Vamos al aparcamiento y desde unos cuantos metros puedo observar el nuevo coche de mi hermana, un Chevrolet Impala Blackout. No sé donde ha metido su antiguo coche, pero el nuevo es excepcional, su negro mate le da un aire de misterio y peligro. A pesar de que Éter conduce como una loca, no hay ni un solo arañazo en todo el coche. Suelto el aire que esta conteniendo al ver esta preciosidad y me subo a él impaciente.
El interior no tiene que envidiar nada al exterior, ya que toda la tapicería es de cuero negro con matices más claros. Está equipado de la nueva tecnología y hay tantos botones que me empieza a doler la cabeza. Esto sí que es un coche, no el que tengo yo.
Me río al ver la expresión de satisfacción de mi hermana, está claro que le gusta que otros admiren su coche.
-¿Dónde has sacado esta preciosidad?
-Lo conseguí en una apuesta. - Se ríe. - Tenías que haber visto la cara que se le quedó a su antiguo dueño, lo tenía desde una semana solo.
-¿Sigues apostando?
Cuando eramos más pequeñas y nuestros padres se iban a cazar, nos vestíamos un poco provocativas y nos escapábamos de casa de nuestra abuela y nos íbamos a los casinos. No teníamos la edad, pero Éter y su don de palabra consigue siempre lo que quiere y teniendo 17 años aparentaba más.
Más de una vez hemos tenido problemas, ya que siempre ganábamos y algunos nos tachaban de tramposas pero cuando intentaban algo le enseñábamos a las malas que no somos nada de eso y que a pesar de ser dos adolescentes, sabíamos protegernos.
Una noche nuestros padres volvieron antes de lo esperado y cuando fueron a darnos el beso de buenas noches nuestras camas estaban vacías. Después de varias horas buscándonos al final nos encontraron en la madrugada saliendo del casino. Nunca olvidaré la cara que se le puso a mi padre al ver como el portero miraba a mi hermana.
Después de esa noche, nos obligaron a prometerles que nunca más íbamos a ir a esos sitios y menos solas. Mi hermana se enfadó pero nunca más fue delante mía. Aunque de eso ya ha pasado mas de seis años.
-Sí. - dice Éter.- Papá y mamá lo saben y aunque no están contentos con la decisión me dejan ir si me acompaña alguien.
-¿Y con quién vas?
-Con Víctor, el hijo de la familia Martínez.
Me quedo callada, mi hermana y él nunca se han llevado del todo bien y me extraña que pasen horas juntos sin matarse el uno a la otra. Éter arranca el coche y el motor ruge y hasta el sonido es maravilloso, mete primera y nos vamos a Sagunto.
El corazón empieza a irme más rápido y aunque me da impulso de girarme y ver mi casa, consigo controlarlo y no dejar de mirar la carretera que tengo delante.
En el coche se hace un silencio, aunque hace años que no nos vemos las dos tenemos nuestras cosas por pensar. He vuelto a la vida que me juré no volver después de la muerte de Erik. Se que es una muy mala idea, mi instinto me lo dice, pero ya no puedo volver atrás. Miro a mi hermana y me doy cuenta de que aunque siempre parece que tiene todo controlado y que es feliz, realmente está muy preocupada por nuestros padres. Tiene el ceño fruncido y aunque conduce, se que está pensando en la misión.
Pienso también en Andrea, estoy segura de que cuando vuelva me hará miles de preguntas y no le puedo dar las respuestas que quiere. Decido pensar en otra cosa, dentro de unos veinte minutos llegaremos a Sagunto y tengo que estar concentrada para no perderme ningún detalle.

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Érebo
De Todo¿Tienes miedo a la oscuridad? Bien, no sigas leyendo. Me llamo Hemera, me lo pusieron mis padres porque mitológicamente significa "día", las primeras palabras que me enseñaron mis padres es oscuridad y muerte. Me he pasado toda la vida matando mon...