Estaba tan furiosa que no pensaba con claridad lo que hacía.
Mis ojos estaban borrosos y mi cara hinchada y roja. Había llorado tanto que ya ni siquiera recordaba el motivo por el cual estaba así. Ah... sí... me habían destrozado el corazón de la peor manera del mundo.
¿Cómo pude ser tan ingenua?
Metí en una mochila ropa y dinero. Necesitaba ir a algún sitio donde me pudiera relajar. Aquí nadie me entendía.
En menos de cinco minutos salí de casa. Me dirigía al magnífico coche que me habían regalado por mi cumpleaños. Aún seguía con el lazo puesto, aparcado perfectamente en el garaje. Bip-Bip. Hizo un ruido cuando se desactivó la seguridad desde mis llaves.
En un movimiento rápido, metí mis cosas detrás y me senté en el asiento del piloto. Un olor a fragancia de vainilla inundó mi sentido del olfato. Me encantaba ese olor.
Las lágrimas seguían cayendo desde mis ojos seguramente rojos. Mil palabras y recuerdos rondaban como flashes en mi cabeza. No podía sacarme nada de ese diminuto cerebro que tenía. Me paré en el semáforo en rojo. Durante unos diez segundos, que es lo que tardó en ponerse en verde, me soné la nariz por enésima vez en esa semana.
Los pitidos de los cláxones de los otros coches de detrás me sacaron de mis recuerdos. El ruido seguía y yo me apresuré a arrancar lo más rápido que pude. El motor se volvió a calentar y pisé el acelerador.
Inmediatamente, vi un camión que se dirigía a mí a toda velocidad desde la autopista contraria.
Mi vista se tornó negra en unas milésimas de segundo. ¿Qué había pasado?
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En estado de shock, amnésica
Teen FictionMiriam, una chica adolescente, sufre un accidente de coche mientras iba a un lugar que no recuerda. Después de días en coma, ella vuelve a la vida naturalmente, pero está amnésica. Su vida da un cambio total, ya que no sabe ni quién es ella...