Todos ustedes son los culpables

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"Pero todos ustedes son iguales"

El ambiente se siente tenso al paso del tiempo sin que el Jefe ni Karamatsu hayan despegado sus miradas, tan intensas que tan solo pueden hablar por ellas mismas. Dillono y Abele no saben muy bien cómo actuar, a los dos les come los nervios por cuál será el siguiente movimiento del Jefe.

¿Te conozco de algún lado?tartamudeo Karamatsu rompiendo la tensión de la habitación.

Tougou sólo sigue manteniendo su mirada en él con su mano derecha en su mandíbula.

MocosaAbele sin reprimir el comentario de mal gusto hace un ruido con la garganta, ¿Qué saben de él?

Sólo sabemos que tiene más hermanos, seis en realidad. Sextillizos, señor.

Karamatsu ve un brillo penetrante y agudo en los ojos del jefe que le hacen temblar y encogerse en su lugar, tal cual un perro lo haría al sentir algún miedo desconocido.

¿Osomatsu?murmura Tougou, su sonrisa se ensancha en toda su cara acuclillándose frente a él peligrosamente cerca.

No, jefeTougou ladea su cabeza a su hombro izquierdo mirando a Abele, este temió un poco dando pasos pequeños para atrás, él se llama Karamatsu.

Es la misma escoriadifama el jefe concentrando nuevamente su mirada en Karamatsu—. No creí volver a ver a alguno de los bastardos Matsuno. Que grata puede ser la vida, ¿cierto chico?

Tougou saca su lengua para lamer toda su mejilla hasta su oreja. Al sentir el tacto de esta, Karamatsu se asquea.

Se alza para retomar camino de nuevo a la salida dejando solo a Karamatsu un tanto aturdido. Por supuesto, él era el hombre que causo un gran revuelo en la familia varios años atrás, aún más a su hermano Osomatsu.

(...)

Entonces imbéciles, ¿Qué le haremos al mocoso ése?

Los chicos y el jefe nuevamente se encuentran en el despacho. A Tougou a cada segundo le llegan más y más ideas del qué podría hacerle a la copia de Osomatsu, tanto que se siente embelesado y a la vez fascinado. Una mano se levanta un tanto cohibida captando la atención del jefe.

¿Qué quieres?pregunta con apatía.

Abele no tan seguro de sus palabras, aprieta sus labios antes de hablar.

No quiero que le haga daño a Karamatsumurmura mirándolo directamente. Su voz ni su cuerpo tiemblan al declarar.

En un segundo, Dillono abre sus ojos temeroso de lo que ha escuchado. Mira al jefe asustado de cuál será su reacción a tal calumnia.

«¡Eres un estúpido!»piensa eufóricamente su compañero en total atemorizado.

Tougou solamente lo ve con facciones serias, como si quisiera saber mentalmente el designio de Abele. Pasan los segundos y ninguno de ellos dos rechista en su duelo de mirada.

Hasta que a Tougou se le adviene una idea, una de las mejores que ha pensado en estos momentos para este chico un tanto afeminado y para la copia de Osomatsu.

Sonríe un poco relajado y cierra sus ojos. Tanto para Abele como para su compañero se atemorizan ante esa indescriptible sensación nueva y desagradable que les yace ahora mismo en sus cuerpos paralizados del nuevo temor.

Díganme chicos, ¿Cuál fue el verdadero motivo del que me llamaron?

Dillono suspira con pesar. A mi compañero se le ocurrió ayudar al chico, sus hermanos lo tratan peor que a un animal. Bueno, diría que hasta tratarían mejor a ese animal que a él­.expresa con voz flojaÉl opinó que los asesináramos pero eso sería muchos problemas y ese asunto no es nuestro.

CorrompidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora