Yottámetro

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- Estoy jodido...
- Gilipolleces. Estás bien. Siempre lo estás.
- Me acaban de dar una paliza, por el amor de Dios Hoseok...
- No vas a venir.
- Pero...
- Sin peros. Estás bien, ha sido solo una pelea. No vas a venir esta noche a mi casa.
- ¡Oh que te jodan! ¡Podría estar ahora mismo de camino al hospital, joder!
- Pero no lo estás. Hurra, que afortunado. Ahora, si me disculpas, tengo una pizza familiar que comerme. - y colgó, dejándole con el teléfono presionado a su oreja mientras chasqueaba la lengua.
- Puto capullo...- murmuró mientras pensaba que podía hacer en vez de ir a casa de Hoseok, pero realmente quería pasar el rato con su mejor amigo y esa pizza familiar. Así que aunque había escuchado más veces que nunca ese "no vas a venir" sus pies se dirigieron a la casa de su amigo.
La chaqueta vaquera no era una gran adversaria para aquella noche de otoño, que había secado rápidamente la sangre esparcida por su cara de aquella pelea estúpida.
"Seguramente," pensó Namjoon, "en cuanto llame al telefonillo me dejará pasar y me dará un trozo de pizza mientras me repite lo jodidamente idiota que soy." No era la primera vez que Hoseok le decía que no se iba a quedar, no era la primera vez que se peleaba y definitivamente no era la primera vez que se saldría con la suya.
Encendió un cigarro obviando el dolor de sus nudillos al sostener el mechero, todos rojos y despellejados. Sí, había quedado mal, pero el otro tipo también.
Una vez se llevó el cigarrillo a los labios se guardó el mechero de nuevo y dejó las manos en los bolsillos, andando rápido en dirección a la casa ajena, dando caladas y dejando escapar el aire por la nariz sin molestarse a quitarse este de entre los labios.
La casa de Hoseok no estaba lejos de la suya, pero no tenía ganas de presentarse allí, no con la cara llena de golpes, los nudillos ensangrentados y su camiseta desgarrada.
La puerta del portal estaba abierta, como siempre, mientras entraba y se colocaba con una mano el pelo, recordó las múltiples quejas de la madre de Hoseok respecto a la cerradura inservible de aquella puerta.
Subió los escalones de dos en dos hasta el tercer piso, iluminando los rellanos a su paso con las luces automáticas. Una vez llegó a este fue a llamar a la puerta cuando escuchó la característica risa de su mejor amigo, hablando con otra persona. Curioso, más que otra cosa, pegó la oreja a la puerta de madera ajena y se quitó el cigarrillo más que medio consumido por las cenizas. No podía identificar que decían, pero descartó que fuera la televisión. Hoseok tenía visita.
Sabía de buena tinta que su madre estaba fuera de la ciudad, además, aquella voz era de un chico. Y Hoseok no tenía un padre al que atribuirle aquella voz.
La curiosidad le carcomía justo cuando escuchó que las voces se acercaban a la puerta, obligándole a recular hacia las escaleras para esconderse en el anonimato de estas.
- ...que no se podía ir hasta que terminara de leer, ¿sabes?
Una vez más la risotada de su amigo, y aquella voz... nítida y clara, pero sin caer en aquel momento de quién se trataba.
- Sí, sí, una chica de clase, tuvo que hacer lo mismo.
Ambos reían, disfrutando de una conversación la cual para él no tenía sentido alguno, pero aun así tenía que escuchar mientras algunos pasos y el sonido que creía que era la llamada al ascensor sonaban de fondo.
- Oye, muchas gracias por invitarme, lo pasé muy bien esta noche.
- No tienes por qué darme las gracias, quería hacerlo.
- Bueno, ya sabes, por ahí corren rumores sobre mi y a mucha gente no le gusta acercarse por ello, por si entran en el ajo sin querer o lo que sea...
- Ahh... eso... sí, algo escuché... pero bueno... -¿Hoseok sin palabras? Eso era nuevo para él, siempre encontraba la palabra exacta para el momento justo. Era su don. Y escucharle titubear le pilló desprevenido. - me alegra que hayas venido, ¿podemos repetirlo otro día?
Se iba. Se iba tras que escuchara el sonido de las puertas del ascensor. Se iba y aun no lograba hacer click en su mente y descubrir al chico que había tras esa voz. Armado con sigilo e impaciencia se asomó a descubrir quién era el que estaba con su mejor amigo. Y allí, resplandeciente, con una sonrisa de oreja a oreja se encontró con el sunbae de ambos Kim Seokjin. Un chaval a punto de entrar en la universidad y del cual corrían ciertos rumores de homosexualidad que si bien, a él ni le iban ni le venían hasta que vio con sus propios ojos como este se inclinaba hacia su amigo para sellar el trato de verse nuevamente con un beso suave en los labios ajenos. Consternado, su boca se medio abrió por la escena, dándose cuenta de que estaba muy a la vista y debía volver a esconderse.
- Repitámoslo. Hasta mañana Hoseok - se despidió con una pequeña risita coqueta, que le sacó un poco de quicio, sobre todo por la ausencia de respuesta coherente del otro. Las puertas del ascensor finalmente se cerraron y los pasos de su amigo se dirigieron hacia la casa, cerrando esa puerta también. Y allí, con el cigarro consumido entre los dedos y el ceño fruncido por lo que acababa de ver, Namjoon se preguntaba qué cojones acababa de pasar y qué cojones iba a hacer.
Y la respuesta no era fácil, pero fue irse a casa.

A little closerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora