Capitulo 6 - A quien quiero engañar.

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Tras terminar una ardua tarde de trabajo, preparo todo para irme a mi casa, estoy a punto de tomar el ascensor y me llega un mensaje a mi celular, lo abro y leo:

" Nos vemos más tarde, ni se te ocurra no estar lista cuando pase por ti cariño, besos, Christopher U"

Que tal este, por mi que se compre un mecedor y me espere sentado meciendose toda la vida, no le respondo el mensaje y decido ignorarlo. Cuando llego a mi auto pongo mi bolso en el asiento de al lado y toma unas cuantas respiraciones, esto de tener a Christopher tan cerca me causa estrés innecesario.

A las seis y cuarto llego a mi apartamento y saludo a Triana, me sirvo una taza de Café y me siento en el sofá a descansar. Por si no lo habían notado tengo una adicción al café que ni el mejor centro de rehabilitación puede curar.

Tras terminar mi café me dirijo a tomar una ducha, creo que necesitare una cita en el spa para sacarme toda esta tención del cuerpo. Estoy segura que prefería la carga de trabajo esclavizante que me daba mi jefa a tener menos trabajo y estar a tres pasos de mi sexy jefe.

Esta ducha caliente me relaja, suspiro cuando siento como cae por mi piel el agua, de repente aparece sin permiso en mi mente Christopher, su voz tan sexy y sus insinuaciones me excitan, bajo mis manos y las paso por todo mi cuerpo, abro las piernas y me toco imaginando que es él quien lo hace. ¡Oh si Christopher!, subo mis manos hasta mis pezones y los toco mientras se endurecen como piedras cuando pienso que es él quien los toca, los pellizca y los muerde. Jadeo y siento como el calor se acumula en mi entrepierna húmeda de la excitación que me causa pensar en él.

Salgo del baño y me dispongo a cambiarme para dormir, si Christopher Uckermann pensaba que me iba a intimidar se equivocó, le dejé en claro que no pensaba cenar con él, así que si viene hasta acá son ganas de perder el tiempo.

Cuando son las ocho menos veinte decido arreglarme, a quien quiero engañar, ese hombre me causa tanta curiosidad que decido ir a cenar con él. Me maquillo lo más natural que puedo, después no vaya a decir que me arreglé solo para él, es tan engreído que si me arreglo mucho pensará que me esmeré para gustarle, y no queremos inflarle el ego ¿o si?.

Decido colocarme un vestido blanco manga larga con un cinturón metálico como adorno, es corto pero no es escandaloso. Tomo un sobre de mano y meto mis cosas ahí, reviso el celular y faltan cinco para las ocho, bajo hasta la sala y espero hasta que llegue.

A las ocho en punto suena el intercomunicador de mi casa, se que es el y por eso dejo que suene unos minutos, adora la puntualidad y yo adoro cabrearlo

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A las ocho en punto suena el intercomunicador de mi casa, se que es el y por eso dejo que suene unos minutos, adora la puntualidad y yo adoro cabrearlo. Cuando dan las ocho y diez bajo hasta el portal con una sonrisa en mi boca.

Al bajar lo encuentro apoyado sombre un Aston Martin negro mate que le quitaría el aliento a cualquiera, aunque en realidad el que me quita el aliento y me deja la boca seca es él, vestido con un traje azul eléctrico y esos ojos que me vuelven loca.

Al bajar lo encuentro apoyado sombre un Aston Martin negro mate que le quitaría el aliento a cualquiera, aunque en realidad el que me quita el aliento y me deja la boca seca es él, vestido con un traje azul eléctrico y esos ojos que me vuelven loca

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Se acerca a mi y me besa, cuando termina el beso me dice:

—   Estas hermosa cariño— yo me quedo como lela y no se que decir, así que prefiero no abrir mi boca y callarme. Caminamos de la mano hasta el coche y me abre la puerta para que entre. Coge mi cinturón , mientras yo estoy mirándolo y roza con sus gloriosas manos mis piernas desnudas. ¿Me va a poner el cinturón? Sí, efectivamente, me acaba de poner el cinturón, ahora estoy más atónita todavía.

—   Sé hacerlo sola señor Uckermann. — Le digo irónica.

—   A mí se me da mejor ponerlo cariño. ¿Por qué tan callada? —pregunta mientras maneja concentrado en la carretera.

—   Ya sabe que me siento incomoda con esta situación, no suelo tener citas así con hombres que apenas conozco y menos si son mis jefes. Cuando salgo con hombres pues...

—   Acaso sale con muchos hombres señorita Espinosa?­, No me diga que la lista es grande— me lanza una mirada inquisidora.

Bueno y a este que le importa con quien salgo y con quien no... Respiro varias veces y me mentalizo para no soltarle un improperio a este hombre.

—   Cuando quiero hacerlo lo hago, salgo con quien decido y... sinceramente no se ¿por qué le interesa?.

El no responde y seguimos en silencio hasta llegar al restaurante, sonrió para mi misma, he dejado callado al hombre que siempre tiene algo que responderme.
Cuando llegamos se baja, rodea el carro y me abre la puerta, me da la mano y me ayuda a salir. Cuando bajo del carro Christopher me toma de la mano y caminamos así hasta la entrada del restaurante donde le entrega las llaves de carro al encargado del Valet parking y el maître nos guía hasta un reservado apartado de las demás mesas, abre la puerta y quedo sorprendida con la elegancia del lugar, hay unos grandes candelabros en el techo iluminando el lugar, una mesa para dos con un centro de mesa lleno de lirios y rosas blancas y una decoración completamente exquisita .

—   ¿Te gusta? — vuelve a hablar después de tanto tiempo callado.

—   Vaya, ya yo pensaba que se le había quedado la lengua en el carro señor Uckermann, y si, si me gusta. — ya empiezas con tus jueguitos otra vez Dulce María.

—   Muy chistosa señorita espinosa, muy chistosa...

—   Por favor no me diga Señorita Espinosa, me incomoda que me llamen por mi apellido, siento la presión del apellido de mi familia en el cuello cada vez que lo escucho. Me puede llamar Dulce María, Dulce, Dul.... O como se le ocurra pero por favor no me llame por mi apellido.

—   Esta bien, hagamos un trato, yo no te llamo por tu apellido y tu no lo haces por el mío. Ya te dije que me podías llamar Christopher o Chris —me dice con una gran sonrisa en su cara.

—   Perdone, pero es la costumbre de llamarlo así en la empresa.

—   Pues vete cambiando esa costumbre . — dice mirándome seriamente.

¿Qué la vaya cambiando? ¿Este qué se cree para mandarme así?

—¿Alguna vez deja de ser tan insistente? — le miro con una ceja levantada.

—Nunca — afirma.

—Está bien Chris , pero delante de toda la oficina y en público seguirás siendo el señor Uckermann.

—   Me parece bien, aunque si te digo la verdad, poco me importa lo que piensen los demás.

Nos sentamos y vuelve a quedarse callado, por unos momentos se queda mirándome fijamente como si estuviera analizándome.

—   Vamos a jugar al que hable menos o vas a estar toda la noche mirándome?

—   La vista es inigualable, mirarte es como analizar arte cariño.

Me empiezo a poner nerviosa y me entra ansiedad, mi urticaria empieza a aparecer y Christopher se da cuenta.

—   Qué te pasa Dul? — pregunta preocupado.

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