CAPITULO IV REENCUENTROS

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Llevaba ya dos meses cazando por todo el norte del país. Simón encontraba a los vampiros u otras criaturas y me enviaba, o si algún cazador le pedía ayuda también, yo trabajaba sola, no necesitaba compañero. Simón hacia la logística y yo concretaba los trabajos. Éramos el mejor equipo de la región, y quizás de muchas otras también. Nos creíamos invencibles y nuestras proezas estaban en boca de todos los cazadores y quizás también de los paranormales que cazábamos.

Estaba en un pueblo pequeño, recién anochecía, el lugar estaba casi desierto, parecía un pueblo fantasma, andaba apresurada porque la información que tenía me indicaba que un grupo de cazadores estaban en apuros con la amenaza de turno. Tenía que llegar a la escuela secundaria. Entre sigilosamente, prefería ir por las vigas del techo, así no me topaba con nada por el piso, se veía y olía sangre por todos lados. Pero no era el olor de la sangre que me agradaba, era espantosa, sangre de los muertos.

Al tomar el pasillo del gimnasio comenzaron a aparecer cadáveres, algunos en avanzado estado de descomposición, otros mutilados, cuanto más me acercaba a la puerta, más cuerpos había.

Abrí lentamente, sin bajarme y observé todo, había más cuerpos en iguales condiciones que en el pasillo por todo el lugar, contra la pared opuesta a la entrada había personas avanzando lentamente, gruñendo o algo parecido, al parecer habían acorralado a alguien, no lo pensé y utilizando mi velocidad de vampiro fui hasta allí, desde arriba pude notar a dos hombres siendo acorralados por esa horda de extrañas personas, uno disparaba a la cabeza de sus atacantes y el otro los decapitaba con la espada.

- Supongo que los extraños que gruñen son los malos – dije para mí y salté sobre ellos desenfundando mi espada, me llevó algo así como 10 minutos cortar todas las cabezas, eran más de 100, cuando terminé miré a los dos hombres que me miraban sorprendidos.

- Amanda – dijo uno yo miré mejor, y debajo de toda la sangre que lo cubría pude distinguir a Lucas, el sonrío y yo a él, se vino hacia mi extendiendo los brazos para abrazarme pero lo esquive con gracia, me miró sorprendido.

- Lo siento – dije – pero esta ropa es muy costosa y vas a arruinarla con la mugre que llevas - el suspiró.

- Está bien – dijo limpiando su espada en la ropa de un cadáver – gracias por salvarnos.

- Por nada – dije orgullosa - ¿Cómo han estado? – pregunté a ambos, porque, aunque el otro no dijera una palabra, era obvio que se trataba de Javier.

- Bien – dijo alegre – con mucho trabajo como ves.

- Si – dije observando con un gesto de asco el lugar – este seres son asquerosos y la sangre de un muerto huele horrible.

- Lo sé – dijo – estos zombis salen de la nada y se expanden como una plaga rápidamente, es el tercer pueblo que atacan.

- Simón me dijo algo, pero no sabía que eran zombis.

- ¿Y que creías que eran? – Dijo Javier caminando a la salida - ¿caníbales?

- Por nada – dije, el volteo a verme.

- No te pedí que me salvaras así que no voy a agradecer nada – volvió a su rumbo, Lucas y yo nos miramos sin decir nada, y lo seguimos.

- Sigue con el mismo humor de siempre – dije, él sonrió.

Caminamos hasta el centro del pueblo, su auto estaba estacionado en la solitaria calle.

- No quedo nadie vivo – me informó Lucas – la plaga comenzó hace un mes, y recién nos enteramos hace unos días por eso llegamos tan tarde.

LA MUJER DEL CONDE MALDITO - Completa - EditadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora