Abrázame muy Fuerte

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Abrázame muy Fuerte

- Estoy bien Ezekiel. Gracias por traerme comida, pero como puedes ver no me hace falta. La próxima vez llama antes de venir. – Carol señala un viejo teléfono colgado en la pared de la sala. El hombre ríe ante su comentario irónico.

- Muy bien querida dama. La dejaré ser en paz. Pero vendré dentro de 5 días para ver cómo se encuentra. – sonríe pero lo que sus ojos en realidad advierten es "no aceptaré un No como respuesta". Carol aunque molesta, sabe que no tiene sentido discutir con él. Simplemente no la va a dejar sola. No es que el "Rey" sea un hombre pesado o molesto, es más le cae muy bien, podrían ser buenos amigos, pero ella no quiere entablar ningún tipo de relación con las personas hasta mejorar. Hasta entenderse a sí misma, por eso vive apartada de todo y todos.

- Está bien. Adiós. – blanquea los ojos pero sin embargo sonríe ante la insistente mirada del hombre.

Ezekiel se va solo, en esta visita no trajo consigo a su fiel tigre Shiva. Carol se queda viéndolo marchar hasta que desaparece en una curva. "Por fin sola" se dice y entra derecho a la cocina. Enciende el fuego para hervir un poco de agua cuando escucha un golpe en la puerta. Sobresaltada se prepara tomando el cuchillo de su cinturón y se dirige despacio hacia la ventana. No ve a nadie. "Debe ser Ezekiel que se le olvidó decirme algo." Decide y gira la llave de la puerta, abriéndola despacio. Lo que ve al abrirla la toma desprevenida.

- ¡Daryl! – exclama sin aire Carol. Sale de la casa vieja que ha usado como refugio hasta el momento, creyéndose a salvo y en verdad oculta del grupo de Alexandria, de él. Pero sin embargo Daryl, su Daryl se encuentra mirándola con añoranza parado en su jardín. Hay trazos de lágrimas en sus mejillas sucias. Su mirada es intensa. Da un paso más cerca de ella y la toma bruscamente en sus brazos. La abraza tan fuerte que Carol apenas puede respirar, aun así hunde su cara en su cuello y respira profundamente su olor a sudor, tierra, cigarrillos y el aroma dulce particular de su piel. Un olor no identificable porque es único, de él. Él la levanta en el aire, su cara mojándole las mejillas y el cuello. Él llora desconsoladamente y ella siente que algo terrible le ha pasado. Siente culpa por haberlo abandonado sin decirle nada. Pero si ella se hubiese despedido antes de marcharse, no habría podido hacerlo. El amor que siente por Daryl es tan grande y profundo que se sentía obligada a matar por él, por eso se fue porque no podía matar más, y por él lo habría hecho mil veces más. Teniéndolo en frente de ella, en sus brazos, sabe que seguiría matando por él, para protegerlo, física y emocionalmente pero por algún motivo ese pensamiento ésta vez no la perturba sino que enciende una llama en su corazón. Un anhelo oculto.

Después de minutos abrazándose, Daryl logra apaciguar sus sollozos pero no su corazón que late enloquecido. Carol lo siente y sonríe. Sabe que el suyo late igual de desenfrenado. Se separa de él para mirarlo pero mantiene sus manos en su pecho para asegurarse de que él es real y que en verdad está ahí parado en frente suyo. Daryl la mira a los ojos y le sonríe tímidamente, luego su mirada recorre su cuerpo, inquietándola.

- ¿Cómo... cómo me encontraste Daryl? ¿Morgan te dijo? – pregunta Carol con un hilo de voz. La sorpresa de verlo nuevamente la alteró por completo. Daryl parece tener el mismo problema porque carraspea antes de hablar.

- No. Morgan no me dijo nada. Aunque debería habérmelo dicho. – dice algo enfadado y con la voz ronca. – Te encontré por casualidad. – los ojos se le iluminan y sonríe con nostalgia.

Carol se da cuenta después de unos largos segundos observándose, que siguen parados en la entrada. Le indica con un gesto de cabeza que pase. Daryl se limpia las botas antes de entrar y cierra la puerta. Su mirada recorre el lugar y luego nuevamente se fija en su figura.

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⏰ Última actualización: Feb 13, 2017 ⏰

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