El camión arranca, y por el miedo y estrés, todos los que estábamos allí, decidimos sentarnos como pudimos. Yo me quedé al lado de la puerta, no se el motivo pero tengo fe de que alguien la abriese y me saque de aquí, pero pasan los minutos y no pasa nada.
Por un autoreflejo intento coger el móvil y recuerdo que se me callo al correr del señor conductor. Nadie de aquí tiene un teléfono o un reloj. Ahora que me pongo a pensar es demasiada casualidad pero no le doy importancia ya que acabo de ser secuestrado.Siento que llevamos horas, y empiezo a tener sed y hambre, el camión no paro ni una sola vez, y todos los de aquí están en silencio. El camión frena de repente.
Se escucha la puerta del conductor que se abre, y de repente abre las puertas de atrás. Me preparo para salir corriendo, pero, nada más abrir veo que es imposible escapar.
Cinco personas de negro con metralletas en sus manos, hacen que se me quiten las ganas de luchar. De repente un olor a tabaco me hace girar la cabeza justo al bajar. Un señor trajeado con un maletín.
Se le ve tranquilo, como si fuera lo más normal del mundo, tiene el pelo largo pero sin llegar a melena. Me empuja para que siga adelante. Me fijo en mi alrededor, parece una especie de parkings pero con lo curioso de que no hay ningún coche estacionado.
El conductor se acerca al señor del maletín y le lanza una pequeña sonrisa, y le da el maletín. Después de bajarnos a todos, el conductor me miro, sonrió y entro en el camión y se fue todo recto.
Los señores armados se acercan y nos empiezan a esposar, nadie pone resistencia incluyendome a mi, ya que estoy con demasiado miedo como para defenderme. Después cada señor sacan varias jeringuillas.
Nos lan inyectan uno a uno, por último soy yo, al instante noto el mareo, provocándome caer al suelo, y poco a poco cierro los ojos dejándome completamente dormido.
Un pitido agudo volviéndose poco a poco grave me despierta. Estoy sentado esposado a una silla en una sala completamente vacía, totalmente blanca. Excepto una puerta gris, que a mi parecer es de metal puesta justo en el centro de la pared enfrente mía. Aún sigo vistiendo mis vaqueros anchos y rotos, y, mi camiseta blanca, que ahora apesta a sudor, y mis zapatos rotos.
Miro al suelo y es blanco también, todo es blanco en esta sala pienso en tono de humor. Se abre una rendija en la puerta y unos ojos de color marrón miel me miran con desgana, cierra la rendija y da tres golpes en la puerta y después un silencio.
Empiezo a gritar por ayuda, y preguntar que hice para estar aquí, pero ninguna voz me responde. Me canse de gritar, y solo se escucha el rugir de mi tripa. Se abre la puerta provocándome un susto repentino y un sentimiento de alivio recorre todo mi cuerpo.
Entran dos señores con ropa de chándal y uno de ellos tenía por toda la cara cicatrices, el otro no tenía una oreja, mi sentimiento de alivio se fue.-¿Por que estoy aquí?-pregunto pero no oigo respuesta, el sin oreja se queda de pie parado delante mía sin mostrar ni un solo gesto de emoción, mientras que el de cicatrices mueve unas cadenas detrás de la silla, noto que le hace una señal al sin oreja, y me cogen uno por los hombros ,uno cada hombro, y me sacan por la puerta.
No puedo moverme ni lo más mínimo, debe ser el efecto de lo que me inyectaron. Salimos a un pasillo estrecho que a cada ciertos metro había una puerta como la mía, seguimos recto por la derecha hasta llegar a un ascensor.
Me monte en el, mejor dicho me montaron, no había botones, parecía más un elevador que un ascensor. Se abre la puerta y llegamos a otro pasillo, pero pero esta vez sin puertas donde había una sola en la derecha.
Donde al entrar había siete personas sentadas en fila enfrente de una mesa, cada uno con un aspecto diferente, y otra silla donde me sientan y me vuelven a atar.
Todos empiezan a mirarme como chico de circo, y noto como me analizan cada parte de mi cuerpo, y más de uno lanza una risita como si estuvieran de broma entre ellos.
Un señor con un sombrero de vaquero y una barba al estilo Chuck Norris, me mira a los ojos y me pregunta
-¿sabes que haces aquí chico?- con una voz de seguridad en sus palabras
-No- digo con voz débil, hasta yo me sorprendo de lo débil que suena.
-Te vendieron chico, y encima eras de los baratos- lo dice con una sonrisa que me revuelve el estómago.¿Vendieron?, Como que me vendieron, eso es imposible, ¿quien me vendió? Pregunto eufórico, en lo que el señor del sombrero respondió con la misma puta sonrisa - quien tienen tu custodia- tras esas palabras se me viene la imagen de mis padres, es imposible es la frase que me viene al instante.-tus padres chico- lo dice el señor sin inmutarse. Un grito de rabia que hace que me duelan las cuerdas vocales diciendo no.
En mi cabeza una y otra vez la misma frase, no es posible, es imposible, no es posible es imposible. Un señor de pinta rusa por su tono de piel pálida y sus ojos claro, y claramente por su acento me llama por mi nombre, como cojones saben mi nombre.
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The Kingstreet
De Todotrata de un chico que va a un viaje escolar pero en el camino surge algo que nadie se esperaba, algo que le cambiara la vida.