Escapaba totalmente a su entendimiento. ¿Tal vez esa era una de las razones por las que era un Gryffindor? No era de la clase de chico que pensaba demasiado acerca de sus sentimientos, solo los sentía. Cuando había conocido a Luna, por ejemplo, el flechazo había sido directo. Prácticamente se había quedado congelado con su Mimbulus Mimbletonia a mitad del pasillo del Expreso de Hogwarts hasta que la chica le dijo que podía sentarse con ella.
Durante el quinto año no había podido concentrarse demasiado en acercarse a ella porque las cosas en la escuela no estaban bien y los entrenamientos con el E.D. y sus esfuerzos por mejorar con su varita lo mantuvieron ocupado, pero aún sin pensarlo, se volvió más cercano a la Ravenclaw de lo que era de cualquiera de sus compañeros. Los incidentes en el Departamento de Misterios también habían ayudado.
«El departamento de misterios...» pensó el león repentinamente y tragó, incómodo, tratando de alejar los recuerdos de su mente.
Esa había sido una aventura que no quería recordar, pero al mismo tiempo sabía que no debía olvidar. La última vez que había visto a Draco, hacía ya tres días, habían hablado de Bellatrix Lestrange y lo que les había hecho a sus padres. Claro, al ver que el rubio Slytherin parecía sentirse culpable ―o al menos eso era lo que Neville había sentido en ese momento― el león no quiso hablar sobre lo que la bruja le había hecho en el departamento de Misterios.
Si cerraba los ojos con fuerza, Neville aún podía recordar ese extraño hormigueo en sus dedos. Solo había tenido que ver a la mujer para reconocerla, y al verla sintió algo que nunca antes en sus ―entonces― 15 años de vida, había sentido: odio. El odio brotó desde el fondo de su vientre como una explosión de fuego que lo recorrió completamente... Pero aun así no pudo contra ella.
... Y terminó recibiendo la misma tortura que había vuelto locos a sus padres.
Neville tembló levemente ante el recuerdo. Definitivamente, eso era algo que no quería volver a sentir.
Había perdido la varita de su padre esa noche, pero las cosas salieron mejor desde ese momento, porque pudo comprar una propia en el verano y había tenido suerte de probarla en su casa, sin temer por la prohibición porque su abuela usaba magia dentro de la casa todo el tiempo.
Era interesante como su habilidad había cambiado y no era solo por la práctica. Presentía que la varita nueva tenía mucho que ver con ese cambio. La sentía más cómoda, más suya. Aún no había tenido oportunidad de usarla en un "combate real" y una parte de él deseaba no tener que llegar a utilizarla, pero solo con recordar lo poco que Draco le había dicho, sabía que desear eso era algo inútil.
La guerra era un hecho. Lo sabía Harry, lo sabía Dumbledore y lo sabía él.
Recordar que Draco le había dado la última confirmación de que algo pasaría ese año en el castillo, no era tan terrible para Neville como pensar que el rubio sería parte de lo que fuera a pasar. Se había prometido que encontraría una manera de salvarlo de sí mismo, por muy idealista y cliché que sonara, incluso en su mente.
―Tiene que haber alguna forma. ―se dijo seguro entre murmullos, olvidando donde se encontraba y recibiendo una mirada repentina de parte de McGonagall.
―¿Encuentra el examen excesivamente exigente, Sr. Longbottom? ―preguntó la bruja en voz alta y sus compañeros levantaron la mirada de sus pergaminos para darse la vuelta y mirarlo.
Neville tragó en seco. Se relamió los labios dispuesto a responder, pero el sentir la mirada de todos sobre él pronto lo hizo sentirse avergonzado. Odiaba cuando llamaba la atención de esta manera.
―No... No, Profesora. ―murmuró, como acostumbraba, con el rostro agachado.
―Mh. ―suspiró McGonagall y enseguida se giró para comenzar a caminar entre los bancos como había estado haciendo y todos los demás alumnos regresaron a sus pergaminos.
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Porque yo entiendo
Fiksi Penggemar¿Qué hubiera pasado si en lugar de Harry, Neville hubiera entrado en el baño de Myrtle en 6to año? ¿Cómo hubiera reaccionado Draco?