Capítulo /1/ El baño de Myrtle

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Por mucho que lo intentara, jamás llenaría las expectativas de nadie. No podía cargar con el apellido de su familia y no podía cumplir el destino que decían que tenía. No podía salvar a nadie, ni siquiera a si mismo... Neville Longbottom pensaba a diario estas palabras.

¿Por qué era un león? Recordaba las largas horas que su abuela le había estado hablando luego de recibir su carta de Hogwarts. Como le había dicho que estaba aliviada de descubrir que la sangre mágica de su familia aún corría por las venas de alguien. Claro, ese comentario no le gustó a Neville, porque aun cuando estaban en San Mungo, sus padres continuaban con vida. Esa sangre mágica aún corría por sus venas también, aun cuando su abuela quisiera olvidarlo, pero como se había acostumbrado a hacer, Neville no dijo nada en ese entonces, ni ahora.

Cuando llegó al Sombrero Seleccionador, recordó cerrar los ojos con fuerza y rogarle al sombrero por una oportunidad de ser él mismo y no el reflejo de su padre... y el Sombrero no tuvo mejor idea que enviarlo a Gryffindor, la casa de su padre.

Neville a veces se preguntaba si lo que la Profesora Trelawney decía sobre el destino era cierto: ¿todos nacemos con una historia ya escrita? ¿Vivimos algo que no se puede cambiar? ¿Las decisiones que tomamos son en realidad caminos ya marcados por alguien o algo más?

Si era así, era muy triste... Y si no, Neville a veces se preguntaba si estaría tomando las decisiones correctas.

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El poder de la sangre. El valor de la sangre. La pureza de la sangre... esas frases que su padre había estado repitiendo frente a él desde que tuviera memoria. Todas esas enseñanzas vacías y esas estúpidas creencias sin fundamentos... Pero sobre todo, el miedo... Eso era lo que lo había orillado a este momento, a este destino. Por mucho que tratara de encontrar una única razón, Draco Malfoy continuaba topándose con muchas, demasiadas para poder cambiarlas a todas.

¿Por qué era una serpiente? Su padre siempre le dijo que fuera astuto, que nunca mirara a nadie desde abajo porque los Malfoys eran orgullosos y nunca dejaban que nadie les diera órdenes. Ellos eran los que mandaban, los que tenían el dinero, el poder... Por años Draco lo creyó. Creyó que podía controlar y ordenar a otros, que podía comprar la amistad ajena, que los que lo rodeaban lo obedecían porque así tenían que ser las cosas.

Por todos esos pensamientos, el Sombrero Seleccionador ni siquiera llegó a tocar su cabello antes de gritar Slytherin. Era lo indicado. Era su lugar. El lugar de su familia. De los poderosos.

Pero ahora Draco comenzaba a pensar diferente... Porque su padre, el mismo que le había dicho que ellos, los Malfoy, jamás dejaban que les dieran ordenes, le había dicho que debía obedecer lo que Voldemort le ordenaba. Debía ser un esclavo de la oscuridad o su familia moriría.

¿Qué clase de padre ponía esa responsabilidad en un joven de 16 años?

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La clase de Pociones había terminado finalmente. No podía creer que hubiera mejorado tanto ahora que Snape no era el profesor. Era un verdadero alivio y al mismo tiempo un castigo porque una de sus clases favoritas, Defensa Contra las Artes Oscuras, ahora era impartida por el antes dicho profesor.

Definitivamente, cuando una parte de su vida se acomodaba, la otra se derrumbaba... Aunque Neville escuchó o leyó en algún lado que se suponía que las cosas debían de ser de ese modo, no terminaba de entender y como todo humano no podía evitar pensar «¿porque a mí?»

El león sacó su libro de Herbolaría y comenzó a leer mientras caminaba por los pasillos. Aún había clases a esa hora, pero él por ser de sexto año tenía la hora libre. Siempre le había gustado caminar por los pasillos desiertos y ahora era algo que acostumbraba porque, ya varias veces, sus compañeros de casa le había dicho que era molesto que hablara mientras leía... también se había acostumbrado a eso.

Porque yo entiendoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora