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Finalmente, fruncí los labios y me incliné hacia adelante por el beso. 
Agustín me observó con las cejas alzadas, viéndose entretenido. Finalmente, soltó una suave carcajada. 

—No aquí. 

Sus ojos danzaron cuando parpadeé con confusión. ¿De qué estaba hablando? ¿No aquí? ¿Dónde? Me recorrió el pánico. ¿A qué había accedido, exactamente? 

Agustín soltó otra suave carcajada. 

—En la sala 204. A las tres. —Se inclinó cerca de nuevo, jugando con un mechón de mi cabello—. Sobrevivirás. Lo prometo.

Cuando llegué a la sala 204, El ya estaba allí. Estaba sentado sobre un escritorio, haciendo rebotar una pelota de goma. 

—Ya era hora —murmuró, bajándose del escritorio. 

¿Qué? Miré el reloj de la pared que estaba justo encima de su cabeza. Solo eran las 3:02. Dos minutos tarde. Agustín me observaba mientras yo miraba el reloj boquiabierta. 
Mi rostro se puso rojo. Oh, ahora lo entendía. Supe por su sonrisa que solo estaba bromeando. 

—Ven aquí —dijo. 

Sus palabras y el modo en que las dijo, roncas y tranquilas, me hicieron empezar a sudar, pero también sentir mariposas en el estómago. Me quedé en la entrada, incapaz de moverme. 
Agustín suspiró con una ligera sonrisa y se me acercó. Suavemente, suavemente me tomó la mano, alejándome del umbral y cerró la puerta silenciosamente. Luego cuidadosamente me apoyó contra la puerta que acababa de cerrar, sujetándome allí, pero de una forma medio juguetona y medio seductora que hizo que se me debilitaran las rodillas y me revoloteara el corazón. 

—Tómalo con calma —murmuró suavemente, como si fuese un potro salvaje que necesitaba ser calmado para no echarse a correr. Sus dedos me rozaron ligeramente el cabello—.

––No voy a lastimarte,Kopelioff ,lo prometo. —

Sus manos, simplemente su toque, era como electricidad recorriéndome todo el cuerpo. Contuve el aliento e hice un pequeño sonido de gemido. Fue embarazoso y al mismo tiempo no podía concentrarme en ello ni en nada de lo que estaba sucediendo. Lo único en lo que podía pensar era en sus labios. Parecían tan suaves y rosados y brillantes. 
Había pensado en ellos antes de soñarlos, muchas veces. Todas las noches durante un tiempo. Cuando estaba en la secundaria, había tenido un loco y enorme enamoramiento. Era embarazoso, estúpido y loco ya que él ni siquiera sabía que yo estaba viva. Y, sí, él era un matón. 
Sin embargo, eso hizo a este momento… surrealista. 
La cabeza me nadaba. Tenía estos salvajes y dispersos pensamientos corriéndome por la mente, pero todos apuntaban a esto: Voy a besar a Agustin, ¡al Gran Agustin! Hizo que el corazón me bombeara frenético y que el pulso me zumbara salvaje. 
Al aferrar la puerta detrás de mí en busca de apoyo, me pregunté si me iba a desmayar. Parecía como si tal vez ya lo hubiera hecho. O si tendría un ataque al corazón. Algo dramático y embarazoso como eso. 
Cerré los ojos de golpe preguntándome cómo sería besar a Acustin en serio. ¿Sería como cuando salía a la pista de hielo, duro y fuerte? ¿Me daría un traumatismo? De algún modo, no lo creía. Si su beso era parecido a su toque ahora, o como en mis sueños de secundaria, iba a explotar y morir de placer. 
Llena de curiosidad, me acerqué para el beso. 
Pero no hubo nada. Ninguna boca chocando con la mía, ningún "te amo'' confesado en mi oído. Nada de nada. Me incliné más cerca y esperé. 
Y esperé. 

Todavía… nada. 

Finalmente, con cautela, abrí los ojos apenas, solo entrecerrados preguntándome qué estaba sucediendo pero temiendo que mi rostro estuviera junto al suyo. 

No lo estaba. 

El solo me estaba mirando, con sus seductores ojos marrones brillando como si supiera lo que había estado pasando por mi mente con exactitud. Soltó una ronca carcajada y luego (¡oh!) acercó sus suaves y rosados labios contra los míos, solo rozándolos, ligeramente, con ternura. 
Aunque se sintió demasiado bueno, o tal vez porque lo fue, me tensé y sacudí un poco. Solo un poquito, pero aún así, me sacudí. 

—Relájate. —Los labios sexys y rosados de Agustin sobrevolaron los míos, simplemente bromeando, haciéndome desear. Luego presionó la boca contra la mía en serio. 

Pero solo durante un segundo, porque justo en ese momento, la señora Finkle irrumpió en la habitación desde la puerta lateral que se conecta con la clase del señor Johnson. La enorme mujer soltó despreocupada una pila de libros sobre del escritorio más cercano, pero no nos dimos cuenta. No notamos nada salvo nuestras lenguas y el calor y la pasión. Bueno, eso es lo único que yo noté, hasta que su chillona y estridente voz me hizo saltar una milla en el aire. 

—Les daré exactamente un segundo para salir de mi salón de clases —resopló con impaciencia la señora Finkle—. Luego les entregaré papeles de detención​...

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Uff los profesores arruinando momentos memorables desde que tengo memoria ahr😂😂

Pero Wee...
           HUBO BESO AGUSLINAAA GENTEEEE AHDHSIBDJAKDFFKS!💋

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⏰ Última actualización: Feb 27, 2017 ⏰

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"Su Beso" Aguslina [ADAPTADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora