Prólogo

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—¿En serio lo han invitado? —pregunto un chico de cabellos cenizos sorprendido—. Creí que no les agradaba.

Una fiesta que fue planeada por los recién graduados, un evento donde todos debían pasarla bien y que daba inicio a su integración a la sociedad, era algo que debía ser memorable, sin embargo, aquella fiesta tenía un motivo malintencionado. Todos parecían estar enterados de la presencia de un invitado nulamente notable y a quien siempre disfrutaban atacar, Kirios Kratho, era el nombre del blanco de todos, herirlo resultaba divertido para muchos, pues jamás había reacción agresiva por su parte, simplemente se limitaba a sonreír y reír junto a los demás.

—¿Qué haces aquí? —preguntó el de cabellos cenizos a aquel chico de azabache cabellera quien se hallaba solitario en la mesa de comidas

—Me invitaron a venir —respondió con una amplia sonrisa—. Es la primera vez que estoy en una fiesta con todos —Kirios siendo siempre hecho a un lado en cada reunión y fiesta ingenuamente creyó que todos finalmente lo aceptarían como una más, que podría divertirse junto a todos sus compañeros al menos, durante la fiesta con mayor importancia para cualquier estudiante universitario próximo a su integración a la sociedad.

El resto de la noche, Sebastián permaneció junto a ese chico con quien compartía edad, muchos lo miraban confusos pues no era propio de él pasar su tiempo junto a alguien tan normal y simple como lo era Kirios. Justo cuando la fiesta estaba a punto de concluir todos comenzaron a rodearlo.

Sebastián que se hallaba sirviéndose algo de ponche al girar su cuerpo se encontró a todos los presentes formando un gran circulo, como pudo consiguió llegar hasta el frente, al prestar atención pudo ver a Kirios totalmente cubierto de harina, huevos entre otras cosas, las carcajadas y burlas de todos inundaban el ambiente. Cuando poso bien su mirar sobre el moreno este se hallaba con una enorme sonrisa dibujada en sus labios.

Finalizada la fiesta recorrió gran parte del camino a casa junto al azabache—. Si sabías que ocurriría esto, ¿Por qué viniste? —le pregunto mientras le veía la ropa totalmente cubierta por comida.

Kirios simplemente sonrió como siempre—. Quería, aunque fuera una vez, divertirme con todos —el resto del camino ninguno volvió a intercambiar palabras, simplemente se despidieron con un modesto "adiós" al llegar a un cruce donde cada uno tomó distinto camino.

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Espero les haya gustado este pequeño prólogo

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Nos escribimos y nos leemos en el próximo capítulo

¡SAYONARA!

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El idiota del que me enamore (YAOI)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora