Capítulo /10/ Oblimens

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Neville no entendía como todo su mundo podía dar una vuelta de 360 grados en una sola noche. Solo había pasado un día desde que hablara con Harry. Había creído que este entendía (al menos un poco) lo que le pasaba a Draco y por qué él estaba intentando ayudarlo.

Ahora estaba de pie en el patio central de Hogwarts, apoyado y sostenido por Luna. Todos los estudiantes y profesores estaban ahí, viendo arriba, el cielo iluminado por el resplandor de la Marca Tenebrosa. Los tintes verdes lo manchaban todo a su alrededor, incluso el cuerpo sin vida de Albus Dumbledore.

.

Harry estaba sentado aun junto a su cama, en silencio. Luego de que Neville le dijera que ellos podían estar en la misma posición de Draco, el chico-que-vivió se había quedado callado y no había agregado nada más. Los ojos claros de Neville- no, en realidad uno solo de sus ojos, porque el otro estaba oculto por los vendajes todavía. Ese ojo miraba con cuidado el rostro de su amigo, buscando si es que por fin había logrado que comprendiera... Pero no encontró nada.

―¿Harry? ―lo llamó, pero el chico no levantó la mirada y todo quedo en la nada cuando la cortina que los rodeaba fue corrida por Madame Pomfrey.

La medimaga los miró por un segundo y le dijo a Harry que fuera a su cama porque necesitaba revisar a Neville y darle algunas pócimas. Harry se puso de pie, sin mirar a Neville y le dijo a Madame que se sentía bien, que quería irse. La mujer lo observó y Neville notó la expresión preocupada que tenía. Ella poso su mano sobre el hombro de Harry y le dijo que luego de revisar a Neville lo atendería y tal vez pudiera irse. Madame desapareció junto a Harry y fue entonces que, con la cortina abierta, Neville notó el resplandor del sol en el piso frente a su cama. Todavía le dolía todo, pero hizo el esfuerzo de estirarse y correr la cortina más cercana a la cama. No recordaba haber visto nunca antes un amanecer tan rojizo como ese. Era hermoso, pero al mismo tiempo le dejaba un sabor raro en la lengua, casi metálico.

―Bien Sr. Longbottom ―interrumpió sus pensamientos la medimaga y sacando su varita comenzó a revisarlo. No pareció importarle que abriera la cortina. ¿Tal vez era temprano todavía? La mujer tenía reglas muy estrictas en cuanto a la privacidad de los pacientes: si ella colocaba las cortinas, estas tenían que mantenerse cerradas -aunque estos no lo quisieran-.

Luego de unos minutos revisándolo con su varita, Madame le dijo que regresaría en un momento con sus pócimas. Quedándose solo, otra vez Neville se perdió en pensamientos, sintiéndose levemente preocupado por Harry y aún más preocupado por Draco. Le gustaría poder tener la libertad de ponerse de pie y correr, recorrer toda la escuela de ser posible, para buscarlo.

―¿Neville? ―escuchó una voz amable, casi en un murmullo y pestañeó una vez, como alejando la imagen de Draco de su mente.

―Profesor Dumbledore ―pronunció el nombre del director y este le sonrió suave.

Siempre le había sorprendido como, aún con la espesa barba blanca, podías notar cuando el profesor sonreía. ¿Tal vez era porque siempre que lo hacía era real? Sus ojos sonreían también, desde atrás de los lentes de medialuna.

―¿Cómo te sientes? ―preguntó el mago mayor, acercándose a la cama.

Neville tomó aire profundo, tratando de mantener a raya su emoción. La única vez que el profesor le hablara- No, en realidad ni siquiera esa vez le había hablado a él, solo había dicho su nombre, regalándole los puntos que le faltaban a Gryffindor para ganar la copa de las casas en primer año... Y ahora que recordaba eso se daba cuenta de lo injusto que había sido todo. Es decir, los Slytherins habían trabajado todo el año por sus puntos y por la copa y... ellos también, claro que sí, pero esos últimos puntos que les dieron la victoria habían sido... huh. Estaba divagando otra vez, ¿verdad?

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⏰ Última actualización: Feb 13, 2017 ⏰

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