Prólogo
Durante la misión de rescate de Sasuke tras desertar de Konoha, hubo un par de sucesos que nadie esperó (al menos para Naruto) y que él no quiso compartir con nadie: durante la batalla, Naruto había activado el Rinnegan sin saber como, pero al no conocer sus habilidades no pudo sacarle provecho. Al estar en el hospital, mientras Tsunade-bachan como él le llamaba le revisaba, al darse cuenta del legendario dojutsu, ahora podría tener Naruto el respeto que se merecía, pero él solicitó expresamente que no dijera nada a nadie, ya que él odiaba que lo trataran con respeto solo por tener un dojutsu, prefería ganarselo con sus acciones. Tsunade sonrió complacida por esas palabras y decidió hacer caso del chico al que quería como si fuera un hijo.
Pero eso no era todo, poco después fue llamado a una reunión del consejo. Por fortuna él usó un henge para ocultar su dojutsu, no quería que nadie de ese consejo lo mangoneara. Nada más llegar, vio como Tsunade estaba hundida en su asiento, con un aire... ¿desolado? Algo le daba mala espina, sobre todo cuando el consejo civil, los consejeros y Danzo lo miraban con malicia, mientras el lado shinobi lo miraban algunos con tristeza, otros con neutralidad.
- Uzumaki, ¿sabes por qué se te ha convocado? (Naruto negó con la cabeza) Se te acusa de haber usado el chakra del Kyubi para enfrentarte a Uchiha Sasuke, el cuál estaba dominado por el sello de maldición que Orochimaru le había puesto. Por ello y por fracasar en la misión de traerlo, el consejo ha decidido expulsarte de Konoha.
Si alguien hubiera dejado caer una aguja en medio de aquella sala que se sumió en el más profundo de los silencios, habría sonado como un sello explosivo nada más tocar el suelo; pero eso no era nada comparado con el inmenso dolor que Naruto sintió en su pecho al escuchar aquellas palabras. Definitivamente, lo que Kurama le había contado (Naruto se llevaba "bien" con el Kyubi) se hacía realidad: no importaba cuanto se esforzara y cuantas cosas hiciera bien, a la primera oportunidad que tuvieran lo quitarían de en medio. Tsunade se levantó furiosa y golpeó la mesa, astillandola un poco.
- No permitiré que el hijo de dos valientes shinobis de esta aldea sea expulsado por usar un poco del chakra del zorro.
- ¡Éste demonio es solo un huérfano que nunca tuvo que existir!
Ese comentario desató toda la furia de Tsunade, pero una mano en su hombro la hizo mirar hacia la persona que la estaba deteniendo: Jiraiya. Se calmó y decidió desatar un secreto, pero unas palabras de Naruto la detuvieron en seco.
- Entiendo. Entonces, ¿es definitivo no?
- Así es. Tienes 24 horas para largarte y no volver.
- Si es así, entonces me llevo mi herencia, las técnicas de mis padres y su dinero.
- Y según tú, ¿quienes son tus padres?
- Minato Namikaze y Kushina Uzumaki.
Soltar aquella revelación tuvo varios efectos. El consejo civil estalló en reclamos e insultos por semejante mentira a su juicio. Sin embargo, el lado civil, Tsunade y Jiraiya se sorprendieron pero por diferentes motivos. Para los líderes de clan, era imposible aquello, pero si uno se fijaba bien, podía ver que Naruto era un clon en miniatura de su amado Yondaime: era clavado a él pero su personalidad era igual que la de Kushina. Jiraiya y Tsunade se asombraron por el hecho de quien le habría contado a Naruto aquello, si dicha información era secreto rango S que solo sabían unos pocos. Pero que Naruto lo dijera con esa tranquilidad... algo no iba bien.
- Mientes maldito demonio, tu no eres hijo de nuestro Yondaime (dijo uno de los miembros del consejo encolerizado)
- No es mentira (todo el mundo miró a Tsunade, la cual tenía los ojos fijos en el consejo) Naruto Uzumaki es hijo de Namikaze Minato y Uzumaki Kushina, heredero del clan Uzumaki y príncipe del País del Remolino.
La sala se sumió otra vez en el silencio, si eso era verdad, aun podrían rectificar, pero el consejo civil no iba a dar marcha atrás. Durante una hora estuvieron gritando improperios contra Naruto, amenazas y todo tipo de insultos, hasta que finalmente Tsunade, ya irritada, destrozó la mesa de reuniones, dejando a todos atónitos.
- Viendo que no van a cambiar de opinión con respecto al destierro de Naruto, procederé a cumplir con la voluntad del chico. En unas horas le entregaré la herencia de sus padres, sus técnicas, dinero y su mansión, todo sellado en un pergamino. Y desde este momento, queda terminantemente prohibido acercarse al chico, a cualquier shinobi que se el sorprenda intentando atentar contra él sera ejecutado de inmediato por alta traición. ¿He sido clara?
Esta declaración dejo a todo el consejo sumido en silencio, otra vez. Pero unos pasos hicieron mirar a todos hacia la puerta: Naruto se estaba yendo de la sala. Solo dos personas se pudieron dar cuenta de lo que había en sus ojos: nada, no había absolutamente nada; y eso les estrujó el corazón.
3 horas mas tarde...
Naruto entró al despacho de Tsunade ya que Shizune había ido a recogerle ya que la Hokage le había llamado. Shizune era consciente de lo que le había pasado a Naruto, y estaba muy triste por él, pero aun más cuando veía que Naruto parecía un zombie... No tenía reacciones por nada, no hablaba, todo en él se había ido, y no era para menos: lo habían roto, desde lo más profundo. Ni siquiera el ramen hacía que tuviera alguna reacción. Al llegar a la oficina, Tsunade y Jiraiya lo estaban esperando. Tsunade le abrazó llorando pidiendo perdón por no poder evitar su destierro, por fallarle. Naruto la abrazó y le dijo que no pasaba nada, que él ya sabía que tarde o temprano pasaría, solo que esperaba que pudieran hacerle cambiar de opinión. Jiraiya se ofreció a entrenarle en su exilio, pero Naruto se negó a ello; no quería que su Ero-sannin tuviera problemas por su culpa. Se despidió de ellos y de Shizune y tomó rumbo a su casa, para esperar a la noche para dirigirse a la salida de Konoha. Como esperaba, nadie estaba para despedirse, ya que no debieron comunicarlo al pueblo aún, y menos todavía a sus compañeros. Miro una última vez hacia lo que era hasta hace unas horas a su aldea, para luego volver a mirar al camino y comenzar a andar. No llevaba ni dos pasos cuando...
- Naruto-kun!
Esa voz tan dulce, esa forma de llamarlo. Él se giró y vió a una alterada, cansada y sonrojada Hinata ahí parada, con las manos en sus rodillas, respirando agitadamente; supuso que habrá venido corriendo después de un entrenamiento o algo así. Pero algo le llamó la atención, o más bien un par de cosas: la banda de Konoha no la llevaba en su cuello como era costumbre, y aparte en el suelo vio una mochila de viaje al parecer llena. ¿Iba a despedirse de él, salía a alguna misión? Pero nada le preparó para lo que ella estaba por decirle.
- N-Naruto-kun, yo-yo me voy con-contigo. Si-si tu te v-vas, yo-yo me voy también.
Una ligera sonrisa asomó en los labios de Naruto, pero desapareció tan rápido como apareció. Un ligero asentimiento de su cabeza le dió la alegría de su vida a la chica, la cual cogió su mochila y se marchó con él, con su amado Naruto-kun, sin más testigos de dicha marcha. Nadie sabía que ese era el comienzo del nacimiento de un poderoso ninja...