Único.

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Jimin y Yoongi son unos hermanos bastante peculiares; cuando uno tiraba la piedra, el otro lo alentaba y ambos ocultaban el cadáver del animal de turno.

Sus padres nunca están en casa y no tienen amigos.

«—Ahí vienen, corramos

Los mellizos Min son los bichos raros, siempre juntos, sin separarse un milímetro. Los otros niños no quieren acercarse a ellos.

Cuando sus padres están en casa, sólo escuchan gritos y ellos se refugian en los brazos del otro.

Enfermos.

Están enfermos. Pero ¿Quién les explicó que está mal matar animales? ¿Quién les prohibió quererse más de lo debido? ¿Alguien se preocupó por ellos?

Jimin es el que ruega porque Yoongi le dé un beso.

«—Las personas que se aman se besan, yo te amo, ¿Puedes besarme

Sus labios se encuentran por primera vez y es sólo un roce, de descubrimiento.

Las mariposas revolotean en su interior.

Jimin ama las mariposas, le recuerdan a Yoongi; tan frágiles y bellas, está convencido de que Yoongi fue una de ellas en alguna vida.

Yoongi ama la sonrisa de Jimin; sonrisa que sólo deja ver cuando la sangre mancha su blanca piel, o cuando lo besa.

Jimin adora ver como la sangre salpica el rostro de su hermano, realza su tono pálido y le da una belleza que en ningún otro lado puede encontrar.

Los dos tienen trece años y sólo se tienen entre ellos.

Su padre entra en su casa ese día oliendo a alcohol y cigarros. Jimin quiere vomitar, su padre le causa repulsión.

Yoongi toma su mano, sin expresar palabra alguna, porque es Jimin quien siempre llena el silencio con palabras bonitas. Yoongi besa su mejilla con el rojo corrompiendo su inmaculada piel de porcelana.

Jimin ama el rojo en Yoongi.

Yoongi ama complacer a Jimin.

Sus labios chocan en un beso tranquilo, como todos los que se dan, son sólo para demostrar su amor.

Amor que no dura tanto.

Los mellizos tienen dieciséis años, Jimin se volvió popular, mientras Yoongi, Yoongi se quedó atrás, admirando cómo Jimin le sonríe a aquel muchacho desde las sombras.

Los hermanos se distanciaron.

Jimin cambió. Yoongi no tanto.

Aún siguen tomándose la mano, pero sólo cuando no hay nadie mirando. Sus besos se volvieron inexistentes. Sus tardes de cazar pequeños animales en el bosque atrás de su casa, fueron reemplazados por Jimin yendo a algún lado con sus nuevos amigos y Yoongi tirado en su cama.

Jimin es suyo.

Jimin le pertenece.

Pero no puede decir ninguna palabra, porque Yoongi, siempre cumplió los caprichos de Jimin y ahora no sería distinto.

No hubiera sido distinto si Jimin no hubiera besado al hombre ese frente a Yoongi.

Jimin es de Yoongi.

Yoongi es de Jimin.

Así funciona la cosa, no hay uno si no está el otro, aunque Jimin no lo recuerde.

«—Eres mío.—»

Yoongi lo tiene todo listo. Pronto estarán los dos una vez más, juntos. Sólo ellos contra el mundo.

Jimin sonríe cuando su sangre salpica el cuerpo de Yoongi, la sangre es el accesorio que mejor le queda a Yoongi, incluso más si es la suya.

Espesa, caliente, roja, deslizándose por el cuello de su hermano.

Jimin lo besa cuando la navaja abre su cuerpo.

Enfermos.

Los dos están enfermos.

Oh, bueno, Yoongi está enfermo. ¿Quién le explicó que estaba mal matar a su hermano? ¿Alguien le dijo que estaba mal tener sexo con un cadáver?

Jimin se desvaneció en sus brazos, con una sonrisa tatuada y admiración en los ojos.

«—Te amo.—»

Son sus últimas palabras y sonríe, porque ahora sí estarán juntos por siempre y lo sabe, incluso cuando se está desangrando él sonríe, porque Yoongi se ve perfecto con su sangre.

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Hoy estoy... Ufff.

Quien no haya ido, lea "ángel" 💞

Bye~

Belén

Sangre ||YoonMin||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora