Estrés

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Corrí lo más rápido que pude hacia mi casa, no me ayudaban mis piernas pero yo insistía y las destruía.

Yo: '¡Vete inútil, púdrete!'
Charles: 'No tienes que hacerlo' -en tono de disculpa-.
Yo: 'Pero tú ya lo hiciste' -furioso-
Charles: 'Las cosas se pueden arreglar'
Yo: 'Que me darás, no puedo estar solo'
Charles: 'Pero no lo estarás' -agarra el cuchillo del suelo y, con intención de matarme, me lo arroja en dirección a mi cabeza-

Pude esquivarlo pero el cuchillo me rozó y él logró escapar. Salí a echar un vistazo pero no lograba ver nada, estaba realmente shockeado.

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Pude volver con mis abuelos, ellos me ayudaron a recuperar energía, realmente estaba muy cansado. No puedo parar de pensarlo e imaginarlo, conservo un odio inmenso desde que él me arrebató lo único que tenía en la vida, fue como un knock-out en el primer round. Mis abuelos, también preocupados, trataban de consolarme y llorar junto a mi. Podía notar que ellos también sintieron el mismo golpe que yo, al notar que me abrazaban muy fuerte y eso no es normal.

Días después, volví a mi casa, no podía abandonar ese lugar, además tenía mis cosas dentro. Según me contó mi papá, era muy importante para mi familia; La casa, al parecer, pertenecía a mi tátara-tátara abuelo, se notaba la antigüedad de la casa por la estética de la construcción. Obviamente no lo conocí, pero me dijeron que la casa era más amada que su propia esposa, pensándolo bien, quizá estaba un poco loco.

Pasaron semanas pero no lo vi, no dejó ninguna pista de adónde se había ido, pero no volvió más. Consideré que él ya había conseguido lo que quería, pero yo no. No podía quedarme parado como si nada hubiese pasado. No lo merecía, entonces, fui hacia la comisaría a hacer la denuncia por intento de asesinato, los policías parecían, estéticamente, drogados. No me prestaban atención y se reían de todo.

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La situación no podía ser peor, sin encontrarlo, no podía hacer nada más que quedarme como un estúpido pensando en cualquier cosa.
Mis abuelos no querían que reaccione, ellos me demostraron el verdadero amor familiar, algo que casi nunca notaba, pero pensaba que lo tenía.
No quería hacer una estupidez, pero no podía ignorar el odio interior que cargo desde que lo conocí, cuando se presentó y me ignoró.

Minutos después, recibí una llamada de Julieta, que me contacto para que ella se pueda informar del tema, -ya que ella es abogada nacional, quizá me pueda ayudar- intenté convencerla. Ella me dijo que iba a hablar con el presidente para pedirle permiso para suspender su caso y comenzar el mío, un asesinato e intento de homicidio.

(Espero que les esté gustando está historia, no creo que sea muy larga -a menos que tenga mucho apoyo- porque no tengo mucho tiempo en estos momentos)















Cuando no te lo esperasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora