuri pensó que quizá no estaba del todo mal.

—Me retiro—dijo con su varonil voz y dejó a aquel trío atrás.

Su mente sólo era ocupada por su nueva táctica y la tentadora propuesta de aquella chica. Debía tomar una decisión.
Al llegar a su departamento fue directamente a su habitación y se despojó de su ropa. Era una
propuesta interesante y ganaría dinero muy fácil, ayudaría a su madre a vivir junto a él y le daría la
vida que siempre mereció. Frotó su rostro y tomó su móvil, tecleó varias veces hasta encontrar el
nuevo contacto y envío la única palabra que se encargaría de cambiarlo todo:

Acepto.

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La canción en multimedia se llama "Spotlight" de Monsta X.

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