Tulipanes

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"Hoy se termina todo" susurró el hombre encapuchado que merodeaba los pasillos del castillo...

Con sigilo recorrió cada habitación observando a las personas que mas amaba mientras estas dormían tranquilamente. Dejando en cada una, una rosa blanca...

Ni siquiera pasó por la habitación de los reyes, no tenía que hacer nada ahí. Y con lágrimas surcando su rostro salió del castillo...

"¿Por que te vas Mateo?" preguntó el caballero que custodiaba la entrada...

"Ya me cansé Martín, una cosa es que no me amara... ¡Otra muy distinta es que se burle de esa manera de mis sentimientos!" gritó Mateo lleno de furia...

"Entiendo..." Dijo el custodio agachando la cabeza...

"Fue un placer conocerte, de verdad te aprecio" le susurró Theo con un rápido abrazo...

"Lo mismo digo..." respondió mientras nuestro Caballero se marchaba...

Y así Mateo se metió al bosque que rodeaba el palacio decido a no volver...

Se metió en una cabaña y ahí pasó la noche soñando con su llanto y su decisión toda la noche hasta que la luz del sol lo despertó...

"Ahg... Como me duele la cabeza..." decía para si desperezándose...

Mientras se vestía vio la medalla que su Reina le había regalado cuando le contó de su partida...

La tomó y leyó el reverso nuevamente <<Siempre te amaremos>>

Con una sonrisa triste se la puso en el cuello y emprendió su marcha...

En el castillo todo era tranquilo, a nadie le parecía raro que su caballero se hubiera ido, tantas veces lo había hecho y siempre volvía...

La Reina no estaba tan segura, ella presenció el dolor en su mirada, sus sollozos ya no eran de amor si no de odio, su caballero había llegado a su límite y ella lo sabía...

De pronto las puertas se abrieron, nadie dijo nada cuando vieron a Theo cruzar por ellas, solo siguieron con sus actividades...

Mateo le sonrió a su Reina y la abrazó "Tenías razón, no puedo dejar todo lo que me importa solo porque alguien no me ame. Mi reino es mucho mas grande"

Ella correspondió su gesto y le sonrió...

Feliz de estar en casa, abrazó a sus príncipes, a las doncellas, a la maga, al bufón y por último al custodio mientras le susurraba dulcemente "Gracias Martín, a veces pequeños detalles pueden hacer una gran diferencia" y lo soltó para poner un ramo de tulipanes en el jarrón donde siempre estuvieron sus rosas...

Y todo volvió a la normalidad... Con una pequeña diferencia, Mateo ya no sentía ese dolor en su pecho, ahora veía claramente lo buena que era su vida y las personas maravillosas que tenia en ella...

Mi pequeño reinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora