2: Caza

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Él no sería la burla de nadie, nunca más.

Eso se dijo a sí mismo antes de partir de Ecuador hacía Inglaterra, ante la mirada divertida y alguna que otra preocupada de sus compañeros cazadores.

Sucede que Francisco nació con la peor de las suertes, con la más terrible que a un cazador le puede pasar.

Y era que, lastimosamente, su poder mágico era nulo.

Todos los cazadores poseían cierto nivel de magia, el cual de concentraba en una habilidad especifica. Aquello ayudaba en el momento de combatir contra sus enemigos naturales: Brujas. Al menos eso era una ventaja que poseían, a pesar que su magia no era tan fuerte a comparación de la otra especia. Entre ambos existe un eterno odio, antiguo e inquebrantable. Un odio tan potente que les dictaba acabar con el contrario.

Sin embargo, Francisco era parte de ese pequeño grupo de cazadores sin magia. Quienes o se retiraban de la caza, o luchaban aún, arriesgándose a las consecuencias.

Y él iba por lo último. No tener magia no era una excusa para evitar a las brujas. Las cuales eran consideras la peor escoria que podría existir, puesto que se habían ganado tal reputación por su actitud hostil y sanguinaria. Recordaba las atrocidades que había oído y visto.

Ahora, adentrándose en aquel bosque del noroeste inglés, con un arpón en mano, se acercaba cada vez más a su objetivo. Tenía la piel de gallina, después de todo, era su primera caza. Años de entrenamiento especial para él, por el hecho de no tener una habilidad, tenían que dar frutos ahí. Ya, con diecisiete años, estaba listo para todo.

O eso se supone.

El corazón le latía desbocado, como si sintiera que el peligro se avecinaba. Algunas ramas le rozaban, causándole un aterrador escalofrío. Era miedo, lo sabía. No obstante, esconderse y permitir que su objetivo haga de las suyas no era algo que aceptaría tan fácilmente.

Paso tras paso, los árboles iban desapareciendo. Se percató que algunos parecían estar secos, sin hojas y pocas ramas. La tierra comenzaba a carecer de hierba, lo cual lo extrañó teniendo en cuenta de que se encontraba en un bosque.

Agitó levemente la cabeza, concentrándose en su objetivo, lo único que debía hacer era divisar a la bruja, apuntar con el arpón y cazarla. Si las cosas se complican, tenía dos revólveres en el pantalón.

Intentaba ser lo más sigiloso posible, la bruja podría notarlo y perdería fácilmente frente a su presa. Y si sobrevivía, volvería a ser el hazme reír.

Al menos, algunos no eran tan jodidos. Como Rodrigo, un cazador de una de las más altas clases por su gran cantidad de poder y control sobre su magia; así mismo, ello se debía a su eficacia en la cacería de brujas. Ambos eran amigos desde que tienen memoria, entrenados por la misma persona para ser unos excelentes cazadores. Aunque con Francisco, el entrenamiento fue mucho más exigente.

Y ese otro cazador que conoció al arribar en el aeropuerto. Iba a ser escoltado por uno del grupo de cazadores de Inglaterra hasta la base de estos, donde decidirían el lugar en el que se hospedaría hasta acabar su misión. Al momento en que salió con su amada tortuga sobre su cabeza –por la que tuvo que pelear para llevársela con él– se encontró con un muchacho un poco más alto que él, rubio y de ojos verdes.

— ¿Francisco...? —fue lo primero que preguntó el rubio al acercársele, con un papel en las manos.

Y lo que respondió, algo atontado viendo el rulito antigravedad que sobresalía entre su cabello fue:

If? Ah, no, yes.

El otro le observó confundido, luego pareció desviar la mirada pensativo.

O quizá ¿nervioso?

— No te entiendo. —dijo finalmente en un perfecto español, luego de un largo silencio incomodo de no más de treinta segundos.

— ¡Ah! —y Francisco rio, golpeándose suavemente la frente. — Pensé que eras inglés, lo siento.

Y la cara de indignación que puso el de ojos verdes fue todo un poema.

— ¿Cómo puedes...? ¡Bah! —hizo un gesto con las manos, sacudiendo también el papel en sus manos, en el cual se encontraba la fotografía del ecuatoriano junto a sus datos personales. — Olvídalo. —Otro gesto con las manos restándole importancia, no quería quedar mal frente al moreno. — Soy Martín.

Francisco recuerda con gracia ese momento, aún le sacaba una sonrisa de vez en cuando. Había transcurrido dos días después de ello. Martín lo acompañó hasta la base de cazadores, quedando en que dormiría momentáneamente ahí; mientras, podría hacer sus investigaciones acerca de la localización de esa bruja, quién ha estado causando desapariciones los últimos días.

Al nacer sin magia, era discriminado por sus compañeros, al menos el rubio no era así. Casi se sintió culpable al ver su cara de preocupación cuando le dijo que encontró a la bruja.

Suspiró, sus ojos analizaron el terreno una vez más. Sus dedos se ceñían al arma, como si su vida dependiese de ésta, lo cual no se alejaba mucho de la realidad. Entonces un olor extraño se hizo presente, causándole escalofríos. Como cazador, sus sentidos, a pesar de no tener magia, era superior al de los humanos. Arrugo el ceño, el aroma putrefacto lo estaba mareando.

Sangre. Eso era lo que estaba oliendo. Una mezcolanza de sangre humana y animal. Tragó saliva, llegando a campo abierto; sin embargo, la escasez de arboles no era natural.

Tierra seca, como desierto; animales muertos, tendidos en el suelo, y el cuerpo de tres personas mutiladas flotando en medio fue lo que le alarmó, indicándole que la bruja estaba cerca. Sintió la bilis asomarse por su boca, la piel se le puso de gallina. Al menos eso explicaba las desapariciones.

Preparó el arma, con sus ojos fijos en el suelo, en esas letras en idioma desconocido, escritas con sangre.

Sus latidos retumbaban aún más fuertes en su cabeza, sudaba frió, sus sentidos estaban más alertas que nunca.

— Hey... —una voz femenina y gélida penetró sus oídos. La respiración suave podía sentirla en su piel chocar, tensándolo por completo. Un brazo delgado lo rodeó, unos dedos envueltos por unos guantes azulados acariciaron su pecho. Fue cuando estos se entierran en su piel, que un grito desgarrador escapa de sus labios, perdiendo el equilibrio al sentirla hurgar en sus entrañas.

La bruja lo había encontrado.

N0ta ed ¿autora?

Holaaa... -entra despacito- ¿Cómo está el tiempo? Hehehe...

Terminamos con un final tan...bueno, a mi parecer es suave a comparación de lo que se avecina. Quiero explotar un poco el gore...y el bl(?)

Quizá los capítulos se hagan más largos, quizá no, ¿quién sabe? La verdad que tengo tremendas ganas de spoilearlos x'D (me gusta hacer spoiler de todo...hasta de mis fics¿?)

En el próximo capitulo veremos a Miguelito y al Julito,  no se preocupen ¡Panchito estará bien! No sería capaz de dejar huérfana a Gapy </3

Ahora espacio publicitario(?) Esta historia está participando el LGBTAWARDS2017 y pronto habrán votaciones, si les gusta la historia estaré agradecida si votaran por ella ;v;

¡Muchas gracias por leer! ;3

Nos vemos <3

Lemniscus [EcuPer]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora