Capítulo 1

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—Hombre, ¿Cómo es que te has hecho tan famoso en tan poco tiempo?

—Danos algunos de tus clientes.

Sebastián, aunque no lo deseara, siempre terminaba rodeado de gente con la cual no deseaba convivir, mientras recorrían los pasillos del juzgado uno de sus indeseables compañeros pareció recordar algo.

—Oigan, hoy debido el idiota de Kirios en la sala 3, ¿Vamos a burlarnos de él? —ir a burlarse de alguien no era algo que disfrutara hacer, sin embargo, le provocaba un tanto de curiosidad saber cómo trabajaba alguien tan despistado como Kirios por tratar de defender a otro. El grupo se dirigió hacia aquella parte del juzgado, pero para cuando llegaron el juicio ya había acabado, entre una multitud pudieron contemplar a aquel chico, no lo creían, pero el traje no se le veía mal.

Mientras buscaban al "idiota" lo lograron ubicar junto a un empresario quien le estaba agradeció eufóricamente—. ¡Muchas gracias, muchas gracias! —exclama una y otra vez mientras lagrimas le descendían por sus mejillas—. Aquí tiene el pago.

Cuando se alejó, aquel grupo se aproximó y sus ojos se abrieron como plato al ver la gran cantidad de dinero que estaba escrito en un cheque, la suma era abrumadora en contraste con la cantidad que ellos ganaban, incluso parecía una mala broma. Kirios al verlos los miro un poco confundidos por la forma en como lo estaban mirando—. Hola, ¿Qué hacen aquí?

Aquel grupo fingiendo sonrisas se aproximaron—. Andábamos por aquí y pensamos en pasar a saludarte —Sebastián se mantuvo a una distancia prudente observando cada movimiento de cada miembro de aquel grupo, vigilando que no fueran a hacer algo inapropiado. Pasado un rato finalmente parecieron aburrirse y finalmente se fueron.

Cuando él se disponía a irse, repentinamente se detuvo y se dirigió hacia aquel chico que recogía sus cosas—. Kirios —lo llamo, al instante el mencionado se giró hacia él—. ¿Co... Como te fue... en tu juicio?

—¡Me puse muy nervioso, las piernas me temblaban y sentía que se me trababa la lengua! —exclamo tratando de calmarse, ni parecía haber estado tan tranquilo hacia solo unos instantes—. Incluso me equivoque y le cambie el nombre al acusado.

Sebastián escucho atentamente a Kirios quien luego de unos instantes por fin pareció tranquilizarse—. ¿Sebastián, tu tuviste un juicio hoy?

—Gane.

—¡Como se esperaba del número uno, el gran Sebastián! —elogio maravillado al de cabellos cenizos—. Seguramente solo te tomo 10 minutos encontrarlo inocente.

Realmente escuchar elogios de otras personas resultaban algo molesto incluso irritante, pero por alguna razón, escucharlo de Kirios se sentía agradable incluso disfrutable. Desde que conoció al azabache jamás sintió algún tipo de molestia al contrario disfrutaba escucharlo—. ¿Tienes algo que hacer?

—¿Eh?

Sebastián se aclaró la garganta antes de volver a hablar—. Que si... Que si te parece que vayamos a tomar algo... Ce... Celebremos primer caso.

Kirios al instante dibujo una sonrisa en sus labios—. Me encantaría.

Sin más que decir, se dirigieron hacia un bar cercano donde pidieron algo de tomar, procuraron no beber demasiado pues al día siguiente tenían trabajo. Mientras aguardaban por sus bebidas, ninguno podía iniciar una conversación pocas veces habían hablado como estudiantes, sobre todo porque el mayor (por algunos meses) no era muy de convivir.

Cuando junto a su bebida les sirvieron algo de comer ninguno intercambio palabra alguna, la situación debería ser incomoda, pero aquella escena era tan común que ambos lo sentían como algo natural. Sebastián al mirar a su alrededor noto que ya quedaban pocas personas en el lugar, la calma que existía podría hacer más tranquila la conversación sin importar el tema a sostener.

—¿Te ha ido bien de trabajo?

Kirios asintió—. Aunque, el cliente de hoy ha sido el primero al que he defendido.

Sebastián podía creerse lo que acababa de oír, ¿Acaso ese era su "me ha ido bien"?, ciertamente Kirios no era alguien que destacara mucho, en la escuela por su forma de ser se ganó el apodo de "idiota" por hacerle favores a media humanidad aun cuando eran mentiras, siempre era dejado fuera de las fiestas, la gente lo buscaba solo cuando necesitaban alguien "utilizable" o a quien echarle culpas sobre algo.

Kirios siempre aceptaba todo sin objetar nada, cuando se enteraba que había quedado fuera de algo solo finja no darle importancia y sonreía, incluso una vez cuando se hallaban cerca de la graduación fue golpeado por unos alumnos quienes lo acusaron de haber robar un dinero que jamás existió, Sebastián noto un pequeño, pero poco notable moretón situado bajo el ojo derecho del azabache.

—Cuando se te quitaran esos moretones —comento algo irritado, cuando supo sobre ese incidente se sintió culpable por no haber sido capaz de ayudarlo.

—Pero si ya no se notan —Kirios siempre decía eso, jamás se irritaba o se frustraba, fuera la situación que fuera, se mantenía fuerte, lo que tenía de valiente lo tenía de idiota, pero al cabo de un tiempo aquella personalidad había logrado por captar la curiosidad de Sebastián.

Caída la madrugada cuando estaban por retirarse, Sebastián sin dejarle a Kirios sacar su dinero se apresuró y pago la cuenta de ambos—. No tenías por qué haberlo hecho, debiste dejarme pagar mi parte, fui yo quien comió más.

—No gastes el dinero de tu primer caso, ya en otra ocasión pagaras tú.

Sin más que decir pasaron a retirarse, durante el camino sostuvieron una conversación lo más trivial posible, aunque resultaba algo complicado hablar sobre sus vidas privadas—. Bueno, yo voy por aquí —informo Kirios en cierta parte del camino.

—Recuerdo que vivas a unas cuadras más arriba —comento Sebastián recordando el día de la graduación cuando volvieron juntos—. ¿Te mudaste?

Kirios asintió con una expresión algo extraña—. Si, nos... nos vemos después.

Al llegar a su casa, Sebastián se dejó caer sobre su cama, se sentía agotado era la primera vez que sostenían una discusión larga fuera de los tribunales, confuso se puso a mirar una foto que tenia de la graduación, en ella se veía a todos serios o tensos, él se veía tranquilo mientras que Kirios sostenía su típica sonrisa, una sonrisa curiosamente contagiosa

—¿Cómo es que un "idiota" puede meterse tanto en la cabeza de alguien?    

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Hasta aquí el cap, espero les haya gustado

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Nos escribimos y nos leemos en el próximo capítulo.

¡SAYONARA!

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El idiota del que me enamore (YAOI)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora