Capítulo /5/ Recuerdos, olvidos y confesiones

54 5 0
                                    

Por leves momentos había creído que hacer aquello le daría más calma y hasta un poco más de confianza, pero ahora Draco solo podía pensar que de alguna manera, Neville podría estar tratando de ayudarlo solo para conseguir vengarse de lo que su familia le había hecho a sus padres y a él.

El rubio dio una vuelta más debajo de sus sábanas, cerrando los ojos con fuerza y apretando sus dientes hasta que sintió una puntada de dolor en sus oídos. Suspiró con fuerza contra la almohada, dándose la vuelta una vez más, quedando boca arriba. Clavó la mirada en el techo de la cama adoselada y luego miro a los lados. Sus cortinas, de un verde oscuro con cordones plateados, estaban cerradas, pero podía escuchar los molestos ronquidos de Goyle y hacía un buen rato desde que dejara de escuchar a Theo pasar la página de su libro, por lo que suponía ya se había ido a dormir.

«Ahora.» se dijo a sí mismo y se levantó despacio, sin hacer ruido. Corrió apenas las cortinas y miró hacia afuera. Todas las camas tenían las cortinas cerradas.

Draco pareció dudar unos segundos, pero terminó saliendo, no solo de su cama, sino del cuarto. Recorrió el pasillo despacio, vistiendo la túnica negra del colegio sobre su pijama blanco de seda. Traía su varita en el bolsillo y caminaba cruzado de brazos para tratar de no sentir frío. Cuando por fin llegó a la sala común, sacó su varita para encender un fuego en la chimenea y empujó el sillón en el que siempre se sentaba para que estuviera más cerca del fuego.

El rubio soltó un suspiro al dejarse caer con poca elegancia sobre el sillón y comenzó a mirar el fuego, dejando que su mente comenzara a divagar y pronto comenzó a recordar esos recuerdos que no le pertenecían y poco a poco comenzaron a llenar su mente de nuevo.

.

Nada podría haber preparado a Draco para lo que estaba a punto de ver. Sintió como su cuerpo flotaba y giraba en el aire, sumergiéndose en un mundo alejado del baño del segundo piso de Hogwarts. Tuvo que cerrar los ojos para no marearse, como cuando se aparecía o usaba los polvos Floo.

Cuando el rubio volvió a abrir los ojos estaba de pie en medio de una calle bastante transitada. Miró a los lados, buscando a Neville, porque era su recuerdo. No tardó en verlo: estaba de pie junto a una anciana, esperando para cruzar la calle. Tenía ropa normal y no traía ninguna túnica. No estaba tan alto como ahora y su cabello estaba algo más largo... Debía ser algo sucedido el año pasado, ¿quizás?

Draco esperó a que el león se moviera para comenzar a seguirlo. Algo en esas calles le resultaba familiar, pero no terminaba de darse cuenta de en qué lugar estaban... Hasta que vio el almacén. Luego de cruzar la calle, la anciana entró primero y luego Neville. Draco se apresuró a entrar detrás del león, antes de que la puerta se cerrara porque, aunque podía atravesar las cosas por ser un recuerdo, era una sensación desagradable.

Miró un poco alrededor, notando que no había demasiada gente en el recibidor del Hospital San Mungo, pero enseguida tuvo que correr para no perder de vista a Neville. Subió las escaleras detrás del león y la anciana, hasta el cuarto piso. La anciana se dio la vuelta y habló:

―Espera aquí, Neville. Déjame entrar a mí primero. ―pidió y recibió apenas un asentimiento.

Neville se sentó en un banco, apoyando la cabeza en la pared, cerrando los ojos para soltar un suspiro. Draco se quedó un rato de pie, cruzado de brazos, simplemente mirando al león, preguntándose porqué de todos los recuerdos en los que podría haber caído, tenía que ser una aburrida visita al hospital. Juraba entre murmullos que si estaban esperando para ver a Potter, no volvería a intentar meterse en la mente de nadie... pero, ¿para que esa anciana querría ver a Potter? El rubio solo suponía que esa mujer debía ser la abuela de Neville ―no lo admitiría, pero recordaba ese horroroso sombrero por la estúpida clase de DCAO de tercer año―.

Porque yo entiendoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora