Cuando no te lo esperas

Tapa, hojas y contratapa

Luego de la merienda, fuimos a caminar a un lugar cercano en dónde, con mis amigos de la infancia, siempre iba a caminar o a jugar al fútbol. La verdad es que es olor impregnado del pasto mojado no dejaba de sentirse, la tranquilidad del lugar era inexplicable, casi el paraíso. Fuimos allí con al intención de ejercitar y mientras, hablar.
Nuestra rutina diaria era correr una vuelta y caminar otra, así hasta completar la quinta vuelta. Maggie había invitado a algunas amigas a charlar con ella mientras con los chicos, hacíamos ejercicio. No se podía evitar escuchar y prestar atención a lo que hablaban, se notaba un interés en ese hombre que de un momento a otro cruzaba frente nuestras narices con un estilo canchero que conmovía a las chicas. Yo, celoso de eso, me puse en el mismo ritmo que el lo hacía. Resulta que de un momento a otro, me empieza a hablar, el hombre parece que no estaba en un momento favorable en cuestión familiar, su madre había recientemente fallecido, el hombre estaba tratando de distraerse con algo, trate de consolarlo mientras trotábamos a lo largo del sendero, pero el se negó:

-¿Por qué un hombre desconocido querría ayudarme? No me conoces... - exclamó con un tono de confusión.
-Porque me hiciste reconocer que la tapa de alguien no demuestra las páginas que contiene dentro. - le expliqué brevemente.

El hombre me dijo dónde vivía, y me pasó su número de celular, me dijo que me contacte con él si yo tenía alguna duda sobre algo y además, me dijo que quería revolucionarse.

Revolucionarse, ¿Qué significa revolucionarse? La verdad no entendía que significado le daba a esa palabra ese hombre raro que me terminó hablando normalmente sobre lo que le había sucedido.
Yo pensaba que significaba cambiar, pero para él no era solo eso.

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Luego de que el hombre se marchó, volví con mis amigos y continué ejercitando y hablando con ellos sin profundizar nuestra charla, el hombre finalmente parecía un buen sujeto.

Volvimos a casa. Ya eran las 8:47. El día había sido muy rápido, pero normal, sacando de la conversación a ese hombre. Invitamos a los chicos, después de que se bañaron, a comer a casa. Maggie había preparado una lasagna deliciosa que había conmovido a todas las bocas en las que se introdujo esa deliciosa comida. Mientras cenábamos, hablábamos sobre cada uno y alguna que otra anécdota se cruzaba en la conversación, en un momento alguien tocó el tema de que, supuestamente, un amigo cercano había fallecido, o mejor dicho, sido asesinado. No sabíamos de dónde había sacado esa información tan fuerte Stephen, uno de mis mejores y más viejos amigos, la mesa había quedado paralizada, ni una palabra.

- Luego de que descubrieron el cuerpo muerto, -prosiguió Stephen, que había terminado con ese incómodo y turbio silencio- llamaron a su familia y ellos me contactaron a mí.
- ¿Cuándo se supone que sucedió esto? -interrumpió Yohana.
- Según dice la autopsia, hace cinco días.

Lo mismo que antes, el silencio y la conmoción nos había invadido totalmente que no podíamos mover un músculo. Hasta que Maggie, tratando de colocar cada cosa en su lugar para comprender el hecho dijo...

- ¿Se sabe quién fue el culpable de de esto?. Stephen no supo que decir y revoleando su cabeza de un lado hacia el otro, le respondió.
-Parece que el mundo nos está convirtiendo cada vez en una mierda de personas -exclamé furioso y descolocado del mundo por la situación.

Finalmente, decidimos, para olvidar ese tema tan inesperado, ir a tomar unos tragos a un nuevo 'boliche', como se les dice ahora y calmar los nervios. Minutos después de que entramos vimos al mismo mesero que nos había antendido en el restaurante que fuimos con Maggie la otra noche, fui con ella y le conté. Me dijo que capaz estaba trabajando también en ese lugar, pero no era para dejar de lado, sin duda, ese hombre no me traía buenas vibras.

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Luego de salir del boliche, me acordé del hombre que me había encontrado hoy en el campo de deportes, sentí lo que él sufrió, ese dolor inmenso de saber que alguien cercano no estaba más a tu lado, y pensar que yo al principio lo había prejuzgado mal.