Day 1

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Eran las 9 de la mañana, y faltaban oficialmente 5 minutos para que las clases empezarán. Michael Clifford resopló, sentado sobre una de las mesas del comedor, y rodeado por un grupo algo numeroso de chicos y chicas que parloteaban, aunque él no escuchaba ni una sola palabra de las que pronunciaban. Elevó sus brazos, estirándolos sobre su cabeza, al mismo tiempo que bostezaba por el cansancio. Theresa, una chica que realmente no pertenecía al grupo de populares pero de alguna manera estaba allí, lo observó por el rabillo del ojo.

"¿No dormiste bien?" Michael estuvo a punto de salirle con una grosería, pero al ver la expresión curiosa y sin segundas intenciones se ruborizó un poco. Negó con la cabeza.

"La verdad es que no" respondió sinceramente, la chica suspiró.

"Quizás si vas a clases antes puedes dormir un poco antes de que el señor Evans llegué" Michael elevó ambas cejas. Era cierto que aquel señor rechoncho y molesto llegaba a veces hasta media hora después de que las clases comenzaban. No era una mala idea, ni mucho menos.

Michael sonrío ligeramente a la chica. Era bastante baja, tenía unos lindos ojos color miel bastante inusuales que resaltaban en su piel morena, era delgada y tenía unas mejillas gorditas que Michael apretaría sin parar de no ser el 'chico malo' del instituto. Era tierna, pero no era el tipo de Michael.

Ninguna chica era el tipo de Michael.

"Buena idea, gracias, linda" la chica sonrió, de vuelta. Michael se bajó de un salto de la mesa, y se detuvo al lado de la muchacha. No pasaba de los 1,60 y Michael se sintió un gigante. Ella miró a duras penas directo a sus ojos. "¿Cómo te llamas?" Michael no solía preguntarle a la gente su nombre. Tenía que darle una muy buena primera impresión para que eso sucediera.

"Theresa. Theresa Bennet" Michael le guiñó un ojo, dándole a entender que ya tenía su nombre grabado, y se dirigió con total tranquilidad al salón de clases. Abrió la puerta, y no había nadie dentro salvo el y su sombra, así que se dirigió bostezando de nuevo a su puesto. Se detuvo en seco al ver una hoja doblada (aunque muy arrugada) de papel sobre su pupitre. Tenía garabateado un 'para: Michael ❤️"

Michael frunció el ceño y miro a su al rededor. De nuevo, no había nadie.

Pudo haber tomado el papel, y tirarlo. Pero a pesar de no haber dormido nada en la noche debido a los constantes gritos de su padre con sus mujeres y su madre intentando evitar que esas mujeres entraran a casa, Michael abrió el sobre.

La letra era ordenada y limpia, lo contrario de la de Michael. Se sonrojó al ver lo que decía.

Hey.

Me llamo Luke.

Me siento tres puestos atrás del tuyo.

Un gusto :)

Michael automáticamente giró su cabeza para mirar atrás de él. Observó el pupitre indicado, y el nombre escrito en la carta resonó en su mente

Luke

Habían tres sillas en ese puesto. Michael intentó adivinar quién sería el chico, ya que ahí se sentaban dos, y tuvo la ligera sensación de que la chica que completaba los tres puestos era Theresa, la agradable morena de antes.

Pensó por un momento en el guapo pero tímido chico moreno de cabello castaño con los brazos llenos de tatuajes y marcas que el se excusaba diciendo que eran porque siempre se caía por las escaleras del sótano. Tenía una agradable sonrisa, que no solía mostrar mucho, y por lo que había escuchado, su hermana mayor se había mudado a España a trabajar, quedando a cargo de su abuela, debido a que sus padres estaban de viaje de negocios en Grecia, o algo así.

Ese chico siempre estaba con su compañero, un molesto y estupido rubio que media dos metros y además parecía no medir sus acciones. Tenía ojos azules como el mar, el labio adornado con un insinuante piercing en su comisura derecha, y el cabello peinado en forma de tupé. A veces, se notaba que le daba pereza peinarse así que lo dejaba peinado de lado, por lo que sus rizos (que asombrosamente, éste tenía) caían de hermosa manera al lado de su rostro.

Pero era un idiota.

Michael tenso su mandíbula al siquiera pensar sobre ello. Incluso el sabía medir sus palabras más que él maldito rubio. Eso sí, no se sabía su nombre. Eran compañeros de clase desde los años 1600 pero nunca se había interesado por ser el amigo de un imbecil. Sin embargo, a su lado estaba el lindo y dulce castaño siempre.

Algo le decía que Luke debía ser el moreno, totalmente. Michael continuo leyendo.

Te preguntarás que hacía esta carta sobre tu pupitre, como llego allí y por qué llego allí. Eso es fácil de responder.

Yo la coloque allí, porque me dio la gana. Así de sencillo.

Quería anunciarte que a partir de ahora estás dentro de un pequeño juego que me he inventado el otro día mientras escuchaba Life Of The Party de Shawn Mendes. No preguntes.

Desde ahora, durante 365 días, te llegarán cartas como estas. Quizás cada vez estén en un lugar diferente, en tu casillero, tu sitio favorito para almorzar, o incluso en la entrada de tu casa.

Soy tu vecino, tampoco preguntes.

Y no, no te dejaré cartas de odio ni desprecio. Se lo que pasa en tu casa, Michael. Sé que lloras hasta quedarte dormido, y sigues haciéndote el fuerte.

Digamos que, tú lo logras mejor que yo.

Por cierto, quizás te preguntes si soy el chico de los tatuajes o el estupido.

Solo diré que jamás me he tatuado.

Oye, me gustan tus ojos. Ese verde hace que mis días no sean tan terribles, gracias.

Ah, y esto no viene tanto al tema, pero, pronto serás amado, Michael.

xXLuke.

La confusión, el enojo, y algo parecido a la melancolía se hicieron presentes en Michael, que inconscientemente apretó la hoja con ambos puños.

Primero que todo;

¿Sabía lo que sucedía en su hogar?

Michael sintió como todo se desmoronaba.

Segundo;

¿Era...el maldito idiota?

Michael sintió como su corazón se hacía pedazos. Ése lo había vuelto quién era, aunque no lo supiera.

Tercero;

¿Dijo 365 días?

Michael imagino cómo sería tener que encontrar las 365 cartas. Por un momento se sintió emocionado, pero luego decepcionado. Probablemente era una broma y lo desilusionarían.

Otra vez.

Cuarto;

¿Dijo que le gustaban sus ojos?

¿Y qué...pronto sería amado?

No entendió lo último, así que se quedo con lo primero.

Michael abrió los ojos como platos, y soltó una risilla nerviosa, aunque nadie lo veía.

Se había ruborizado.

Lo había hecho sonreír.

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Ame este cap bai.

xxMary

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