Capítulo Único.

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Un momento entre la espada y la pared. Simples manchas de sangre. Mis cuencas simplemente reaccionaron a tus actos, y el brillo de mis ojos flaqueó ante ti.

- ¿Q-Qué haces, Nightmare? – Musitan mis labios, mi mente no. Esa parte de mí sólo hipa de la desesperación por una explicación prudente, sólo suplica que esto fuese una de sus jugarretas dentro de mis sueños. Abandoné mi espada creyendo que estaba seguro, era mi amigo después de todo. Mi amigo, mi amante. Creí que debía esperar a que se canse de jugar. El miedo me arrasa desde el cráneo hacia todos mis huesos, por lo que escapar de ahí sería tan estúpido como buscar luz en la oscuridad, me encontraría de todos modos.

- Matarte, ¿No ves? – Dijo como si fuese muy obvio. Esto no podía ser verdad por ningún lado, él dijo que estaría para mí toda la vida, que era alguien especial para él. Somos el uno para el otro, sin duda alguna; no puedo creer que su broma esté siendo tan cruel. No he hecho nada malo, he sido un fiel perro para él, no entiendo cuál es el motivo para torturarme así. Arranqué mis raíces y me dejé morir para servirle y amarle.

No quiero que me deseche, aún soy útil. Aún tengo amor que entregarle.

- No juegues Nighty, tus juegos ya no me a-asustan...- Busco parar este jueguito suyo. Me está poniendo de los nervios. Sus cuencas se cerraron con frustración, pero sólo pasaron segundos y comenzó a reír. Era esa risa que siempre hacía cuando...

Sus víctimas estaban siendo muy idiotas.

Abro mi mente. Él no estaba jugando, realmente iba a matarme. Mi alma se encoge y me siento traicionado. Asesiné a todo quien quiso, manché mis manos con la sangre de inocentes, sollocé con los dientes quebrados. Todo lo que estuvo a mi alcance por él. Quise derramar lágrimas por él.

Pero a él no le gusta el lloriqueo.

-Si vas a matarme... hazlo ya.- Sentencié con suspiros violados por la angustia. Cerré mis cuencas y, lo esperé.

-¡A mí no me mandes basura, yo te haré sufrir cuanto quiera! – Exclamó con furia mientras toma mi propia espada, apunta a mi alma pero...

No hace nada.

No pienso esperarlo más. Salpiqué mi propia sangre.

Se quedó quieto, sorprendido. Seguro pensó que le lloraría y suplicaría por mi vida. Pero que mejor que dejar mi polvo en manos de mi amado. Por más cosas con las que pueda odiarlo, a él lo amo. Veo como empiezo a esparcirme en el suelo, duele mucho. Pero todo mi amado.

-Gracias por enviarme al infierno, mi dulce Lucifer- Le sonreí. Cayó una lágrima. Tocó lo que quedaba de mí. Acarició mi rostro. Alcancé a oír un lo siento. Le creí.

Y me uní al viento.

Le creí. [ N I G H T M A R E X C R O S S]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora