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A Taehyung no dejaba de sorprenderle que HoSeok supiera quien venía por la calle, sin necesidad de escuchar la voz de la persona. En el caso de los automóviles, con solo oír el ruido de las llantas, podía decir a quien le pertenecía.

—Ya viene la señora Cha —solía decir refiriéndose a la dueña de la cafetería, y dicho y hecho: un Ford negro se detenía y la mencionada señora hacía su aparición.

El chico se sentó al lado de HoSeok.
HoSeok tenía que contarle algo.

El gobierno alemán ofrecía una beca para estudiar violín. La beca era para adolescentes entre 16 y 19 años, y se asignaría a través de un concurso.

—Aprovecha esta oportunidad, Tae —le dijo HoSeok—. Debes inscribirte hoy mismo en el Conservatorio para que puedas concursar, yo sé lo mucho que te gusta tocar el violín.

—No sé qué hacer —repuso el alemán, preocupado—. Me da un poco de vergüenza. Ni siquiera soy alumno del Conservatorio —continuó, mientras miraba fijamente al suelo.

—Yo creo que tú puedes ganar ¿y sabes por qué? —HoSeok sacudió suavemente al chico por un brazo—. Porque conozco tu habilidad para tocar el violín.

Taehyung miró detenidamente el rostro angelical y bondadoso de HoSeok que le sonreía y recordó la primera vez que su amigo le había prestado su violín. ¡Con qué cuidado lo había tomado de sus manos, como la cosa más preciosa del mundo!

—Cada vez que toques una cuerda con el arco, vas a producir un sonido —le había explicado—. Son unos duendecillos que viven allí, y saltan y brincan riendo o llorando según como se sientan —decía de forma burlona—.

The Violin ▶ VHopeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora