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Agustín cerró el casillero, luego tuvó que mirarme dos veces cuando vio que yo estaba ahí, esperándolo. Inclinó la cabeza con su usual sonrisa de suficiencia. Solo que no era la sonrisa habitual, exactamente. Se veía perplejo, pero también feliz en cierto modo. Fue como si estuviera tratando de entenderlo, rascándose la cabeza mentalmente:
-¿Por qué estaría la pequeña y tímida Carolina Kopelioff parada junto a su casillero?-

Inclinó un poco más la cabeza, alzando una ceja. 

—¿Quieres hablar conmigo? 

Contuve la respiración y le hice un ligero asentimiento. 
Frunció los labios, obviamente notando mi incomodidad. 

—¿Qué sucede? 

Me mordí el labio. Buena pregunta. 
Estrujando el dobladillo del suéter, inhalé profundamente, tratando de reunir un poco de coraje. Lo necesitaba. Porque Agustín no era considerado un chico amable, exactamente. De hecho, era considerado un diablo en la pista de hockey y no muy diferente fuera de ella. Y yo no era exactamente Miss Seguridad cuando se trataba de gente malvada. Evitaba las confrontaciones, cualquier tipo de confrontación, y torturadores, a toda costa, pero aquí estaba yo, buscando a Agustin el maestro del dolor. 
Sonrió de nuevo, con los ojos centelleando con una extraña combinación de curiosidad y diversión. 

—Vamos, dilo. 

—Sam Rodríguez—solté abruptamente como si tosiera––Es mi…–—

Cuando me atraganté de nuevo, Agustin terminó por mí, todavía pareciendo curioso. 

—Tu novio. 

Asentí, sorprendida. No sabía que Agustin supiera eso. No sabía que él supiera quién era yo. 
El sonrió, comenzando a entenderlo. Definitivamente lo había descubierto

-Oh, estás aquí para suplicarme que no le reviente la cara a golpes.-

Se lanzó el libro de historia de una mano a la otra, viéndose entretenido—.

-¿El imbécil te envió a ti?-

—¡No! —Solté deprisa las siguientes palabras para impedirle que se hiciera la idea equivocada—. Sam no sabe que estoy hablando contigo. 
Él sonrió. 

—Entonces, ¿por qué estás hablando conmigo? 

—Porque, como dijiste, no quiero que lo golpees. —Contemplé los centelleantes ojos de Agustin—. Por favor, no lo hagas. 
No sé de dónde salió eso, yo siendo valiente para mirar a Agustin a los ojos. Tal vez era porque seguía sonriéndome, actuando como si fuera divertido hablar conmigo, o mirarme, o algo así. 
Agustín se apoyó contra el casillero y se humedeció sus rosados y perfectos labios. Me miró con intensidad durante un momento, luego levantó la vista al techo. Finalmente, gimió, soltando el aliento, y me miró a los ojos. 

—Mira —dijo, ahora sonando serio—, tengo que hacerlo. El muy idiota habló basuras sobre mí frente a todo el equipo. No es como si pudiera ignorarlo. 

—¡Sí, puedes! —Le dije, siguiéndolo de cerca cuando comenzó a marcharse. 

Lo dije de nuevo, esta vez chillona y desesperada ya que me estaba ignorando. 

—¡Sí, puedes! 

Agustín siguió caminando, así que continué siguiéndolo, como un cachorro rogándole atención, ladrándole a las rodillas. 

—Por favor, ¿puedes? ¿Por favor? 

Le tomé el brazo con desesperación. Eso era lo único que podía hacer para llamar su atención, ya que aparentemente había dejado de escucharme. Pero cuando le tomé el brazo, él se detuvo abruptamente. Quiero decir, se congeló. 
¡Caramba! Se me tensó el pecho. ¿Qué había hecho? 
Agustin se volvió y miró la mano sobre su brazo. La quité a toda velocidad, aterrorizada de que fuera a golpearme por tocarlo o ser molesta o algo. Pero cuando no me empujó ni me golpeó ni hizo nada más que mirarme con esos hermosos ojos con largas pestañas, tragué y continué con mi súplica ahora que tenía su atención, solo que ahora yo temblaba y estaba mucho más nerviosa. Quiero decir, Agustín era… sexy. Lo era. No estaba prestando mucha atención a eso antes, ya que estaba rogando por la vida de mi novio, pero ahora que Agustin me miraba de ese modo, bueno, lo noté. Y me distrajo, incluso ahora que estaba petrificada. 
Aún así, a pesar de que mi mente daba vueltas por eso, me las arreglé para chillar:            

—Tengo algo de dinero, no mucho, pero… — Agustin sonrió, y luego negó con la cabeza.

—No quiero tu dinero.—

Por alguna razón, eso hizo que mi estómago se sintiera raro. Supongo que por el modo en que lo dijo. Y el modo en que me miró cuando lo dijo. Hizo que se me acelerara el pulso y me retumbara el corazón.

 —¿Entonces, qué? —se me agudizó la voz—. ¿Qué puedo hacer? —       Una sonrisa sarcástica jugueteaba en los labios de Agustín mientras me miraba. Luego levantó la barbilla y me desafió.

—Bésame.

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ANTES QUE NADA ACLARO QUE LA NOVELA NO ES MIA!!😂😂

La leí y me pareció me gustó espero que les guste, decidí que la compartiria. Todos los creditos a su escritora...😊
   

             Adiós Bebitos Lindos :3

"Su Beso" Aguslina [ADAPTADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora