Capítulo 4.

64 2 1
                                    

Llegamos a la cafetería y no había mucha gente. Agarramos una bandeja para poner la comida. Reni eligió una ensalada César con una manzana y agua. Yo, en cambio, elegí una hamburguesa con jamón y queso, una coca-cola y para el postre un muffin. No soy de comer éstas cosas por que nunca se hace en casa. Así que aproveché la ocasión de que mi madre no estaba para controlarme. Nos sentamos en nuestra mesa de siempre. Cerca del patio para ver a los chicos más grandes que juegan basketball.

- Bien, dime que es lo que necesitabas pedirme. - dije mientras llevaba mi hamburguesa a mi boca.

- Bueno, necesito que me ayudes a averiguar si le gusto a una persona. - dijo algo seria.

- ¿De quién se trata? - pregunté confundida.

- Bueno... Em... Este...

- ¡Dímelo! Me pones nerviosa. - levanté suavemente el tono de voz par no llamar la atención.

- ¡Bien! Pero prométeme que no me vas a juzgar.

- Te lo prometo. - entrelazó mi meñique con el suyo.

- Es el profesor Lester. - mis ojos se abrieron como platos.

- ¿T-tu quieres q-que yo...? ¿Tu quieres que le pregunte si le gustas? ¿E-estas loca? - tartamudeé.

- Déjalo, sabía que era mala idea. - bajo su cabeza, decepcionada. No me gustaba verla así. Suspiré.

- Bien, si eso quieres. Lo haré. - dije sonriendo.

- ¿Enserio? ¡Eres la mejor de todas! - exclamó y luego me abrazó.

Genial. Ahora tendría que ir a decirle al profesor que una alumna estaba enamorada de él. No quería tener que hacerlo pero haría cualquier cosa por Reni.

Terminamos de comer y fuimos a la clase de educación física. Fue algo intensa. Como transpiramos mucho decidimos darnos una ducha en el colegio. Después me tenía que ir al trabajo de mamá así que aproveché a bañarme y salir directo en vez de ir a casa y bañarme allá. Salí de la ducha, me cambié y saludé a Reni que ya se iba. Yo era la última que quedaba. Tenía que dejar mis libros en mi casillero así que fui hacia el piso donde estaba éste. Cuando estaba por abrirlo veo que a lo lejos viene el profesor Lester.

- ¿Otra vez necesitas ayuda? - dice simpático mirando al casillero.

- No lo sé, todavía no intenté. - puse la clave y traté de abrirlo pero no funcionó. - Creo que está oxidado y viejo y por eso no anda.

- Como yo. - se rió. - Si quieres lo abro, sacas todas tus pertenencias y las ponemos en el casillero de la sala de profesores hasta que puedan cambiar el tuyo.

- ¿Pero no te traería problemas? - dije preocupada.

- No lo sé, tendremos que averiguarlo. - sonrió. - ¿Qué es lo peor que puede llegar a pasar? Sólo estoy tratando de ayudarte a que tus cosas no queden atrapadas para siempre. - ambos reímos.

- Esta bien. - me hice a un lado para que pueda abrir mi casillero. Forcejeó y abrió. Me ayudó a cargar mis cosas y nos dirigimos a la sala de profesores. Sacó una llave del bolsillo de su pantalón y abrió el casillero. Pusimos todas mis cosas y lo cerró. Me dio la llave para que pueda abrir mañana. - Gracias por ayudarme.

- No hay problema. - dijo tranquilo.

- De verdad, no sé cómo agradecerte. - me sentí apenada por hacerle gastar tiempo. - Es la segunda vez que me ayudas en el día.

- Bueno me vendría bien un poco de compañía en el camino a casa. Siempre me vuelvo solo. ¿Quieres acompañarme?

- Está bien. - fuimos hasta la salida y comenzamos a caminar. Dijo que su casa no quedaba muy lejos.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Jan 24, 2019 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

El profesor de literaturaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora