Three

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El turno del viernes por la tarde estaba llegando a su fin. Ha sido una tarde tranquila, ya que ninguno de los chicos había asistido a mi consultorio.

Me encontraba comiendo unas galletas de arroz hasta que mi horario de trabajo se cumpla, eran las cinco de la tarde y tenía hambre. La paz se interrumpió cuando el adorable Dybala (adorable 😤) entró sin golpear.

- Dura poco la tranquilidad. - dije. No ingresó, se quedó asomando la cabeza por la puerta.

- No te ilusiones bombona, vengo porque Allegri me mandó - dijo. - Me pidió que vayas a donde estamos nosotros.

- Bueno, ¿Pasó algo? - pregunté.

- No, estamos hablando del viaje a Crotone, creo que es por eso.

- Bueno, ahora voy. - dejé mi celular sobre el escritorio y esperé a que se vaya, pero no se iba. - ¿Que esperas? - pregunté riendo.

- Que vengas.

- Ahora voy, anda vos. - respondí.

- Dale, vení conmigo, no voy a volver si te perdes. - me resigné y me levanté hasta donde estaba, cerré la puerta de mi consultorio y lo seguí. - Te tengo en mis pies. - susurró. Reí. 

- Yo te tengo a mis pies, mi amor, pero de la patada que te voy a dar. 

- Voy a caer en tu cama, acordate. - respondió. Dejé de darle importancia a sus palabras y llegaos donde estaban los jugadores del equipo y parte de la dirigencia, me acerqué adonde estaba Massimiliano y Paulo se sentó al lado de sus compañeros con las manos sobre sus rodillas. 

- Ciao, Emma. Guarda, penso che tu sia consapevole del fatto che il fisioterapista che ci hanno accompagnato in ogni viaggio si è dimesso. - asentí juntando mis manos en mi espalda. -  Bene, abbiamo kinesiologo per questo viaggio, se dà fastidio si voleva proporre di unirsi a noi, è pericoloso viaggiare senza un infermiere e fisioterapista per un tale partito, e sapendo che i bambini amano visitare voi, soprattutto Paulito, quell'altra vita nel vostro ufficio. - reímos todos menos Paulo, ue cuando lo miré acultaba una sonrisa y estaba tomando un tono colorado después de las bromas de sus compañeros. [Hola, Emma. Mira, creo que estás al tanto de que el kinesiólogo que nos acompañaba en cada viaje ha renunciado. Bueno, no tenemos kinesiólogo para este viaje, si no te molesta quería proponerte acompañarnos, es peligroso viajar sin una enfermera y kinesióloga a un partido así, y más sabiendo que a los chicos les encanta visitarte, en especial a Paulito, ese sí que vive en tu consultorio.] 

Buon pomeriggio, Massimiliano, sarebbe un piacere che vi accompagni, anche, è mia responsabilità di eseguire i suoi ordini, e di ciò che Paolo non lo so, sembra come l'aria e l'energia si sente in ufficio. - reí y él me fulminó con la mirada. [Buenas tardes, Massimiliano, sería un gusto acompañarlos a ustedes, además, es mi responsabilidad cumplir sus órdenes, y con respecto a lo de Paulo no sé, parece que le gusta el aire y la energía que se siente en el consultorio.]

- Dispiace per mettere me, ma la signorina questo mi provoca. - dijo guiñando un ojo. [Perdon que me meta, pero la señorita esta me provoca]

- ¡LE TIENE GANAS! - gritó Higuaín y Paulo le pegó una leve cachetada, eran unos payasos todos.

- Comunque, tornando alla questione importante, stiamo andando a Crotone? - interrumpió Allegri la risa de todos. [Bueno, volviendo al tema importante, nos vamos a Crotone?]

- Vamo di viaggiare a Crotone. - dije con una sonrisa. [Nos vamos de viaje a Crotone]

Acordamos la fecha y hora de salida, también el lugar, el sábado por la mañana viajaríamos a la capital de Cerdeña, saliendo desde el estadio, ya que teníamos unas largas horas de viaje. Volví a mi escritorio y la hora se hizo, acomodé todo y cerré la puerta luego de tomar mis pertenencias para saludar a todos e ir hasta mi auto, subí a este y casi me da un infarto, ahí arriba estaba el idiota de Dybala. 

- La re concha tuya, ¿Que haces acá? 

- La próxima vez a ver si te acordás de ponerle llave o alarma. - se apoyó en el espaldar del asiendo de acompañante y ojeó todo el auto. - Me gusta, lindo auto. 

- A ver, ¿Se puede saber porque estás arriba de MI auto? - pregunté dejando la cartera sobre sus piernas. 

- ¿Tenés miedo de que te viole? - preguntó riendo. - Tranqui, si vos accedes no es violación. 

- No idiota, el problema es que invadís mi privacidad. - mordió su labio y volvió a reír. Dejó la cartera sobre el tablero del auto y en un movimiento rápido, agarró mi cara e intentó besarme.- ¿Que hacés? - pregunté de mala manera. Agradecía que el auto tenga vidrios oscuros y no se ve hacia dentro. Pero, yo sí veo para afuera, suerte.

- Dale, un beso nada más. - Pidió. - Negué y se volvió a sentar en su lugar. Corroboré que no haya nadie afuera, por las dudas,  y bingo, el último en salir del estacionamiento era Rugani. Rápido me subí sobre sus piernas y le comí la boca, me recibió con gusto, apretando mi cola y presionándome contra su cuerpo. No quería soltarme, y a decir verdad, yo tampoco quería que me suelte. Volvió a apretar mi cola y bajó sus besos hasta mi cuello, pero en el momento que con su dedo intentaba desabrochar mi sostén por debajo de mi remera, lo alejé de mi y volví a mi lugar acomodando mi ropa. Me miré en el espejo y acomode mi pelo, había sido una buena idea no usar lápiz labial hoy, si no, tendríamos los dos toda la pintura en la cara, la desesperación con la que nos besamos fue INTENSA. - ¿Boluda, me estás cargando? - preguntó mirándome con la boca abierta. 

- Un beso no te da derecho a nada. - acomodé el espejito donde va y lo invité a que se baje. Así hizo, pero antes, me dejó claro que en Cagliari no me iba a escapar de él. 

¿No se dá cuenta que yo llevo el control? Si yo quiero, en dos minutos lo tengo en mi cama, pero si yo quiero, lo mando a la mierda. Obvio, esto último no lo haría, sólo quería hacerlo desearme más y más. 

La kinesióloga -Paulo DybalaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora