Narradora.
Era un día de alegría. Había nacido el tercer bebé Adrien y Marinette, Emma.
Aunque, no todos estaban felices por la llegada del nuevo integrante. Su primer hijo, Louis, comenzó a sentir celos de la pequeña pues sus padres ya no le prestaban la misma atención de antes.
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Todo iba bien o más bien "normal". Louis con sus celos, Marinette y Adrien atontados con su Emma y Hugo jugando con sus vídeo-juegos. Louis, cansado de estar solo en su habitación, se dirigió hacia la sala de estar. Una vez que entró, vio a Marinette con Emma en brazos despidiéndose de Adrien con un pequeño beso en los labios, Louis vio aquello con desagrado.
Adrien se despidió de Hugo, el cual sólo atinó a responder con un "uhh... ajá, adiós" Pues sus ojos no se despegaban de la pequeña pantalla del video-juego entre sus manos. Adrien rio por lo bajo y se dirigió hacía Louis, se hizo a su altura y lo abrazó.
—Pórtate bien, ¿ok, campeón? —dijo mientras le removía el cabello dedicándole una sonrisa.
—Está bien —tiró en un tono de resignación. En verdad le resultaba molesto tener que quedarse en casa con personas que ignoraban su existencia.
Cuando Adrien dejó la casa para dirigirse a su trabajo, Marinette quedó sólo en compañía de sus hijos. Aunque amará pasar el tiempo de la maternidad con ellos, se sentía prácticamente inútil pues Adrien debía tomar su puesto en la empresa aparte del suyo, cosa que la molestaba pues según ella, nadie podía hacer su trabajo tan bien como ella misma. Y es que, era cierto, ser de las mejores diseñadoras de modas en París no era logro de otros.
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Marinette estaba consternada, el ruido en aquella casa era impresionante. Sus hijos no sólo tenían cara de angelitos, también eran la cosa más ruidosa que había podido existir en la faz de la tierra. Emma no paraba de llorar, el vídeo-juego de Hugo tenía el máximo volumen y Louis no dejaba de llamar al nombre de su madre para que ésta lo viese. Definitivamente, cuidar niños, ni siquiera de sus propios angelitos, era su fuerte.
Toda paciencia tiene un límite y la de Marinette no era una excepción. Soltó un grito tan fuerte que Hasta los cristales de las ventanas se estremecieron. Silencio absoluto.
—¡Ya es suficiente! —exclamó exaltada la azabache. Tanto Emma como los chicos, la miraban con algo de temor —. Voy a darle el biberón a Emma y no quiero escuchar un solo ruido porque si es así, los castigo por toda una semana ¿entendido? —los pequeños asintieron con miedo; nunca habían visto que su madre se enojara tanto, pero bueno ¿Quién la puede culpar? Cuidar de tres niños es un trabajo totalmente extenuante, aunque, por demás encantador.
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Marinette estaba tranquila contemplando a Emma mientras dormía. Cuando acabó su biberón cayó en un sueño profundo y la serenidad de su angelical rostro transmitía paz a la azabache. Su nívea y suave tez, su cabello azabache; eran simplemente una belleza sobrenatural... o más o menos eso era lo que pasaba por la cabeza de Marinette en esos momentos.
El estado de éxtasis en el que se encontraba se vio interrumpido por alguien. Louis.
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Jealous Boy [MLB] [One-shoot]
Fanfiction¿Has escuchado el dicho: "Los celos pueden destruir hasta la más hermosa relación"? Pues en esta historia comprobaremos esa teoría...