Cap. 5

202 9 8
                                    


- ¿Qué es lo que sueñas? - y colocó su mano en mi hombro en un gesto contenedor.

- No te lo puedo decir... - respondí mientras me secaba una lágrima.

Habian pasado tres semanas desde que tuve esa pesadilla, pero a pesar de que pasará el tiempo, seguía persiguiendome cada noche. Alan intentaba ayudarme a superarlo, pero era imposible, ya ocupaba cada uno de mis pensamientos...

-  Por favor, ya hace tres semanas que estamos juntos, ¿Y no me quieres decir?

- ¡Es que no lo entenderias!

-  ¡Ponme a prueba!, y si no lo hago no me cuentas más nada y dejaré de molestar; pero por favor no te lo guardes...

Suspire agotada.

- Sólo una vez... -  y coloque mis dedos  en su sien.

Algo nos arrastró y despertamos en el bosque cubierto de nieve y hielo.

- ¿ Donde estoy? -  le escuché decir.

-En mi mente, en mis recuerdos para ser más presisa...

Y luego apareció la yo de mis sueños, desorientada y asustada, que se quedó mirando en nuestra dirección.

-  ¿ Puede vernos?

-  No, somos invisibles... mira a lo que está detrás de nosotros... -  y nos giramos hacia nuestras espaldas.

- Hola hermosa, pero, ¿ Como te encuntras tanto tiempo?

- Sabes que no quiero hablar contigo  - mi voz sonó fría.

Lo deje a Alan que escuchará y viera el sueño,  mientras yo trataba de no ver. Cada vez que él me miraba en busca de una respuesta, yo sólo agachaba la cabeza. Pronto los cuerbos aparecieron y yo me cubri los oídos, no quería volver a oír eso, ya tenía suficiente con que los escuchara cada noche. Cuando el sueño terminó, sentí una fuerza que nos arrastraba y nos devolvía  a la realidad.

Alan dio un profundo suspiro tratando de aclarar sus ideas y yo sólo lo miraba, esperando una respuesta, un consuelo, algo.

- ¿ Y quién es ella?

-  No lo se, pero creo que ella es la causa de mi condición  - y con creo me refería a que estaba 100% segura de ello.
Nos quedamos por unos minutos en silencio hasta que una flecha se clava en el suelo, justo entre nosotros. Me sobresalte por la llegada del objeto y mire hacia el lugar del que provenía. Un hombre montado en un caballo blanco con su arco preparando la otra flecha.
Alan me jalo y salimos corriendo en la dirección opuesta, sabía que ese hombre nos estaba siguiendo, pero no voltee a ver. Corrimos por unos minutos con el jinete pisandonos los talones, algunas flechas seguían volando en nuestra dirección, pero ninguna nos tocó, ( si que tenía mala puntería). Los pies ya me dolían y una punzada comenzaba a aparecer en mi abdomen.

- Alan, no puedo más... -  Le grite, iba más adelante que yo.

Miro a su alrededor ideando algo.

- ¡Sigueme, tengo un plan!

Lo seguí hasta que pasamos por unos pinos que estaban más que juntos, pasamos por el medio corriendo las ramas y recibiendo rasguños en nuestra piel y rostro. El caballo se detuvo delante de los pinos y no pudo seguir, pero a cambio nos gritó, o más precisamente me gritó:

- Te atrapare, te lo aseguró! Y cuando lo haga, ese trono será mío!!! - y luego su voz se perdió en la distancia.

Seguimos corriendo por unos segundos hasta que Alan se detiene en seco, pero no me da tiempo a frenar a mi, así que nuestros cuerpos se chocaron y ambos perdimos el equilibrio, rodamos golpeandonos con piedritas y con nuestros cuerpos,  para luego caer en  lo que sería un pozo de no más de cuatro metros, eso no fue lo desagradable, lo malo fue encontrar que el interior del pozo estaba cubierto de lodo en su totalidad. Quedamos completamente sucios; yo comenze a quitarme el barro de mis brazos sacudiendo con fuerza mis manos y a maldecir en voz baja, mientras el se limpiaba como podía su pelo.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Mar 23, 2018 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

El Cazador y La Reina De HieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora