《Capítulo 10》Los milagros si existen

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Ese mismo día Helena al salir de su hogar; sentía su alma caer al suelo, cada recuerdo, cada momento vívido ahí dentro, toda su vida se estaba quebrando de a poquitos.

Como si nos encontráramos hablando de una película, donde todo podía ocurrir de una manera poco real con el propósito de entretener al público.

Claro está en qué, está no era una película. Esta era su cruda verdad, su vida.

Helena se encontraba desesperada, sin saber qué camino tomar o a donde ir, su primera opción fueron sus amigas,

Se encontró llamando a las únicas personas que sentía apoyo. Le había llamado primero a Samantha, con la intención que pudiera dejarle hospedarse con ella para ayudarle mientras encontraba como sobrevivir por su propia cuenta.

- Samantha - Las lágrimas seguían cayendo y su voz pastosa delataba lo mal que se encontraba.

Del otro lado de la línea Samantha contestó bastante asustada por escucharle así.

- ¿Helena?, ¿Helena que sucede? – Samantha respondió en un pequeño grito, sintiéndose alarmada.

Helena suspiró con angustia y siguió hablando.

- Necesito tu ayuda – En pequeños susurros Helena trataba de pedirle ayuda sin que la vergüenza se apoderara de ella, le estaba costando realmente. - Mamá me ha echado de casa, necesito un lugar donde dormir. – Helena soltó de repente, quitándose ese peso de encima esperando que pudiera ayudarle.

Su sorpresa fue grande a lo que siguió después.

Un silencio abrumador se dejó escuchar del otro lado, los minutos pasaron y Helena creyó que la llamada había terminado, se alejó el teléfono de su oreja para comprobar, pero la llamada seguía.

Un escrupuloso suspiro salió de la boca de Samantha, seguido de sus palabras. - Helena, quisiera ayudarte, pero... - Oh no. - Sabes que no me gustan los problemas y tu serías uno si te quedas conmigo.

Su alma cayó dentro de un vacío sin fondo, esas palabras; se supone que es una de sus mejores amigas, que le ayudaría en todo momento. Ya sean buenos o malos, le había negado ayuda cuando más le necesitaba.

Su corazón se estrujó por segunda vez en el día, como si fuera posible, se rompió aún más al darse cuenta que no podría ayudarle.

Pero ahora se daba cuenta que los amigos no existían, que nadie es real, que el mundo estaba lleno de gente falsa, vacía, hipócritas.

- No vuelvas a llamar por favor. - La voz de Samantha seguido del pitido de fuera de línea le indicó dos cosas.

La llamada había terminado, al igual que su falsa amistad.

- Genial. – Suspiró angustiada, pensó en Olivia, pero tuvo miedo de tener una respuesta negativa también.

Tomo sus maletas y las arrastro hacia la misma estación de buses donde una vez Nathan la había ido a buscar. Pensó en el como opción también, pero la vergüenza podía con ella.

Dejó caer sus maletas de forma pesada, poso su rostro sobre sus manos apoyadas en sus rodillas. Trató de pensar en una solución, alguna salida. Pero lo único que salían eran lágrimas.

Los sollozos seguían y seguían, personas pasaban cerca, pero ninguno se dignaba a ayudarle. Deseaba que un milagro sucediera, que alguien conocido se paseara cerca, que le ayudaran, pero como los milagros no existían ¿Cómo pretendía que a ella le ocurriera uno?

- ¿Estás bien? - La voz de una chica le hizo abrir sus ojos, era Olivia. - ¡¿Helena que ha sucedido?!

Corrió hacía ella mientras le ayudaba a levantarse, estando cara a cara, Helena se corrió con indiferencia. Temiendo lo peor.

Amor de estrella fugaz (Fanfic de Nathan Sykes) ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora