VI : >> Enredo mental <<

72 9 2
                                    

Aproveche de tomar un sorbo de mi refresco, el cual tenía un toque exquisito de menta y fui al grano:

--James, quiero ser precisa contigo. No me gusta alargar las situaciones y no avanzar ni un poco, por ahora no hemos dicho nada y vine aquí con el propósito de saber realmente algo de ti, no tenerte como un completo desconocido. —le dije, mirándolo directamente hacia sus ojos y sin recibir alguna mirada alguna por su parte.

--Te quería decir lo mismo, pero empezare a contarte lo más importante y reciente de mi vida, si es que te interesa... —exclamó, cruzando sus brazos y recostando su espalda con la dura superficie de la silla.

--No tengo ningún problema, pero yo empezare con preguntas y tu respondes, ¿te parece?, para hacerlo más didáctico y de la misma forma obtengo lo que me es necesario saber de ti. —dije con un tono seco, cruzando los dedos de mis manos por debajo de la mesa, sintiendo su sudor. James asintió con su cabeza, afirmando que estaba dispuesto a mi pequeña interrogación.

--¿Qué edad tienes? ¿Cómo fue que conociste a los chicos? ¿A qué te dedicas?, esto es fundamental por ahora y me largare de aquí. —dije, tomando nuevamente otro sorbo de mi té.

Se inclinó hacia mí, pero continuaba con sus brazos cruzados, diciendo:

--Tengo 16, conocí primero a Joseph porque él asiste a clases de karate, nuestra amistad comenzó en ese entonces. Llevo tiempo en esto y me encanta, porque sé que es un deporte que te limpia el alma diariamente, yo lo siento así, luego de cada entrenamiento. Me dedico a ir al instituto, estudiar, estar en mi casa, no suelo ser de los que van a fiestas...-- dijo rápidamente, mientras volvía a tomar un utensilio para comer los últimos pedazos de su bocadillo.

--Creí que eras amigo de Hannah, no solo de Joseph. Por cierto, te ves más grande. —dije, liberando una pequeña sonrisa de mis labios.

--Hannah está en el proceso de formarse en una persona importante en mi vida, se ha portado muy bien conmigo, al igual que Joseph, que es mi mejor amigo. Llevo con el, 4 años de amistad y Kat... ¿Desde cuándo los conoces?—dijo, limpiando con una servilleta rosa, las migas que se situaron en la comisura de su boca.

--Bueno, ellos son mis amigos de instituto, desde hace ya un tiempo que son parte de mi vida, llevamos 6 años. —dije, mientras sentía el vibrador de mi celular, alguien no paraba de llamarme, seria de seguro algún problema, así que tuve que decirle:

--James, creo que tengo una urgencia, ¿me permites contestar?— le dije, mientras sostenía nerviosa mi celular entre mis manos sudorosas y pálidas.

--Dale, no tenías para que pedirme permiso, a mí no me molesta. —dijo, sonriendo.

Dirigí mis pasos hacia el baño, ya que ni loca contestaría de una forma relajada en frente de James, que había sido muy agradable conmigo, pero no poseía el título de "amigo" por ahora. Entrando, me dispuse a contestar, el número que estaba intentando localizarme, no pertenecía a mi lista de contactos, de igual forma, decidí responder:

> Kat, ¿En dónde diablos estas? No tenía forma de llamarte por mi celular, creo que lo deje en casa, te pido que regreses ahora mismo, Annie no tiene llaves para entrar. < -- suspiró.

> ¿Mamá? < --exclamé asustada.

> Pues sí, ¿Quién más? ¿Esperabas otra llamada? < -- dijo exaltada.

> No, te equivocas...pero respecto a Annie, voy enseguida, ¿En cuánto rato llegas a casa? < Le pregunte, para calcular cuando rato me quedaría con James, ya que, sabía que mi hermana podría esperar unos minutos más en el umbral de la puerta.

> Llegare en unos 45 minutos más, pero debes ir A-H-O-R-A < dijo enojada.

> Ok mamá, voy ahora mismo. Adiós... < le corté.

Regrese a donde James, pero no había nadie en la mesa, quizás se había ido para que yo pagara la cuenta, fue al baño o simplemente se enojó y se largó de nuestra pequeña cita. De todas formas, no podría quedarme ni 5 minutos más con él, tenía que pensar en mi hermana y que mi madre podría pedir unos minutos antes en el trabajo, tampoco pretendía ser regañada. Llegue a la mesa, para chequear si algo se habría podido quedar, pero solo había una pequeña nota de color amarillo que resaltaba dentro de las flores rojas del macetero, no estaba cuando habíamos llegado, podría haber sido James. Saqué suavemente el papelillo, abriéndolo y leyendo cada palabra de su contenido:

{     Kat: tuve que irme, no me di cuenta del reloj, hasta que recibí muchos mensajes de los chicos de karate, diciéndome que si iría o no. Fue lindo conversar contigo, a la noche te hablare, cuídate y que tengas una buena tarde. Atte: James    }

Arrugue aquella nota, para guardarla en mi bolsillo, supuse que había pagado la cuenta, me tenía que ir rápidamente a casa. Abrí la gran puerta, llegando a la calle y caminando de regreso, pero mi mente seguía en aquellos ojos almendrados, en aquella sonrisa que ocultaba un misterio único, que de alguna forma, ahora James no sería tan desconocido, sabía que estaba en proceso de ser un amigo, que al menos sabía esas pequeñas cosas de él. Ahora podría ser, que yo le causaría dudas, considerando que no hable nada sobre mí, ni tampoco le di el espacio para que indagara en mi vida.

En la noche, tendría a dos personas conectadas conmigo, queriendo conocerme, dando de su tiempo en una simple pero divertida charla, desenredando nuestros problemas o un sinfín de cosas que ni yo misma podría descifrar. Mi corazón no se involucraría con ninguno, no piensen que soy la típica protagonista de novela juvenil, que está dividida por dos chicos, si es así, se equivocan. Lo que hace mágico e importante todo esto, es que sinceramente, nunca he podido hacer amigos por mi cuenta, excepto Joseph, que es un caso totalmente diferente.

No tuve ni tiempo de sacar mis audífonos, de escuchar ninguna canción, trataba de enfocarme en llegar pronto, ahora me quedaban solo un par de cuadras, tenía miedo de que Annie no estuviera esperando o que estuviera muy enojada, pero no podía ser la última, ya que no era mi culpa que fuera tan desorganizada con sus cosas.

Estando a pasos de casa, vi a Annie riendo a carcajadas con su celular en mano, quizás estaba chateando con alguien, por lo que no me preocupe demasiado y mantuve mi caminata lenta. Ella ni cuenta se dio de mi llegada, pero mi intención fue asustarla, por lo que puse mi mano sobre su hombro y ella dio un brinco acompañado de un espantoso grito, diciéndome:

--¡KAAAAAAT, RIDÍCULA! PODRÍA HABERME DADO UN ATAQUE AL CORAZÓN, CHISTOSA. –exclamo, mientras ponía una de sus manos en su pecho y tratando de recuperar el aire.

--Perdón Annie, es que...-- dije, mientras comenzaba a reír y no lograba terminar lo que quería decirle, pero es que la expresión de su rostro y toda la escena, fue demasiado gracioso para mi, ojala hubiese grabado aquel momento.

--Termina de hablar, animal—dijo enojada.

--Nada, ya no importa—dije sonriendo, mientras abría la puerta de la casa y nos recibía Rocko, mi...

CATFISH: la distancia siempre trae problemas©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora