Leo

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De carácter algo fuerte y sin muy pocos deseos de negociar, él preparo su ejército desde el principio esperando el ataque de Libra. Aprovechando su habilidad sobre las plantas y árboles Leo creó un muro de madera alto como una montaña e igual de grueso. Sabiendo que el fuego era la especialidad de su oponente, preparo este muro como un retraso para distraerle y debilitarlo mientras sus fuerzas lo esperaban.

Según los informes el ejército de Libra debía de estar intentando atravesar el muro y lo más probables que lo lograra en unas 2 horas. Las fuerzas estaban reunidas frente al muro, el tiempo pasaba y el ejército se impacientaba, no había señal de movimiento o presencia del enemigo, hasta que de la nada sobre el gran muro volaron enormes bolas de fuego hacia los soldados. Era Libra y sus soldados quienes habían escalado el muro y atacaban con trozos arrancados e incinerados del mismo arrojándolos. Al percatarse de esto, Leo levanto sus brazos desde la cintura guiando árboles que nacían detrás de él creando una barrera como techo que surgieron del muro para proteger a los soldados.

Libra corrió sobre el techo seguido por sus hombres aprovechando para acercarse a Leo, mientras los soldados acorralaban al ejército enemigo contra el muro. Los dos hermanos se miraron de frente y entonces Leo dijo:

—Leo: Espero no creas que eso es suficiente para acabar conmigo.

Leo cruzó sus brazos mientras a las espaldas de Libra se escuchaban gritos de ayuda y celebración, al voltear vio cómo su ejército era capturado por enredaderas dejando inútiles a sus hombres, entonces volvió nuevamente la mirada a su hermano que le dijo:

—Leo: esto es entre tú y yo, mis hombres no interferirán mientras los tuyos hagan lo mismo.

Libra asintió con su cabeza:

—Libra: eso es exactamente lo que deseaba escuchar de ti.

Así volteo y le grito a sus hombres que no hicieran nada, los soldados gritaron en respuesta para que luego Leo los liberara.

Leo era diferente a los demás, si algo le molestaba al momento de entablar un combate cuerpo a cuerpo era el uso de sus poderes, lo veía como una mancha a la santidad del combate, así que miro a Libra y le dijo:

—Leo: Lucharemos como hombres, mano a mano, sin armas ni poderes, demuéstrame que aprendiste algo en todos estos años, no solo a jugar con tu alfiler.

Libra clavó su espada en el suelo aceptando estas condiciones. Después de Tauro, Leo era segundo en fuerza y el más preparado para el combate, se podría decir que él vivía para la batalla, la mayoría de los estilos de combate que existían en esa época habían sido originados por su mente tras años de estudio, obviamente mis hermanos habían aprendido uno que otro, pero nada se comparaba a los conocimientos de Leo.

Para empezar Libra se lanzó con un golpe al pecho, algo que para su oponente era demasiado fácil de bloquear, en su afán por demostrar su superioridad Leo levantó su pierna derecha deteniendo así el golpe, pero creando un desequilibrio hacia el lado izquierdo, de forma tal que su cuerpo se balanceo hacia atrás por ese lado, pero tomando ventaja de esto Leo usó la distancia creada por ese pequeño desequilibrio para golpear con el brazo izquierdo de forma ascendente y con el impulso del brazo recuperar así el equilibrio y potenciar así el golpe con la distancia que agregó al perder el equilibrio, en pocas palabras se dejó caer para que el golpe agarrara más impulso y fuerza.

El golpe zurdo de Leo impactó desde el estómago hasta la barbilla de Libra arrojándolo en el aire a 3 metros de distancia. Muy adolorido se levantó y limpió la sangre que brotaba de su boca luego de semejante castigo. Leo fanfarroneando se dirigió a su hermano:

El Dios traidorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora