Epílogo.

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Conseguimos un trabajo en un pueblo pequeño, cercano al sector, y nos compramos un departamento. En ese entonces podía ser un amor adolescente, pero necesitábamos algo con lo que vivir mientras terminaba el año... a parte, nuestro romance no parecía terminar pronto y vivir juntos no era una mala idea para dos chicos de ya 16 años prácticamente.

Una vez que el final de año llegó, decidí volver a mi casa a confesarle todo a mis padres, quienes sorprendentemente ya sabían sobre "mi situación" por lo que les había dicho mi misterioso abuelo... a quien conocí en persona en cuanto volví a mi casa.

Era un hombre alto, de pelo y barba blanca, algo larga. Tenía ojos azules tal como los de mi madre, y una expresión fría y grosera, que parecía difícil de complacer. Él me explicó todo lo que me hacía falta saber: Como DaVinci inventó el tener un descendiente y como todos debían creer que yo lo era. Como mandaron un día a un lobo maldito a morderme para seguir con el plan y como debía toparme con Lisa para seguir con el trabajo del renacentista. Sorprendentemente no lo odié, porque gracias a ello viví la mejor experiencia de mi vida.

Me fui a vivir solo con Alec en este pueblo. Trabajamos para mantenernos y nos adentramos en esta nueva vida hasta que supiéramos que queríamos hacer con ella. Hicimos exámenes libres y terminamos la enseñanza media. Pronto nos uniríamos, incluso, a una manada, Alec decidiría estudiar publicidad y yo me dedicaría a la escritura.

Me estoy tomando un receso, pues todo buen escritor requiere, de vez en cuando, descansar de todas las normas literarias, escribiendo las aventuras que él desee, sin preocuparse de las eventuales faltas de coherencia u ortografía; echarlo todo en un papel sin la intención de vender o impresionar, sino de dejar una marca.

Les escribo esto chicos, a sabiendas que pronto cumplirán catorce, e irán a esta maravillosa escuela que me dejó tantas historias para contar. Su padre y yo estamos muy orgullosos de lo que comenzaron a ser, y estoy muy feliz de haberme topado con este diario que comencé a escribir el primer día y nunca terminé. Hoy les dejo la misión de escribir su propia historia día a día, y que siempre recuerden que estaremos aquí para ustedes.

Los amo hijos, nunca cambien.

Su padre."

Así, un Jeremy de 30 años cerró el viejo cuaderno, forrado en cuero con hojas de un tono crema y dio un suspiro, recordando todo lo que había estado escribiendo las últimas semanas. Alec, quién recién había vuelto de entregar su último proyecto (un anuncio para una empresa de chocolates) se acercó a Jeremy y le dio un abrazo, sabiendo lo que había significado escribir ese diario para él.

"¿Y los niños?" Pregunta el lobo de ojos azules.

"Están jugando en el patio. Les encantaron los juguetes que enviaron tus padres" Respondió Alec. Ambos sonreían, pues era uno de esos minutos de reflexión en los que te das cuenta de todo lo que tienes y del punto al que has llegado en tu vida.

Interrumpiendo la instancia, sonó el timbre. Jeremy mandó a Alec a cuidar de los niños mientras él abría la puerta y así lo hizo. Recibiendo a un hombre, muy de al rededor de su edad, con pelo castaño y facciones marcadas, usando una franela roja con vaqueros. Su mirada era brillante y carismática, aunque se notaba algo confundido.

"Buenas, ¿puedo ayudarle?" Pregunta el dueño de casa.

"Si, em... Estoy buscando a Jeremy Green"

"Hablas con él." La sensación de Jeremy era extraña. No dejaban de verse a los ojos con el extraño creyendo que se conocían.

"Wow... estas cambiado lobito." El extraño rió. Fueron unos segundos que se demoró Jeremy en darse cuenta que era su viejo amigo Fred quién se paraba en frente suyo. Era un momento de felicidad en su punto más grande, se abrazaron, trayendo recuerdos de los dos chicos de quince que alguna vez fueron.

Fred pasó a la casa y fue bienvenido por Alec. Conoció a los dos chicos a quienes se les fue dedicado el Diario: Sam y Joanna, y descubrió como esa escuela había sido el nido de toda una nueva vida que habían empezado.

Hoy en la actualidad todo lo que vivieron son memorias permanentes que en recuerdos, afirman que siempre estarán el uno para el otro.

Ahora sí, ellos siempre serían una leal manada

Fin

School of Monsters - La escuela para monstruosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora