Oscuridad, era lo único que podía percibir oscuridad y nada mas sus ojos estaban vendados y su cuerpo había sido estrictamente acomodado por alguien, solo sabia que estaba atado de manos y pies con el pecho sobre algo que podía identificar como una mesa.
- ahora pequeña perra quieres morir, ¿no? Pues tranquilo, no te preocupes que entrando ha este cuarto lo único que te espera es la muerte solo se paciente y ella llegara.
Su corazón latió con fuerza tras aquellas palabras, sintiendo como sus piernas comenzaban a temblar, lo que sentía iba mas allá del miedo.
- por favor, no lo volveré ha hacer... no quiero, no quiero y menos aquí.
Sabia de antemano lo que pasaba en aquel cuarto, muchas veces en todos los años que estuvo en ese infierno escuchaba que el "cuarto especial" era para todos aquellos que se atrevían a desobedecer, aquellos que debían ser castigados.
- claro que no pequeña perra, este es tu castigo así que solo guarda silencio y has tu trabajo, que alguien ha pagado muy bien ti.
Sentencio aquel hombre con tono burlón, mofándose de la desgracia de aquel muchacho.
- listo señor disfrute su estancia.
Fue la ultima voz que escucho en aquel momento, por lagos segundos todo se volvió un silencio sofocador, no escuchaba a nadie cerca, ni siquiera la respiración de quien se suponía estaba en el cuarto con el, su corazón latía con fuerza, mientras con desesperación movía sus tobillos y muñecas intentando liberarse de las ataduras.
- no te muevas.
Escucho decir con voz grave tras suyo, para después sentir un ardor pulsante recorrer su espalda, había sido golpeado, con lo que pensaba era un especie de fusta para caballos, un pequeño grito salió de su boca, mientras se retorcía por el dolor.
- te dije que no te muevas.
Nuevamente otro golpe fue dado en sus espalda, mas llevaba mucho tiempo en aquel lugar para saber que no podía desobedecer, apretó los dientes con fuerzo intentando soportar el dolor, algún par de lagrimas comenzaban a brotar de sus ojos, mas se mantuvo firme sintiendo como aquel hombre recorría su cuerpo con aquella fusta. Sentía su asquerosa mirada recorrer su cuerpo con lujuria.
- vales cada centavo que gaste por ti. Me divertiré bastante.
Otro golpe fue brindado mas que ahora en sus piernas, después otro más en sus brazos, muslos espalda nuevamente, uno tras otros fueron cayendo como gotas de lluvia en una tormenta, no importaba cuanto intentara soportar los golpes, los gritos de dolor salían por su garganta, mientras torpemente movía su cuerpo con desesperación intentando zafarse, logrando únicamente complacer mas aquel despreciadle hombre.
- así me gusta que luchen, es más divertido domarlos.
Los golpes fueron siendo cada vez más fuertes y violentos, comenzando a abrirle la piel, la sangre comenzaba a brotar con rapidez, resbalando por su cuerpo, goteando un poco en el suelo.
- piedad, por favor.... Piedad, No mas.
Suplicaba con dificultad Ángelo, sus ojos inundados de lágrimas parecían querer cerrarse, la conciencia le comenzaba a abandonar.
Hasta que sintió como lentamente la tela que cubría sus ojos era retirada, la poca luz del lugar no le lastimo, mas bien le ayudo para permitirse verse, a el mismo frente a un espejo, atado sobre la mesa, su estado era deplorable, su cuerpo lleno de moretones y cortadas provocados por los golpes, se miro aterrorizado, para así ver tras suyo a aquel asqueroso hombre por lo que estaba así, no lucia tan viejo tal vez 35 o tal vez 40 años y una tétrica sonrisa descansaban en su cara, mas eso no fue el problema, si no sus ojos de satisfacción y lujuria que reflejaba tras el espejo.
- me pediste piedad y te la daré con la única condición que me supliques que te monte, que me digas lo mucho que me deseas dentro de ti y que conviertas cada gemido tuyo en un relincho para mi deleite.
- hare lo que quiera, pero por favor piedad, no me siga golpeando no creo soportar mas.
Continúo suplicando con su voz quebrada y sus ojos rojos por el llanto, haciendo que aquel hombre sonriera con mayor furor.
- no te escucho.
Ángelo trago saliva, cerrando sus ojos con fuerza.
- mónteme, - intento decir con tono seductor más le era difícil- por favor, no puedo más necesito que me monte, necesito sentirlo... prometo que seré bueno, solo quiero sentirlo.... Relinchare para usted...
Mas lagrimas salieron tras decir aquello, pensaba que tras toda su vida ya no podía volver ha sentirse humillado... pero ahí estaba sintiéndose la peor basura del mundo, todo por aquel hombre.
El castigo continuo aquel hombre lo envistió una y otra vez hasta el cansancio utilizando la sangre que brotaba por su espalda como lubricante, mas no cumplió su promesa al cien, antes de llegar al clímax tomo nuevamente la fusta golpeándole con mayor fuerza una y otra vez abriendo nuevas heridas, degustando los gritos
Ángelo solo podía ver atreves del espejo como su cuerpo era tomado al antojo por aquella persona
Sálvenme.. Por favor alguien sálveme.
Pensaba como siempre siendo consciente que nadie ira a recatarlo, no importaba cuanto cerrara sus ojos intentando evadirse con el recuerdo de sus pequeños hermanos esta vez no le bastaba para escapar de la realidad.
Ellos ya no están, estoy solo y así será hasta mi muerte.
Se dijo a si mismo en un tono casi imperceptible incluso para el, sintiendo como por fin su castigo había terminado, al menos por el momento.
Aquel hombre se marchaba y comenzaban a desatarlo, su cuerpo cayó con pesadez contra el piso. Para por fin quedar inconsciente.
No sabe cuánto tiempo paso inconsciente, sus ojos se entre abrieron lentamente en un intento de reconocer donde estaba, era su habitación, miro los escasos rayos de luz entrando por los barrotes en la ventana, todo alrededor lucia normal.
- pobre chico, vaya que te han lastimado, no te preocupes yo cuidare tus heridas.
Escucho decir a una voz desconocida, sintiendo como este mismo desconocido acariciaba con cariño su mejilla.
Abrió los ojos por completo sentándose por inercia, mirando con suma desconfianza al proveniente de aquella acción.
Se alejo un poco de el acercándose a la orilla de la cama, su cuerpo temblaba podría dar la impresión de ser un pequeño cachorrito apunto de ser castigado.
- no me tengas miedo, yo no voy a lastimarte, mi nombre es Alexiel soy tu doctor ¿me permites revisar tus heridas?
Sonrió tierna mente tras decir aquello, extendiendo su mano con la esperanza que Ángelo la tomara.
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UN MILLÓN DE HOMBRES. [YAOI]
Novela Juvenil¿Por qué tuviste que venderme a todos esos hombres? Ellos me lastimaron, en lugares que ni siquiera conocía.